Jova y los otros habían pasado las últimas dos semanas espiando el campamento de Los Cóndores desde la seguridad que las sombras de los árboles del bosque les ofrecían. De esta manera, habían logrado tener conocimiento detallado del horario de esos criminales.
Sabían los momentos aproximados de patrulla y quiénes eran los guardias que más holgazaneaban. Sabían en qué momento del día salían a cazar (en la mañana), cuándo volvían (por la tarde, después del almuerzo) y quiénes lo hacían (cuatro muchachos). Rodrigo y Marcos los habían seguido varias veces, y llegaron a la conclusión de que no eran demasiado habilidosos. Por otro lado, también lograron identificar en qué carpa dormía el líder y hasta qué mujeres lo visitaban cada noche.
Tamara había encontrado la especie de jaula que Los Cóndores habían montado de manera improvisada con ramas de árboles atadas, donde tenían a las personas de su campamento secuestradas. Tenían a seis hombres y cuatro mujeres. Estaban amordazados, con manos y pies precintados, para luego ser atados por la cintura todos juntos, con una misma cuerda, al ancho y grueso tronco de un árbol en el centro de la jaula.
Los Cóndores los alimentaban sólo cuando recordaban sus existencias, que solía ser una vez por día. O, incluso, cada dos días. No les permitían salir para hacer sus necesidades y, en cambio, los obligaban a hacerlo en un rincón de la jaula.
Jovanna había dado con la carpa en donde tenían las provisiones. Allí guardaban la comida y los granos que les habían robado. También tenían armas, barriles de cerveza y vino, bidones de gasolina, y botellas y botellas de bebida blanca. Pudieron saberlo gracias a que los dos guardias que parecían tener el trabajo de cuidar esa carpa solían dormirse ambos a la vez, de madrugada. Aunque lograban despertar incluso antes de que saliera el sol, le daban el tiempo suficiente a Jovanna para entrar y espiar.
Y robar.
Y ahora tenía su carcaj lleno con treinta afiladas y letales flechas.
Las había robado poco a poco. De a cinco o seis por noche, para que no fuera tan obvia la disminución del stock. Pero, por fortuna para ella, Los Cóndores no llevaban un correcto control de sus provisiones.
Ni siquiera sabían cuantas armas tenían. Eso también les había jugado a favor: Jovanna había logrado robar, con ayuda de Federico, además de sus flechas, armas para todos. Munición, una pistola para cada uno, y dos fusiles de asalto: uno para Fede y otro para Jova, quien era la siguiente con más probabilidades de poner una bala en una cabeza.
No. Un arma no era lo mismo que un arco y una flecha. Pero seguía teniendo más chances que los demás.
Además, se llevaron un extra de tres fusiles, cinco pistolas y aproximadamente diez granadas. También se robaron botellas de alcohol y paños para armar bombas Molotov.
El plan era sencillo: se separarían en tres. Tamara y Marcos, y Federico y Rodrigo. Jovanna estaría sola por unos minutos.
Inmediatamente después de que los cazadores salieran, Tamara y Marcos los seguirían para emboscarlos y noquearlos. Luego, Tamara se dirigiría a toda velocidad con Rodrigo y Federico, mientras que Marcos se dirigiría hacia Jovanna. Y allí comenzaría la acción.
Primero liberarían a los secuestrados. Los armarían con los fusiles y pistolas extras, y a quienes se quedaran sin equipo, les darían las granadas y las Molotov con fósforos y encendedores.
El ajetreo y desorden sería la distracción para que Marcos y Jovanna ejecutaran la segunda parte del plan: vaciar lo más posible la carpa de suministros y luego prenderla fuego.
Prenderían fuego el campamento entero. Cómo ellos habían hecho con el suyo.
Les habían robado. Los habían asesinado, secuestrado y humillado. Nadie lo haría y saldría impune. Estas eran las consecuencias de hacerlos enojar.
Ahora era su turno de arder.
Agazapada sobre una rama alta de un árbol, Jovanna escuchó el crujir de unas ramas debajo de ella. Apuntó una flecha hacia la persona que producía el ruido, pero la bajó al ver el rostro de Marcos.
—¿Dónde estás, Jova? —oyó el susurro histérico del muchacho —¡Los prisioneros escaparon antes de que nosotros pudiéramos sacarlos! ¡El plan se adelantó! ¡Ya está en marcha!
Jovanna bajó de un salto, tragándose el vértigo y las náuseas. Sin mediar palabra, ambos se lanzaron a correr hacia el campamento. Cuando llegaron, el olor a humo los invadió. Muchas carpas estaban ya en llamas.
Marcos saqueó el almacén en tiempo récord, mientras Jovanna vaciaba en el suelo todas los bidones de gasolina que encontraba. Agujereó con una flecha los barriles para derramar también sus contenidos, y una vez que volvieron a las afueras del campamento, ató una tira de lino a la punta de una flecha y la prendió fuego. Apuntó a la carpa y disparó.
Primero se encendió la tela. Una llama pícara e inocente. Juguetona.
Y luego la carpa explotó.
Jovanna no pudo controlar la risa histérica que le raspó la garganta.
«Que ardan. Que ardan en el infierno»
Ató una nueva tira de lino a otra flecha, la prendió fuego y apuntó a otra carpa aleatoria.
—¿Qué hicieron? —una voz masculina la detuvo justo antes de que la soltara.
Ella miró al dueño de dicha voz. Sólo le bastó ver la silueta del cóndor tatuada en el costado izquierdo de su rostro para identificarlo.
Era el líder de Los Cóndores.
—Raúl, querido —ronroneó ella, con voz de amante.
—¿Qué hicieron? —repitió él—. Lo quemaron todo. Ahora ni siquiera ustedes tendrán alimentos. ¡Pedazos de trastornados!
Enmudeció en cuanto Jovanna apuntó la flecha hacia su pecho. Él no sabía que habían asaltado el almacén antes de hacerlo estallar, pero tampoco tenía por qué saberlo.
—De rodillas —ordenó Jova.
—¿Q... qué? —balbuceó Raúl.
—Ponete de rodillas y reverenciame. Rogame misericordia. Piedad. Rogame que no te mate.
Raúl obedeció para salvarse el pellejo. Se puso de rodillas e inclinó la cabeza.
—Perdoname la vida —suplicó —. Apiadate de mi alma. Por favor.
Jovanna sonrió.
—No —dijo.
Y disparó.
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EL CATACLISMO
AdventureElla es Jovanna Herrera, tiene veinticinco años y es una sobreviviente. Se separó de su grupo y ahora está sola. Pero, al menos, estás vos para leerla. ---- Libro creado para participar en el concurso #AventuraEnAcción 2024.