𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝐈𝐈

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— ¿Sabes? Me ofende que no confíes en mi. Mira lo bien que está quedando. — La voz de una fémina en una habitación entreabierta era suave, pero orgullosa.

Dentro de esta, ella cepillaba con sus dedos el cabello de su amigo, hablaba de cada cierto tema y él respondía con breves frases, ella era la más parlanchina de los dos.

Sin embargo, la falta de alguna respuesta, aunque fuera sarcástica, le extrañó.

Sus manos detuvieron su recorrido cuando su ceja se arqueó e intento buscar el rostro de su amigo, encontrándose con una mirada cansada fija en algún punto muerto de la habitación.

— Te ves terrible, ¿Hace cuánto no duermes? — Zuzy cuestionó, sacudiendo al chico y sacándolo de su ensoñación.

Él pareció desconcertado unos segundos en los cuales procesó rápidamente la pregunta de la chica.

— ¿De que hablas?  Lo hago. —

Sin embargo, a pesar de su firme respuesta no fue capaz de creerle, no era tonta, Richard jamás había sido demasiado madrugador, y extrañamente de un tiempo para acá había comenzado a ser de los primeros en levantarse a primeras horas de la mañana.

— Si, claro. —

Su respuesta fue obviamente sarcástica, pero no recibió un reproche a cambio, nada.

No intentó presionar más, simplemente siguió con su tarea: Recortar el cabello de Richard. Este era algo largo y ciertamente estaba disparejo, se adjudicaba la culpa, pero en ningún momento se le llegó a ver mal, es más, en los últimos tiempos ¿Eso que importaba?

— ¿Puedo hacerte una trenza? — Zuzy preguntó con entusiasmo.

Richard estuvo a punto de negarse rotundamente, pero la emoción en el tono de su amiga era demasiado obvia para poder hacer eso. Suspiró y asintió, sin ánimos de iniciar un debate largo y tonto sobre porque debería o no dejarse hacer la condenada trenza.

Zuzy pareció encantada, por lo que se puso a trabajar de inmediato. Sus dedos recorrían el cabello de su amigo, separando las secciones con suavidad y entrelazandolas una sobre otra, siempre había querido intentar algo como esto en su amigo, solía hacerle trenzas a su hermana pero ella últimamente había estado más decaída y sin tantas energías, por lo que la mayoría del día estaba en cama. Además, su cabello ahora corto no la ayudaba en esta tarea.

El silencio fue cómodo y prolongado, no siempre habían las palabras, y no siempre eran necesarias.

— ¿Sabes? Creo que uno de los días más felices que hemos tenido, fue el día que te encontramos. — La frase fue un suave murmullo de parte de la chica, rompiendo con el ambiente silencioso y sacando a Richard de su disociación.

Su expresión fue pintada por la sorpresa, sus cansados ojos se abrieron ante los significados detrás de la breve frase de su amiga, nunca fue demasiado demostrativa, nunca le gusto verse demasiado vulnerable, era obvio, siempre se vio con el peso de ser fuerte para amparar a su hermana, aún así, era bastante empática y agradable en el fondo.

Y sobretodo, en el fondo, estaba agradecida de haberse encontrado con su mejor amigo de la infancia en medio de todo el caos.

— ¿Lo fue? Para ti, al menos. Siempre pensé que te gustaba porque conseguiste a alguien a quien molestar. —

Far Away | Piggy |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora