Capítulo 50

647 74 2
                                    

[Enzo lo lía con cuidado y ella observa fascinada, casi le resulta un proceso relajante.]

- Se te da bastante bien, ¿seguro que no haces esto a menudo? - pregunta frunciendo el ceño. Él se ríe.

- Te lo prometo... cuando era chico alguna vez lo probé con mis amigos. La universidad es el momento de experimentar. Y ahora de vez en cuando fumo algún cigarrillo normal, podés estar tranquila.

Ella se echa hacia atrás y suspira. Se tapa un poco más con la manta. Enzo se levanta un momento para coger un cenicero que vio junto a la chimenea mientras la encendía. Termina de liarlo y lo prende. Le da la primera calada y le muestra como se hace. Respira el aire y suelta un poco de humo antes de hablar. Se lo pasa.

- Despacio, y no inspirés mucho, o te agarrará la tos.

Ella asiente y lo sujeta con dos dedos. Da una pequeña calada que le hace toser a pesar de las indicaciones del chico. Se lo devuelve poniendo un gesto de desagrado. El chico se ríe y da otra calada. Suelta un poco de ceniza en el cenicero y expulsa el aire. Lo observa con detenimiento.

- Es buena... - sonríe.

- ¿Qué más has probado? - entrecierra los ojos y le arranca una carcajada al chico.

- No mal pensés de mí, Nati. Aunque bueno, durante el rodaje todos probamos una cosa, ningún tipo de sustancia - específica para tranquilizar a la chica. - Es un ejercicio que probamos para sumarnos en un estado alterado de la consciencia sin necesidad de drogas. El ejercicio nos ayudó a entender un poco más ese estado de alteración que sufrieron los sobrevivientes del accidente. Y bueno, esto se consigue por medio de las respiraciones holotrópicas, ¿lo conocés?

- No, nunca había oído hablar de ello.

- Consiste en hiperventilar entre veinte y cuarenta minutos, según la sesión. Y esto lo hacés con una persona que te va guiando durante todo el proceso y que te ayuda a regresar. A través de la respiración circular, las emociones y sensaciones que se acumulan guardadas en el cuerpo se mueven y todo eso va saliendo. Durante la sesión que hicimos en la montaña, sentí cosas loquísimas - sonríe al recordarlo. - Al principio te mareás, pero como estás acostado no pasa nada. Y empiezan a moverse partes de tu cuerpo y otras las dejás de sentir en función de si tomás consciencia del cuerpo o no. Yo, si no lo controlaba, sentía una separación del cuerpo. Y me agarró una angustia que no sé de dónde procedía y de ahí a la carcajada y una felicidad absoluta y de nuevo al llanto - hace una pequeña pausa para dar otra calada y se lo tiende.

Natalia lo agarra y escucha con atención. Enzo le da énfasis a su historia moviendo las manos con intención de expresarse más allá que con sus propias palabras, como si no fuera suficiente. Da otra pequeña calada y con esta no le da tos. Inhala y exhala por la boca con tranquilidad. Nunca ha intentado fumar porque le desagrada mucho el olor a tabaco, pero escuchando hablar a Enzo se olvida y no le disgusta tanto.

- Después vuelves a ti, a tu cuerpo y la sensación que se te queda es un nivel de apertura que para mí, - se ríe - solo es comparable con tomar cristales... o con otras drogas, pero es solo aire. De verdad que es muy loco. Después tomás mucho agua para recuperar y de verdad que la sensación es increíble.

- Vaya... Me parece una experiencia fascinante... tremendo viaje.

- Tremendo viaje... - repite mientras asiente y se ríe.

- Es muy fuerte como funciona el cerebro en situaciones límite. Ahora tengo curiosidad por probar.

- Yo repetiría sin duda, te lo recomiendo al menos una vez en la vida. Pero eso sí, tenés que estar con una persona que te guíe. No es como esto que estamos haciendo de fumarnos un porro - bromea.

Ella se ríe y le da otra calada antes de devolvérselo. No está segura de si le está haciendo efecto aún o no, así que prefiere no decir nada. Enzo lo remata y lo apaga contra el cenicero. Lo deja en el suelo y se acomoda un poco más. Agarra uno de los pies de la chica y comienza a darle un masaje. Natalia se siente muy a gusto, tanto que podría quedarse dormida allí mismo.

- Si sigues así me voy a quedar dormida... - susurra luchando por mantener los ojos abiertos, pero no tiene fuerzas para apartar el pie de sus manos.

- Otro efecto de la hierba puede ser ese, te relajás tanto que te da sueño.

- Pero es pronto - mira la hora en el reloj de encima de la chimenea. - Ya marca la 2:36 a.m. - Igual no tanto... - se retracta y ambos se ríen tontamente.

- Estás cansada... dormite si querés, está bien, Nati.

- No quiero dormirme aún, no quiero que sea mañana todavía - hace un pequeño puchero y se hunde más en el sofá. - Quiero seguir escuchándote toda la noche. Me gusta oírte hablar.

- Está bien, ¿qué querés que te cuente?

- Mmm... háblame de cuando eras pequeño y prométeme que no dejarás que me duerma.

- Haré lo que pueda...

- Promételo - insiste.

- Está bien - cede. - Lo prometo.

Pero Enzo sabe de sobra que no aguantará mucho más, y dejará que se duerma en cuanto pueda. Y ella sabe que no podría enfadarse porque la deje dormir. Natalia le mira expectante.

- Ah, ya sé - sonríe. - Te dije que siempre había querido ser actor.

- Ahá - casi murmura ella.

- Pues también tuve una época que quería ser espía - la chica se ríe con ganas y eso le espabila un poco. - Me imaginaba que era el mejor y me llamaban para las misiones más peligrosas... y bueno, si bien no soy espía, podría interpretar a uno.

- El traje de James Bond te quedaría de muerte - comenta. Enzo se ríe.

- Siempre he tenido mucha imaginación, desde niño... de hecho yo también tengo un cuadernito en el que apunto ideas para poder desarrollarlas en algún momento.

- ¿Ahí tienes apuntada la idea para tu guion? No me has dicho aún de qué va.

- ¿Querés saber? - ella asiente de nuevo y le coloca el otro pie encima de su regazo. - Está bien - y se refiere tanto a masajearle el otro pie como a contarle la idea. - Pero si te cuento vas a tener que participar sí o sí y firmar un acuerdo de confidencialidad.

Ella sonríe y asiente.

- Estoy dispuesta a firmarlo.

Y le gustaría echarle la culpa de todo al porro, pero lo cierto es que se muere de ganas por saber y por colaborar con Enzo Vogrincic en lo que sea...

Continuará...

A través de sus ojos | Enzo VogrincicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora