Primer beso

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La primera vez que Choi Seunghyun besó a alguien, fue en su época de pura inocencia infantil, había visto un drama televisivo junto a su madre, y se había emocionado tanto al ver a los protagonistas besarse que quiso intentarlo, las lágrimas en los ojos emocionados de ella sólo avivaron una idea en su mente.

Lo había planeado todo, llevó a una amiga del colegio cerca de casa, la escondió detrás de un bote de basura y, cuando su madre apareció, saltó con decisión, sujetando a la niña y plantándole un casto beso frente a los ojos desorbitados de su mamá.

Pensar en el sermón que recibió después era aún abrumador, la niña había comenzado a llorar asustada, y su madre le había obligado a disculparse y le había hecho entrar a casa, explicándole que no podía besar a las personas de aquel modo, no sin antes preguntar.

"Los besos están reservados para la persona que te gusta, Seunghyunnie."

"¿La persona que me gusta?" Había repetido él, sus grandes ojos parpadeando sin comprender todas aquellas palabras.

Su madre asintió, sonriéndole con dulzura, llevando uno de sus dedos al lugar en el que Seunghyun sentía su corazón latir: "La persona que está aquí adentro, a quien vas a amar y querrás atesorar siempre. Aún eres joven, pero vas a entenderlo después, cuando mires a esa persona y tu corazón se acelere."

Seunghyun no entendió nada ese día, pero podía comprender el concepto de su corazón latiendo con emoción, y, aunque pasaron los años y poco a poco fue olvidando aquel suceso tan inocente, cuando conoció a Kwon Jiyong, el niño con la sonrisa más dulce que había visto jamás, su corazón latió desbocado, su boca se secó, y recordó las palabras de su madre.

Cuando se conocieron, ya no podía considerarse un niño pequeño, estaba en la escuela media, y tenía los suficientes años para cuestionar porque su corazón enloquecía cuando aquel chico le sonreía con dulzura. Ellos no eran tan cercanos, no tenían mucho conviviendo, pero asistían a la misma escuela y vivían en el mismo barrio, por lo que seguido caminaban juntos de regreso a casa.

Jiyong era un niño maravilloso, tan lleno de energía y confianza que hacía a Seunghyun marearse, a él, que siempre había sido tan reservado, era envuelto por las locuras y travesuras del menor, y poco a poco se descubrió a sí mismo riendo y disfrutando de aquellas tardes que compartían.

Su amistad floreció naturalmente, de la misma forma en que el sol sale todos los días, su relación se fue estrechando, a tal grado que ambos conocían todo del otro: sus cosas favoritas, sus peores pesadillas, e incluso sabían su estado de ánimo con tan sólo mirarse a los ojos.

Había algo mágico cuando se miraban, Seunghyun podía sentirlo, algo cálido que le obligaba a apartar la mirada antes de que Ji pudiera percibir lo que había ahí. Siempre se preguntó si Jiyong había notado lo desbocado que latía su corazón cuando estaban juntos, la forma en que sus manos sudaban más de lo normal y como sus ojos demoraban unos segundos en alejarse de sus labios.

Jiyong tenía unos labios tan bonitos, se encontró a sí mismo fantaseando con poder plantarle un dulce beso, como en aquella vieja escena del drama que tanto le gustaba a su madre. Nunca se cuestionó muy en serio por qué, ni le incomodó que fuera Jiyong a quién deseaba besar, porque su madre se lo había explicado, le había dicho que su corazón vibraría como loco cuando conociera a la persona que estaría dentro de su corazón, y ahí estaba, justo a su lado, balanceándose en un columpio del viejo parque que había cerca de casa.

Sabía que Jiyong estaba contándole algo, se reía y agitaba sus manos, pero Seunghyun no podía despegar los ojos de aquellos labios esponjosos, mientras la emoción se aferraba a su cuerpo.

¿Jiyong quería besarlo también?

Buscó en aquel par de ojos marrones, cualquier atisbo, pero la dulzura de su mirada le derritió el corazón, y no le permitió pensar en algo más. Respiró hondo, intentando obligar a sus pulmones a funcionar adecuadamente, recordando al pie de la letra las enseñanzas de su madre sobre los requisitos para poder besar a alguien.

Era importante que su corazón latiera, que aquella persona estuviera dentro de su corazón, y tenía que preguntar, tener su aprobación.

─Oye, Jiyong ─sus palabras atropelladas detuvieron el enérgico monólogo que el menor había estado soltando con tanto entusiasmo. Las manos de Seunghyun comenzaron a temblar ligeramente, demasiado nervioso de repente. ─Puedo... ¿puedo besarte?

Aquel par de ojos almendrados se abrieron con sorpresa, y sus pies dejaron de balancear el columpio. Seunghyun sintió sus mejillas arder, y en respuesta Jiyong se sonrojó igual.

─ ¿Be-besarme? ─Seunghyun asintió, decidido. Dependía completamente de Jiyong, si él decía que no, no iba a insistir. ─ ¿Besarnos cómo...pegar nuestras bocas?

Seunghyun sonrió, mientras asentía de nuevo, sabía que debía estar avergonzado, pero Jiyong estaba siendo terriblemente lindo, y él no era muy fuerte contra eso.

─Yo...nunca he besado a nadie ─le hizo saber, sus mejillas se tiñeron aún más, si es que era posible. ─ ¿Por qué quieres besarme?

Seunghyun no estaba preparado para aquella pregunta, ¿por qué quería besar a Jiyong? Había un montón de personas más, pero él sólo quería sentir la calidez de aquel par de labios esponjosos. Al pensarlo, sólo encontró un sentimiento de necesidad aferrado a su corazón.

─Cuando te miro, no puedo pensar en otra cosa, mi corazón late demasiado rápido cada que te veo...sólo deseo hacerlo, ¿está mal?

Jiyong llevó sus manos a su rostro, ocultando la vergüenza mientras emitía un suave quejido, cuando volvió a ver a Seunghyun sus ojos estaban cristalinos.

─Si no quieres está bien, sé que es importante preguntar ─le hizo saber Seunghyun de inmediato, porque no quería hacer llorar a su amigo, así que alejó el sentimiento de decepción, enterrándolo muy al fondo de su pecho.

Jiyong se puso de pie, justo delante de él, colocó sus manos en ambas cuerdas del columpió que sostenía a Seunghyun y se inclinó. Pegó sus labios a los del otro de manera precipitada, un poco brusca, pero Seunghyun sintió que estaba a punto de derretirse ante aquel dulce gesto.

Sintió como si el mundo fuera capaz de acabarse y él ni siquiera intentaría moverse, ya no importaba nada más.

Duró apenas unos instantes, demasiado corto para ser llamado propiamente un beso, pero bastó, fue suficiente por los siguientes años, porque para ambos, en aquel tiempo, era suficiente su amistad y cercanía, mientras aquel inocente sentimiento crecía y echaba raíces en sus corazones.

***

¡Aquí tienen el primer drabble del Kisspril! Las historias son muy cortas, algunas más que otras jaja pero siempre manteniéndose entre las 500 y mil palabras, sólo momentos dulces que hacen latir mi corazón.

Espero me acompañen durante estos 8 días de drabbles diarios, y que sea de su agrado. Nos leemos mañana. 

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