Parte sin título 4

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—¿Clarke? Lexa, nos conocimos el otro día. —Ella asintió y sonrió algo azorada.

Llevaba un sencillo vestido de color azul y unas sandalias plateadas a juego con el cinturón que se ceñía sobre su cintura y el colgante que adornaba su cuello y se suspendía sobre su bonito escote. Lexa no pudo desviar la mirada de sus ojos, se sentía hipnotizada, y no fue hasta que Clarke posó sus ojos hacia Anya que ella pudo saludar a la joven morena que estaba al lado de Clarke.

—Yo soy Raven. —Saludó y también estrechó su mano amistosamente antes de tomar asiento.

Por supuesto, Raven se sentó al lado de Octavia y Clarke se sentó junto a ella. Tragó saliva y jugueteó con sus manos algo nerviosa. ¿Pero qué narices le pasaba? Respiró tratando de que nadie se percatara y continuó la conversación con Octavia sobre el restaurante.

—Pues si os gustó ese restaurante, hay otro que no está mal para pedir en casa —dijo Lexa—. No es para ir a cenar, sólo para llevar, pero la comida está muy rica.

—Sí, típica cena en casa con peli.

—O cena romántica en la que no te apetece cocinar —rio Raven.

—Y si tiras los cartones, dejas una bolsa de arroz para sushi en la cocina y dices que lo has hecho tú, triunfas seguro —intervino Anya divertida.

—¿Engañas así a tus citas? —preguntó Lincon.

—En el amor y en la guerra todo vale —exclamó arrancando la risa de todos.

—¿Y de qué os conocéis vosotras? No es por nada, pero Clarke no tiene una vida social de infarto...

—Del colegio, nos llamaron por un pequeño altercado...

—Así que tú eres la tía de Aden.

Lexa asintió.

—¿Y tú eres su madre? —preguntó Octavia—. Porque sois hermanas ¿no?

—Sí a ambas preguntas. Pero yo heredé la belleza y la inteligencia —respondió Anya divertida.

—¿Y yo el sentido del humor? —preguntó Lexa.

—Sí. Cuando hablan de nosotras dicen Anya, la más guapa, o la lista, si hablan de ti dicen la simpática.

Lexa sonrió divertida.

—¿Y vosotras? ¿Cómo os conocisteis? —inquirió con sincera curiosidad—. Porque sabemos por Lincon que vosotros dos os conocéis del gimnasio ¿no? —Octavia asintió—. ¿Y las tres?

—Fuimos juntas al colegio. Nos conocemos desde crías y siempre hemos salido juntas, con Jasper, Bellamy y Monty. Aunque ya sabes, luego perdimos algo de contacto, más cuando Clarke se fue a vivir a Arkadia con Finn... Menos mal que ahora ha vuelto.

Lexa sintió una patada en el estómago. ¿Finn? ¿Era su novio? ¿Había vuelto con él? No, Aden le dijo que estaba soltera, pensó. Debió invitar a su sobrino a aquel maldito helado.

—No sabía que fueras de aquí.

Clarke asintió y terminó lo que le quedaba de copa de un solo trago.

—Sí. Voy por otra copa ¿queréis algo?

Lexa la miró algo desconcertada antes de negar con la cabeza.

—Yo una cerveza. Gracias, Clarke.

Ella asintió y se dirigió a la barra. Lexa vio una cierta mirada de preocupación entre Octavia y Raven, pero no quiso decir nada.

—¿Y a qué os dedicáis? —inquirió Anya.

—Pues Octavia está de becaria en el periódico local.

—Muchas horas poco sueldo. Así que comparto piso con Raven, que también es el último mono de la facultad. Está en un proyecto de investigación.

—Sí, a ver cuánto me dura. Es un poco denso, pero de momento paga las facturas.

—¿Qué universidad?

—Ingeniería. Yo hago programación, pero estoy en un proyecto para un robot doméstico, ya sabes.

—Vaya, Anya también hace cosas de esas, bueno si he de ser sincera no sé qué hace realmente, pero rollos de cerebritos —dijo Lexa.

—¿En serio? ¿Qué haces? —preguntó Raven.

En ese momento fue cuándo Lexa se perdió. Los proyectos empezaron a convertirse en lenguaje técnico del que ella no tenía ni idea. Suspiró, dio un trago a su cerveza y miró a Lincon y a Octavia para iniciar una conversación con ellos, pero para su desgracia estaban algo acaramelados. Cuchicheaban y reían a medio centímetro el uno del otro. Desvió su mirada hacia la barra donde Clarke seguía aguardando. Viendo la situación en la mesa decidió acompañarla. Terminó su botellín de un trago y se aproximó hacia donde estaba.

—Hola de nuevo.

Clarke la miró. Tenía el ceño fruncido y estaba indignada porque la camarera la ignoraba. Lexa sonrió. Incluso enfadada estaba guapa.

—¿Qué quieres?

—¿Por qué crees que te va a atender? —Lexa amplió la sonrisa sin contestar—. Un gin-tonic.

Se giró hacia la camarera que estaba en el otro lado poniendo unas cervezas. En cuanto cruzó su mirada con ella la mujer sonrió y se aproximó.

—¿Qué puedo hacer por ti, Lexa?

—¿Cómo estás Luna? ¿Nos pones un par de cervezas y un gin-tonic?

—Por supuesto. Salgo a las tres, por si quieres tomar luego algo —dijo. Lexa sonrió ligeramente. Luna llevaba tirándole la caña desde hacía meses, pero ella no había picado. Luna era atractiva sí, pero no despertaba en ella nada—. Te invito a un chupito —añadió al ver que ella no respondía.

—Nos esperan en la mesa. ¿Cuánto te debo? —preguntó.

Fue entonces cuando Luna se percató de Clarke.

—¿Estáis juntas? —inquirió sin rodeos con cierta seriedad. Luna no era de las que se iban por las ramas ni de las que escondían sus impresiones—. No sabía que salías con nadie.

—No, no estamos juntas en ese sentido —respondió y la expresión de Luna se suavizó—. Estamos con Lincon y Anya y unas amigas tomando algo.

—Pues venga, os invito a las dos. ¿Qué queréis?

—Tequila —dijo Clarke.

—Pues tequila. Aunque deberías saber que Lexa no aguanta muy bien el alcohol.

Era cierto. Sintió la mirada de Clarke clavándose en ella. Intensa, interrogante. No sabía qué quería descifrar, pero no pudo evitar tragar saliva y sentir su boca secarse.

—No salgo mucho. Alguna cerveza —explicó—. Pero con dos copas de esas estaría ya borracha. Clarke sonrió.

—Yo tampoco salgo mucho... Hoy intento emborracharme. Y puede que hacer una locura —añadió en un susurro que estremeció a Lexa.

¿Una locura? A Lexa le temblaron las piernas sólo de pensar el tipo de locura que podría querer hacer Clarke y deseando en su fuero interno que quisiera hacerla con ella. 



Hasta que llegó ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora