𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐈𝐈𝐈

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Extrañaba el sabor del café.

Desde muy niño fue fanático de aquella adictiva bebida, adoraba el amargo de su sabor y la sensación que le provocaba cuando se sentaba frente a la ventana de lo que alguna vez fue su habitación con una taza del líquido delicioso entre sus manos, generalmente para admirar los días lluviosos en Lucella.

Aquellos días donde el cielo parecía llorar y derretirse sobre la pequeña ciudad, deleitando a sus ciudadanos con el aroma de la tierra mojada.

Un bufido escapó de sus resecos labios al soltar el bolígrafo que sostenía, empujó la libreta sobre su escritorio lejos de él, su cabeza comenzaba a doler.

No estaba funcionando. Era inútil.

Sus manos cubrieron su rostro y frotaron sus facciones, sus hombros dolían, necesitaba descansar, pero no podía darse el lujo de perder tiempo cuando su única tarea era ser de mínima utilidad.

Una mano gentil acarició uno de sus hombros adoloridos por el cúmulo de estrés sobre él, un par de ojos negros y gélidos, pero no desconocidos, lo recibieron al descubrirse. Su compañera de trabajo lo observó con cierta preocupación y pena inundando sus ojos distantes.

— Está bien, has trabajado toda la noche, es hora de descansar. — Ella demandó.

El chico negó, siempre fue terco, no era momento de rendirse aún.

— No, puedo continuar. — Respondió con seguridad, volviendo a tomar la libreta entre sus manos para regresar a su trabajo.

No pudo ver cómo el ceño de la mujer se fruncía, pero si pudo sentir el gentil agarre sobre su hombro apretarse, haciéndolo jadear del dolor y distraerse un momento que ella aprovechó ágilmente para tomar su libreta y arrojarla lejos de su escritorio.

— Descansarás, o me aseguraré de enviarte a 'Phoenix'. — Amenazó con seriedad, su tono fue bastante fuerte al regañarlo.

Los ojos del chico se abrieron como platos al notar la molestia de su compañera, sus mejillas se inflaron ligeramente de aire mientras buscaba una respuesta, pero nunca encontró una. Vació el aire retenido y se levantó bruscamente de la silla, la mujer apartó su mano del hombro del más joven y su mirada irritada lo siguió mientras salía del laboratorio, susurrando un simple "Bien".

ᯓ★

Sus pisadas resonaban fuerte, causando eco entre las paredes del laboratorio, su apariencia ligeramente deteriorada con el paso de los años bajo condiciones complicadas debido a lo ocurrido en los últimos tiempos nunca lo hizo menos interesante.

Aunque, recorrerlo siempre que tenía un momento libre (básicamente cuando sus ojos ya no podían aguantar respuestas vagas a un problema enorme) ya se había vuelto algo bastante tedioso, así que sin más remedio, el exterior del laboratorio se volvería su mejor opción.

Las paredes de concreto que rodeaban la estructura hacían sentir el lugar como una prisión más que como un lugar seguro, pero esas paredes en especial habían salvado sus culos de muchos encuentros con infectados.

Supuso que antes la entrada del lugar estuvo llena de plantas y flores debido a los pocos restos de las secas que quedaban, le pareció un paisaje deprimente.

Far Away | Piggy |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora