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Disponía a entregarle de nuevo la hoja con su nombre para que ella lo marcara, pero soltó ese "Llámame Jennie"de repente y ahora era yo la que no sabía que decir. Su voz era algo hermoso como sus ojos, habló en un tono suave, como con miedo a equivocarse.

—Jennie—repetí en voz baja para mí misma.

—¡Vaya, parece que ha hablado! — Soltó Frederick,quien olvidé seguía aquí.

Comenzamos prácticamente un concurso de miradas, iban desde mi hacia ella, de ella hacia Frederick y de Frederick hacia mí. Hicimos eso por un tiempo considerable hasta que Frederick rompió el silencio.

—Por lo visto sobro aquí, vendré en un rato, que pasen una buena tarde señoritas— su acento inglés se resaltó en cadauna de sus palabras.

Él caminó hacia la puerta y la cerró lentamente, sin hacer mucho ruido. Luego de haberse cerrado la puerta dirigí mi vista a ella, a Jennie nuevamente.

—¿Cuántos años tiene? — pregunté

—Diecinueve

—Pensé que era más joven, se ve mucho más joven— aparenta ser casi una niña.

—¿Cuántos años tiene usted?

—veinte. No me llames de usted, tenemos casi la misma edad, llámame Lalisa y yo te llamaré Jennie— me proyectaba hacia ella en el mismo tono suave que uso para dirigirse a mí— ¿Puedo saber por qué no me hablabas? ¿Es que no podías o no querías? Prometo no molestarme no importa lo que digas.

—Al principio no podía, estaba aterrada cuando hiciste tu gran aparición, pensé que eras la esposa celosa de aquel hombre por la manera con la que cruzaste la puerta, parecía que ibas a matar a alguien y ese alguien era yo. Por otro lado, estaba ese hombre tratando de abusar de mí, pensé que estaba pérdida— hizo una pausa—. Luego llegaron más personas tras de ti, me quitaron al hombre de encima y yo no podía moverme, y ese Señor iba a matarme, pero me salvaste, muchas gracias por eso— asentí diciéndole que continuará con la mano, creo que ha guardado tanto y está tan apresurada por decirlo todo—. Disté tus intenciones de tenerme con vida, las cuales me daban igual con tal de que no me asesinarán, se escucharon muchos gritos de dolor, y tú pediste que nos dejarán solas, aunque me hayas salvado pensé que ibas a hacerme daño...

—Yo nunca te haría daño, te hubiera conocido o no, asistí corriendo a tu llamado, aterrada por tus gritos que se escuchaban en todo el buque, pensé que uno de nuestros hombres estaba maltratándote—la interrumpí.

—Pero luego me trataste de una manera muy dulce y siendo comprensiva conmigo, realmente te importaba si estaba bien o estaba mal— continuó ella—. Me traías de comer y me hablabas con tanto miedo a preguntar algo malo— dejó escapar una pequeña risa—. No pude evitar que los recuerdos vinieran a mí y llorar por ellos cuando me llevaste a esa celda a vera ese hombre, tu pensaste que habías hecho mal y estabas castigándote, no fue tu culpa.

—Si hice muy mal Jennie, te he hecho llorar.

—Tú no has hecho mal, eres como un ángel que ha enviado Dios a protegerme, incluso luces como uno, no entiendo la razón por la que estás aquí con estas personas malas— caminó hacia mí, le hice un espacio para que se sentara conmigo en el sofá—. Lloré por la injusticia que atraviesa mi pueblo, por el mal trato que les daban a las personas, por lo cruel que puede ser la vida con los más hermosos seres humanos— una lágrima resbaló por su mejilla, la cual limpió rápidamente—Sin embargo, tú me haces ver que hay esperanza, sin importarte el color de piel, ni que han hecho o de donde vienen ayudaste a esas personas justo como lo hiciste conmigo, dime ¿Eres real? — era mi momento de soltar una pequeña risa; asentí ante su pregunta porque ella esperaba realmente esa respuesta— Es una pregunta estúpida, pero es que toda mi vida he estado recibiendo malos tratos y ahora alguien baja los brazos y los extiende para abrazarme, me cuestiono si es real o solo un bonito sueño.

Mar Dorado JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora