─ ❝🍓:: 𝐀𝐁𝐂 ; ℍ𝕒𝕣𝕦𝕟𝕠 𝕊𝕒𝕜𝕦𝕣𝕒 ִֶָ

❛❛❲🍨- 𝕴 ⨾⨾ 𝑻𝒐𝒃𝒊𝒓𝒂𝒎𝒂 𝑺 ִֶָ

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- ̗̀ 𝑰𝒅𝒐𝒍 ִֶָ ִֶָ ִֶָ ⸙

El trabajo de Tobirama no iba a ser sencillo, lo supo desde el primer instante en que lo aceptó. Pero no pensó que incluiría... Esto.

— ¡Tú te irás y ya no seré tuya, seré la gata bajo la lluviaaa!

Sorprendentemente, a pesar de todo el alcohol de su sistema, seguía afinando bien.

«Por algo es idol» pensó el guardia. Pero más importante aún, debía llevarla rápidamente a su hotel o ya podía ver en los periódicos una de sus fotos en primera plana.

— Señorita Haruno, por favor, no se aleje tanto. — pidió amablemente el peli-plata, pero Sakura hacía caso omiso.

La famosa Idol del momento, Sakura Haruno, había terminado ebria tras asistir a un after de unos de sus conciertos. Tobirama podía ver cómo caminaba a paso tambaleante y en zigzag.

Se suponía que su trabajo era de "medio tiempo", solo era su guardia durante los conciertos. Pero bien llegó a su casa, luego de este, recibió una llamada de Tsunade Senju, la manager de Sakura.

Y no hace falta decir cómo terminó, ¿no?

Su único consuelo era que le pagarían el doble si todo salía bien. Por supuesto, su trabajo no solo incluía protegerla, sino también salvar su imagen.

Con el paso en el que iban solo era cuestión de tiempo para que alguien la reconociera en la calle y le tomase fotos.

Se quitó su chaqueta de cuero y se apresuró en alcanzar a la oji-jade. Tocó su hombro para llamar su atención, y le tendió la chaqueta.

Sakura en su estado de ebriedad intentó pasar los brazos por las mangas, pero no parecía tener muchos resultados en ello. El peli-plata rodó los ojos y la ayudó también a ponerse el abrigo.

Cuando ella quiso sacar su cabellera del abrigo, él se lo impidió.

— Hay que intentar que no la reconozcan, por favor mantenga su cabello oculto.

Ella asintió de manera lenta, comprendiendo la situación.

Tobirama se percató que sé quedó inmóvil en su lugar, con la mirada puesta en algún punto. Pronto pareció tomar algo de conciencia de lo que llevaba. Su figura era eclipsada por la chaqueta de mayor tamaño, haciéndola lucir algo tierna.

Cuando Sakura intentó caminar de nuevo, pero al primer paso sus piernas se debilitaron y casi cae de cara al pavimento de no ser por Tobirama, quien la sostuvo en el momento justo.

Tobirama intuía que ya debía estar en la etapa de somnolencia.

— «Pues si no queda de otra.» — pensó.

Sakura no entendía por qué de pronto Tobirama se inclinaba hacia abajo, hasta que sintió como todo su al rededor se movía y se estabilizaba en los brazos del peli-plata. El Senju no tuvo reparos en alzarla al estilo nupcial y continuar su camino.

Aunque sonrojada, Sakura alzó los hombros restándole importancia y apoyó su cabeza en el hueco de la clavícula y el cuello de Tobirama.

— Hueles... Bien... — dio una bocanada de aire, sin estar consciente de como el hombre se estaba conteniendo para no verse afectado.

Tobirama caminaba a zancadas hacia el hotel, no creía poder soportar mucho más de esto. Por otro lado, –gracias a Dios– Sakura se había quedado totalmente dormida, por lo que no sentiría a su corazón bombeando como loco.

Solo tenía que llegar al hotel y ya. Trabajo completado.

⭒⭒⭒

Decir que había llegado al hotel prácticamente corriendo era algo muy acertado. No podía soportar estar un solo segundo más con la joven respirándole en el cuello.

Las puertas del ascensor sonaron con un agudo 'tin' indicando la llegada a su destino. Parece que Sakura también lo había escuchado porque comenzaba a recobrar la consciencia.

Con unos movimientos y unos golpes en la espalda de Tobirama, Sakura le indicó que quería estar de pie, y así pasó. Tambaleándose se dirigió al sofá del living y se sentó ahí, a tanteadas intentó encontrar la hebilla de sus tacones sin éxito, y por poco se cae hacia al frente por un mal equilibrio. Tobirama, quien la observaba sin perderse, solo suspiró y se arrodilló frente a ella. Sakura se apoyó en el hombro de este, como una especie de soporte para no volverse a casi caer de frente.

Tobirama pasó gentilmente sus dedos entre las tiras del calzado, buscando la hebilla. Podía sentir la piel de ella bajo sus dígitos, cálida y suave; lo primero, seguramente debido al alcohol de su sistema (lo mismo se aplicaba al evidente sonrojo en sus mejillas), y lo segundo, es gracias a los numerosos cuidados hacia ella misma. Tobirama entendía de primera mano el sacrificio de este trabajo, como cualquier oficio dedicado al espectáculo, generalmente traía más desdichas que otra cosa. Conllevaba más sacrificios de lo que se podía imaginar...

Al momento de sacar el calzado, sintió la piel dura en la zona del talón en contraste a la de otras zonas. Girando la cabeza, miró por encima de su hombro en dirección a un botiquín de primeros auxilios vacío, usado.

Tobirama se sobresaltó un instante al sentir los dedos de Sakura, finos y delicados, enrollar su mentón entre ellos y girar ligeramente su cabeza hacia su dirección. Tobirama se entregó por completo a cualquier exigencia de atención no dicha por ella, sentía que era capaz de entregarle el mundo completo si se lo pedía, pero en cambio, ella no dijo una sola palabra. Labios rosados que no pronunciaban ningún sonido, pero unos ojos jade que lo miraban como si fuera lo más precioso de este mundo, con un amor y una dulzura tal que debía ser ilegal en algunos países remotos. Un amor que estaba mal, uno que no se merecía.

— Deja de mirarme así... — suplicó.

— Tú empezaste... — contraatacó en voz baja, sus labios comenzando a formar un puchero.

Sus manos pronto se expandieron a ambos costados del rostro de él, acariciando sus mejillas con sumo cuidado. El temple de Tobirama se rompió y quedo a merced de su roce, ya nada le importaba, solo este momento, solo este acercamiento y no más.

Cualquier cosa que ella quisiera darle, lo tomaría humildemente, como si de un siervo venerando a su amo se tratase. Tan sumido en su toque, tan borracho de él, que ni siquiera tuvo reparos en pensar en su futuro yo, el que se moriría de tristeza luego de ser apartado de ella. Al que le ofrecieron un dulce que jamás sería suyo.

Pero solo en ese momento nada más le importo.