𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐈

59 5 9
                                    

— Y.. ¡Acá está! — Exclamó con una sonrisa un hombre de mediana edad, entregando un frasco en manos de la madre de una pequeña familia.

Desde la silla a un lado del escritorio de la recepcionista, aquel niño miraba con curiosidad a las particulares personas que habían tenido el privilegio de ser atendidas personalmente por uno de los científicos y propietarios más reconocidos en toda la ciudad.

Sus grandes ojos siguieron los movimientos de la mujer mientras examinaba la muestra, intercambiando algunas palabras con su marido, hasta que finalmente, aceptó, devolviendo el frasco y ganándose un gran elogio de parte del científico, quien guió a ambos adultos y a la hija del matrimonio a una sala específica, a la que no muchas personas tenían permitido el ingreso.

Y a la que obviamente un niño como él, no tenía permitido entrar.

Sus ojos permanecieron fijos en el plano techo de su habitación mientras esperaba pacientemente el amanecer, momento en el cual podría salir y fingir que solo era un muchacho madrugador con ojeras naturalmente pronunciadas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sus ojos permanecieron fijos en el plano techo de su habitación mientras esperaba pacientemente el amanecer, momento en el cual podría salir y fingir que solo era un muchacho madrugador con ojeras naturalmente pronunciadas.

Se frotó el rostro con un suspiro, sus párpados pesaban lo suficiente para agotar, pero no lo suficiente para mantenerse cerrados por más de media hora.

De nuevo, había malgastado la gran parte de su desvelo intentando recordar tantas cosas, y entre ellas llegó (sin desearlo) el escenario de aquella familia que conocía bien, justo antes de ser sometidos a la destrucción. No era su culpa, pero había pasado cada día desde entonces cargando el peso de su inutilidad.

Había soportado largas tardes y largos fines de semana con su hermana en alguna zona de ese viejo pero, en su momento, reconocido laboratorio, y aún así, no podía recordar lo que había salido mal.

Mucho menos podía recordar alguna manera de arreglarlo, aún cuando en aquel tiempo, consideró que había aprendido de ella y de lo que se dedicaba.

Escuchaba lejanas las voces de Zizzy y de Pony hablando a través de las paredes, no eran tan gruesas para contrarrestar el sonido, supuso que, si ellos estaban despiertos, no habría problema en levantarse ya. Su mirada viajo hasta la ventana cubierta por cortinas y reforzadas por mera precaución, el sol apenas se levantaba en lo que ahora era un siempre gris y deprimente cielo. A veces extrañaba la calidez de un sol radiante y cielos despejados, con el típico azul que te traslada al mar junto a una brisa suave, ese era un escenario que ya no se veía por Lucella.

Lo cual le parecía extraño en cierta forma, estaban pasando por, básicamente un apocalipsis, pero eso jamás debió afectar al clima. Era como si todo se hubiera armado para traer infelicidad a los que pudieran sobrevivir.

Detuvo su mente antes de poder seguir con esa línea de pensamiento, no le serviría de nada.

Sintió el peso del cansancio arraigado hasta sus huesos cuando obligó a su cuerpo a levantarse de la cama, su largo cabello cayó sobre su rostro y hombros al bajar la cabeza para mirar el suelo unos segundos. Se recordó a si mismo que debía recortarlo, aunque tal vez le pediria ayuda a Mimi en lugar de a Zuzy si quería dejarlo crecer parejo.

Far Away | Piggy |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora