- A la derecha, a la derecha, a la izquierda - murmuró la nueva cantante Melodie con molestia.
La recién llegada se encontraba en medio de un ensayo mientras las renombradas estrellas del k-pop la criticaban y se burlaban desde lejos.
"Se parece a todas las demás," murmuraban las voces.
A pesar de escuchar las críticas, la chica simplemente cerró los ojos y respiró profundamente mientras intentaba seguir los pasos que le había marcado su manager, cuando inesperadamente sufrió una caída.
- Creo que ya es suficiente por hoy - dijo el manager.
- No, no, yo puedo seguir - murmuró la chica.
- Necesitas descanso, Melodie. Nadie se convierte en algo grandioso de la noche a la mañana, tomate tu tiempo, me lo agradecerás más tarde.
El hombre se marchó y acarició el cabello de la chica con una sonrisa.
- Vamos, Melodie, tienes talento para esto, solo necesitas un poco de entrenamiento y convertirte en esa persona que deseas.
Yo asentí con los ojos un poco llorosos por el golpe. El hombre se agachó y me puso una curita que tenía en su billetera.
- Tranquila, seguro que con esfuerzo podrás convertirte en esa persona.
Mi respiración se tornó agitada y mi hiperventilación era evidente, provocada por los movimientos bruscos que me llevaron a fatigarme rápidamente. Decidí abandonar el lugar y regresar a casa, un modesto espacio con tan solo una habitación y un baño. Aunque no era la más hermosa, cumplía con mis necesidades. Al entrar en mi pequeño cuarto, me dejé caer en la cama aún empapada en sudor.
Al día siguiente, me levanté con hambre y salí con escaso dinero para disfrutar de un económico perro caliente, el cual sería mi única comida del día. Al regresar a casa, agradecida de tenerla cerca del estudio donde trabajaba a media jornada como camarera, reflexioné sobre mi vida. Aunque vivía de forma sencilla, tenía lo necesario para subsistir.
Mi labor en el restaurante era simple: atender a los clientes con amabilidad y servirles sus pedidos. Un día más parecía frustrante, pero en cierto modo, también resultaba divertido.