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Tauro
Sagitario era un completo desastre, y Tauro no podía ayudarlo.
El camerino del centauro se estaba volviendo en un conjunto de objetos lanzados al piso, maldiciones a los cuartos vientos y un lago de lágrimas. Ese era uno de los peores momentos de su amado compañero de banda. Y al mismo tiempo no era una novedad para el toro, había conocido eso desde el primer momento en que lo observó, exactamente cuando se enamoró.
El amor a primera vista era cursi pero a Tauro nunca le importo amar de esa forma, al contrario, le gustaba eso de su personalidad. Así que cuando miró a Sagitario sentado en una cafetería no dudo en entrar y entablar una conversación con el lindo chico que tomaba un pedazo de tarta de queso junto a una taza de té verde. Pensé que el destino estaba a mi favor cuando mire todo el establecimiento lleno y el único lugar desocupado delante de ti, así que pedí lo mismo solo que con un vaso de leche y sin pedir permiso me senté en tu mesa.
Miraste el plato y vaso delante mientras una pequeña sonrisa se formó en tu rostro pero cuando me miras tu expresión cambió. Debió notarlo en ese momento, cómo podías amar tanto a una sola persona que solo te permites ser sincero con él. Pero aún así fuisteis cortés conmigo, miraste disimuladamente la situación y no me presionaste para cambiar de asiento después de que algunos clientes se fueran, hicimos una pequeña plática sobre el clima y terminamos hablando de música, tú sobre las canciones escritas y tu vieja guitarra y yo sobre mi bateria. Fue la mejor plática que tuve ese día, encontrar te me hizo mucho más feliz.
Pero todo terminó cuando Aries se presentó, te miró divertido mientras tú quitabas la guitarra que tenías al costado para permitirle sentarse, se presentó y me pidió que me uniera a una banda.
—¿Tienes una banda?— te interrogó pero tú le das un pequeño golpe en el hombro mientras sonríe divertido.
—Claro que no, trabajo como cajero además este hombre siempre dice estupideces.
