Capitulo 4

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—Olle Dei. —me hablo Lander, mi compañera de ballet, aquel chico alto y castaño del internado vecino. —Nos vemos en unos días, para el baile que nos dijo tu mamá. —si, teníamos una presentación de ballet en mi ciudad, en la fiesta de recaudos de San Patricio.

—Si, nos vemos, ¿Anotaste bien la dirección?. —le dije cuando mi taxi se estaciono en la acera del internado, aquel que me llevaría al aeropuerto para tomar un vuelo a casa, aquella que he visitado cada verano desde que me fui.

—Nunca la perdería. —se acercó y me puso la mano en la cadera, para luego besar mi mejilla, un beso que se tardó unos segundos, sabía que el sentía cosas por mi, pues me lo confesó y yo también he sentido algunas cosas hacia el, como no hacerlo si estaba lindo.

—Buen viaje. —sali de su agarre y subí en mi taxi, aquel que arranco enseguida, dejando a aquel chico atrás, aquel con quien alguna vez llegue a besarme a escondidas cuando venia a ensayar al internado, pues nos tenian vigiladas.

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Al salir del aeropuerto un auto de mi padrastro me estaba esperando, aquel que me llevaría a casa, ya era tarde, pronto caería la noche.

—Buenas noches señorita Deisy, cómo se encuentra. —me hablo jeral, aquel chofer que mi padre contrataba para mi cuando yo venía.

—Hola jeral. —lo abrace pues era como otro padre para mí. —Muy bien y tu?, ¿Cómo está todo en casa algo nuevo?. —subimos al auto, yo siempre que el iba me sentaba adelante con el, no me gustaba estar sentada atrás, aunque eso hacia que me ganará algún regaño de Logan y Rocío. Pues para ellos debía ir atrás.

—Bueno en la casa nada, todo igual, Pero si en la mansión Hamilton. —nombra aquella mansión donde Malkon se escapa de niño, me hizo fruncí una ceja.

—¿La mansión Hamilton?, ¿Qué hay con ella?. — curiose, viendo como jeral tomaba la autopista.

—Alguien la compro hace dos meses, la están terminando de reformar, al parecer tendrás vecino muevo, aunque es un misterio. —me hizo mirarlo y una sonrisa tomo sus labios, parecíamos una viejas chismosas.

—¿Misterio?. —pronunciaron mis labios, sintiendo mi estómago hormigueo, ¿Quien compraría aquella mansión en ruinas?.

—Si, nadien sabe quién es el dueño, al parecer es un joven, Pero no quiere que sepamos quien es. —se encogió de hombros.

—Bueno, seguro es un riquillo engreído. —hablamos otro rato mientras se nos pasaba el tiempo en llegar.

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Malkon.

Esa tarde después de tocar el piano subí a mi habitación y me fui al balcón a tomar aire. Mirando como uno de los autos de mi padre se estacionaba en la entrada y este salía a su encuentro. Pero lo que me dejó sin aliento y con las manos en puños sobre el barandal del balcón.

Fue ver aquella menuda figura femenina que yo reconocería de aquí a mil años, tez blanca, casi traslúcida, cabellos negros, aquellos que traía más cortos. Desde allí pude recordar perfectamente el color de sus ojos, aquellos que cada noche veía al cerrar los míos, aquellos de un gris rallado. Y sus labios rosa pálidos.

Ya hacía unos años que no la veía desde que era una pre adolescente y por culpa de ella fui internado. Cada noche fantaseaba con verle los ojos llenos de terror, un terror provocado por mi. Y allí estaba llegando para cumplir con esa fantasía que rondaba mi mente.

Está vez no se iba a salir con la suya.

Está vez si la haría huir de casa.

Pero sobre todo la haría huir de mí.

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