Un pequeño de 4 años, cabellos castaños alborotados corría por el parque. Escapando de su abuela.
— "¡Cariño, ven ahora!" — gritó su abuela, corriendo detrás de él y riendo.
Pero el niño no le hizo caso, parecía más concentrado en correr y correr.
El aire le daba de lleno en la cara, sintiendo como su cabello se removía de forma salvaje, y su piel se estiraba con fuerza. Riendo al imaginarse en como se estaría viendo en ese momento.
— "Ay!" — gritó al chocarse contra algo y caer en el pasto. Que picó en sus manos.
Levantó la vista. Encontrándose con un hombre en traje, enojado. Pronto comprendió, (al ver el que tenía un dije manchado de un líquido y en su mano un envase de café), quizás le había arruinado algo...
— "¡Lo siento, señor!" — el castaño se levantó. Haciendo una gran reverencia.
Su abuela llegó a la escena. Tomándolo por el brazo, y protegiéndolo al ponerlo detrás de ella. — "Quédate ahí cariño."
— "Señora. ¿Sabe usted la gravedad de lo que su estúpido niño hizo?" — preguntó el hombre, con una furia inhumana.
— "Oiga, mi nieto sólo se tropezó, todo fue un accidente." — se defendió.
El pequeño miraba por detrás de su abuela.
— "No me importa, mortal." — los dos familiares hicieron una mueca de extrañeza al ser llamada así. — "Usted y su nietecito se arrepentirán de haber dañado este dije."
Luego, se acercó a la abuela. Más específicamente a su oído. Y le susurró algo incomprendible para el pequeño, quién intentó ponerse de puntillas para escuchar. Aunque en vano.
Pero el grito ahogado de su abuela le hizo comprender que no era nada bueno.
— "Vámonos." — dijo la mayor, con un tono serio (y nada habitual) en ella. Tomándolo por el brazo y jalándolo lejos de ahí. Girándose a ver al señor, para gritarle: — "¡Usted es un maldito psicópata!"
El castaño sólo puso ser guiado por su abuela. No entendía nada, pero tenía tantas preguntas, pero su abuela parecía no tener intenciones de hablar de nada. Así que sólo suspiró y siguió dejándose llevar por ella.
Los rayos de Sol de las 4 p.m. le dieron de lleno en la cara. Despertándolo de su quinta siesta en la tarde. ¿Qué demonios había soñado? O más bien, recordado. Porque eso parecía un recuerdo, un recuerdo perdido de su niñez.
Realmente tenía problemas, ¿verdad?
Nah, simplemente había tenido un día muy difícil, atareado.
— "¡Hijo, baja a comer!" — oyó la voz de su madre gritar.
Suspiró, tallándose los ojos, buscando sus pantuflas y bajando las escaleras con pereza. Bostezando, llegando al primer piso dónde estaba el comedor y los manjares que su madre preparaba.
— "¿Estabas haciendo tarea?" — le preguntó su madre, sonriéndole.
Karl miró a otro lado.
No precisamente...
— "Sí, ya la terminé." — sonrió, mintiendo como solía hacerlo de vez en cuando.
Entrar en la universidad lo había convertido en un pequeño mentiroso. Pero aquello sólo eran algunas mentiras blancas, no le hacían daño a nadie, pues siempre terminaba haciendo sus deberes.
— "Bueno, siéntate, la comida ya está servida." — le dijo su madre, moviéndose de la cocina al comedor y viceversa.
Soltando otro suspiro, Karl se sentó en su silla habitual. Mirando los demás asientos vacíos. Se sintió un poco mal, sus hermanos no vivían con él ni con su madre, por el extremo catolicismo que ella tenía.
Comenzó a comer, lentamente, como siempre.
— "¿Cómo fue tu día hoy, cariño?" — le preguntó su madre, dando un sorbo a su vaso.
Karl comió un poco de carne antes de contestar. — "Bien."
Hubo momentos de silencio, dónde sonaban los utencilios chocando contra la porcelana de los platos, mientras la madre veía seriamente a su hijo.
— "¿Tuviste taller?" — volvió a preguntar, mirándolo.
— "Mhm. Dos horas." — respondió Karl, mientras tomaba su vaso y daba un sorbo.
Un golpe en la mesa por parte de su madre hizo que diera un salto. Dejó de masticar, soltó sus cubiertos y la miró.
— "¿Qué te está pasando, Karl?" — la voz de su madre sonaba furiosa.
No podía responderle. Porque ni siquiera sabía.
— "No lo sé." — respondió de manera simple.
— "¿No lo sabes? Karl, responde. ¿Qué es lo que te pasa?" — volvió a preguntar su madre. — "Pareces atontado. Tienes la mirada perdida últimamente... sueltas suspiros... y todo el día te la pasas con la mente en las nubes."
Karl miraba a su madre. Sí, lo sabía. Sabía todo lo que le pasaba. Pero no conocía el por qué.
— "No lo sé." — volvió a repetir. Miró su teléfono. — "Tengo que irme."
Su madre lo vio levantarse. — "¿A dónde vas?"
— "Oh, George me invitó a ver películas mientras hacemos tarea." — murmuró Karl. Mirando a su madre. — "No volveré tarde."
— "Está bien, avísame cuando llegues a su casa." — Karl asintió y salió de su casa.
Jelou.Lo sé, lo sé, volví a desaparecerme, pero terminé con mi ex ¿okey?
Igual aquí tienen. ¡Por cierto! Estaré iniciando otra historia Karlnap, inspirada en Hearstopper, por si se quieren ir a pasear por ahí.
Gracias, bye!
Canción del día: Getaway Car - Taylor Swift.
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JUDAS || Karlnap.
RomanceKarl es el chico más religioso, conservador e inocente de el mundo. Toda su familia adora a Dios y detesta todo lo que tenga que ver con el Diablo o "el mal", pero no podrían odiar nada más fuerte que el Satanismo. En cambio, Nick, o como prefiere q...