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12 de agosto, 1651.

Santo Domingo, República Dominicana.

Tres días.

En tres días se acababa mi vida. Mi libertad.

Voy a casarme con un hombre al cual desprecio.

Mi madre dice que él es un buen partido, pero prefiero quedarme sola el resto de mi vida a compartirla con ese hombre asqueroso y despreciable. A mis 20 años no quiero casarme, sin embargo, mi opinión es irrelevante, a las mujeres no nos toman en cuenta, mi ilusión de un cuento feliz se ha rota desde hace tiempo ya, sólo nos ven como un pedazo de carne que sirve para tener sexo y quedarse todo el día en casa esperando a su marido y en otros casos atendiendo a los niños. Y no es que sea malo en su totalidad, pero creo y defiendo que merecemos un trato mejor, una vida mejor.

Me miro en el espejo, siguiendo los movimientos de mis manos con mis ojos. La brisa sopla fresco, los olores de las flores del jardín llegan a mí, me encanta disfrutar de la naturaleza. El toque de alguien en mi puerta me saca de mis pensamientos.

—Adelante— digo colocándome derecha y dejando el cepillo con el cual he estado cepillando mi cabello por un tiempo considerable.

—¡Cariño, tu prometido ha venido a verte! — aclama mi madre con cierta alegría. Ella debe pensar que él es un hombre maravilloso.

—Hola, ¿Cómo está mi futura esposa? — me da un beso casto en los labios al cual no correspondo, nunca lo hago.

—Bien

—¡Oh! ¡Pero que inoportuna soy! Voy a dejarlos solos para que puedan hablar tranquilos— dicho esto mi madre de retira como alma que lleva al diablo, lo que no sabe es que ha dejado al diablo con su hija.

Él le sonríe hasta que mi madre cierra la puerta, luego se voltea y me mira de una forma asquerosa.

Él tiene 24, puede decirse que es un hombre muy apuesto, es alto y un poco corpulento, cabello castaño y unos ojos tan oscuros como la noche, viene de una familia dedicada a los negocios ganaderos, de mucho dinero y prestigio, esto de nada le sirve cuando es un asco de persona.

—Ya no veo la hora de nuestra boda, querida mía.

—Al contrario de mí, espero que nunca llegue, desde el día que pediste mi mano a mi padre rezo todas las noches para que algo pase y ese día no llegue nunca— escupí con hostilidad.

—Por lo visto Dios no te ha hecho caso a nada de lo que le has pedido— acota, acercándose lentamente hacia mí—. No puedes evitar lo inevitable querida Lalisa.

—Nunca digas nunca— procedí a quitar con brusquedad la mano que había puesto sobre mi rostro, no soporto su contacto tan áspero—. Te pido, por favor, que te retires.

—Si acabo de llegar, pensé que podríamos ya sabes, divertirnos un poco, últimamente estas muy amargada.

—Créeme que he tenido mucha, pero mucha diversión últimamente— enfatice la palabra "mucho" sólo para hacerle molestar, lo cual hizo efecto y que de un rápido movimiento me tomara muy fuerte por el cuello.

—Espero que no sea lo que estoy pensando, porque de lo contrario voy a matarlos a ambos, a ti y a ese bastardo con el que me engañas— su tono de voz era fuerte, se notaba su enojo.

—Pues entonces que me declaren asesina serial, porque haré lo mismo con todas las prostitutas con las que te has acostado— me liberó de una manera brusca. Mi rostro adornado con una sonrisa victoriosa le echaba leña al fuego.

—Voy a irme, pero en tres días ya no habrá a donde ocultarse querida mía, y te aseguro que lo vas a disfrutar mucho.

Él intento besarme una vez más, pero lo rechace, ya no estaba mi madre para armar el teatro de la pareja feliz. Caminó hacia la puerta de mi habitación y antes de salir me dedicó una sonrisa cínica, la más cínica que le he visto hasta ahora. No logro comprender que tengo yo para que se haya obsesionado de esa manera, me quiere tener a como dé lugar, ni siquiera se tomó el tiempo de conquistarme, de enamorarme.

Yo no quería esto, quería tener una vida diferente a las otras mujeres, quizás viajar por todo el mundo y pintar los más hermosos paisajes, ser solo yo sin ninguna atadura.

Aún lo quiero.

Pero estaba en una carrera contra el tiempo y ya me estaba alcanzando. Tengo que hacer lo que sea para salir de aquí, antes de que el tiempo me alcance y pierda la carrera.

Voy a escapar.

Mar Dorado JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora