Nine

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Dejé a la chica sola, ordené que le hicieran el desayuno

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Dejé a la chica sola, ordené que le hicieran el desayuno. Tenía que salir de allí, tuve unas ganas enormes de besarla. No sé qué me pasó, pero tenerla cerca de aquella forma, el descontroló.
Me asusté tanto cuando la vi otra vez sin respirar, que tenía que estar a su lado y ver cómo pasaba la noche. No dormí bien, pero no me importó. Ella me preocupó y demasiado.

Fui a mi habitación y me metí en el baño, nada que no arregle una buena ducha. Encendí la llave de la ducha y me desnudé, dejé todo en el cesto y entre en la ducha. El agua empezó a golpear mi cuerpo, mojándola y relajándome. El agua caliente, me aliviaba, me quitaba todo y relajaba cada músculo de mi cuerpo. Apoyé mis manos en los azulejos y baje la cabeza, observando mis pies. Cerré los ojos y me dejé llevar por placer del agua.

Poco después salí y me enredé una toalla en la cintura, cogí otra para ir sacándome el pelo.
Salí del baño y una ráfaga de aire frío, caló mi piel. Fui hacía el clóset, cogí una camisa blanca y un traje negro. Cuando me vesti, salí de la habitación.

En el salón me encontré con María y Sarah, ella me miró y la sonreí.

—¿Cómo te encuentras? — pregunté y sus ojos conectaron con los míos.

—Bien, gracias. — respondió. —Iré a dar un paseo por el jardín. — asentí.

—Perfecto, ya me contarás. — salí de la casa .

Subí al coche y salí de los jardines de mi casa, miré por retrovisor y me encontré con el coche de mis escoltas, me seguían con un todoterreno negro.
Mi hermano me envió un mensaje, hoy enviaré el cargamento a Italia.

Cuando llegué, en el polígono no había nadie, excepto mis hombres y mi hermano. Salí del coche y camine hasta ellos, cuando notaron mi presencia, se acercaron a mi.

Dobroye utro, ser. — saludó uno de mis hombres. —El cargamento está listo para salir.

—Que no haya ningún problema en ello, porque entonces tu cabeza acabará en el agua. — amenacé y este tragó saliva.

—No se preocupe, señor. Todo está bien y llegará sin retraso. — asentí.

Caminé hasta el cargamento y mis hombres, metían todo en el barco. Ellos ya saben que no puede haber ningún error, que no haya robos ni algo parecido. El cargamento de drogas, estaba listo para enviarlo a Italia y sabían que no puede haber fallos.
sabes que si ese cargamento no llega a su destino, serán comida para tiburones. Saben que no me gusta. Desorden, no me gusta la impuntualidad. Lo quiero todo bien hecho y sin errores.

Después de ver al barco zarpar, pude quedarme tranquilo. Ahora solo tendría que esperar a que el barco llegará a su destino, que mis hombres me avisarán.

Me giré para ir al coche y vi a mi hermano fumándose un cigarro apoyado en el capó.


—¿Estás mejor? — me miró y sonrió de lado.


—Si, nada que no quite un buen polvo. — respondió y le dio una calada al cigarro para luego tirarlo al suelo y pisotearlo.


—Me alegro. — asintió y fue hacia el la puerta del copiloto.


Cuando murió mi esposa, me refugié tanto en mi trabajo y en mi organización, que deje de lado la alegría y el disfrutar. Llevaba tiempo sin acostarme con una chica, tampoco tanto ya que tengo a la empleada. Pero si necesitaba una copa, salir y olvidarme también de la chica que tenía en casa. Aún pienso el porqué tenía esas ganas de besarla, era un impulso que mi instinto quería hacer. Pero tenía que ser más fuerte, era la hija del asesino de mi esposa.
A veces las palabras de María, taladran mis oídos.

«Tal vez esa señal que tanto pides a ti esposa, la tienes detrás de esa puerta."

No sé si tenía razón, no sé si la señal de mi esposa, era ella. No quería pensar en aquello, así que, dejaré de pensar en ella.



—¿Te apetece tomar algo? — le pregunté a mi hermano y este miró la hora en su reloj.



—Son las dos de la tarde. — respondió y levanté una ceja.



—Mas tarde, no ahora. — exclamé y este asintió.



—Si, luego vamos al club Diamond. — se alejó para ir hacia si coche.

Subí al mío y fui camino a casa. Lo bueno de este polígono, es que está como abandonado. Casi nunca nadie viene y los que vienen son para follar en los coches con sus chicas o para hacer botellón o meterse drogas.
Ser el manda más de este país, no era fácil, casi todos me conocían y sabían quién era yo. Los policías me conocían como "el diablo ruso" los policías eran corruptos, no todos, pero la mayoría los tenía comprados y cuando algo pasaba, ellos hacían lo que sea para que todos dejarán de seguirme.

La entrar por la puerta, Sarah leía un libro en el sofá. Me sorprendió mucho verla en el sofá y como si fuese la señora de la casa, tenía ganas de sonreír, pero me mantuve serio. Cuando ella se dio cuenta que estaba ahí, dejó el libro y se levantó.



—Ya me voy a la habitación. — dijo caminando hacia las escaleras.



—Tranquila, no me molestas. — dejó de caminata para mirarme. —Puedes seguir leyendo como estabas, Siempre y cuando no hagas una de las tuyas.



—Gracias. — agradeció y negué.



—Me iré al despacho, cualquier cosa, ya sabes dónde encontrarme. — iba a irme, pero su dulce voz, me hizo parar.



—Vlad, ¿Cuando iré al médico? — la miré y sus ojos me observaban con... ¿Anhelo?



—Pasado mañana, a las diez de la mañana tienes que está lista para hacerte las pruebas. — asintió. —Sarah, te llevaré al médico porque no quiero que mueras y porque estoy siendo demasiado bueno. Si haces algún alboroto en el hospital, será la última vez que toques el césped o te dé esa confianza. ¿Quedó claro? — ella asintió.


Me fui al despacho y la dejé en el salón, no tuve que amenazarla, pero así me quedaba más tranquilo. Aunque no dejaré tan libre, la tendré vigilada.





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Hola, bella. Aquí tenéis otro capítulo de Vladimir y Sarah, Espero que os guste.

Iba actualizar el martes, pero se me complicó.

Decidme, que pensáis de este capítulo, os leeré

Besos desde España, nos leemos pronto.

LA BRATVA "THE KING" 1° (saga bratva) 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora