Capitulo 14

154 19 6
                                    

No podía creer lo que observaba, sentía un hueco en mi corazón al ver a Lancelot así, corrí hacia él sin dudarlo, seguía débil, pero mi cuerpo anhelaba estar a su lado. 

Con solo mirarlo era bastante obvio, podría ser muy fuerte y vivir cientos de años más que cualquier criatura, pero no era inmortal, Lancelot estaba al borde de la muerte.

Corría entre los escombros y el humo, mi vestido desgarrado, sucio y cubierto de sangre bailaba como un estandarte de valentía en un campo de batalla. Mi cabello se mecía en el viento, una melena salvaje que desafiaba al destino mismo. Con cada paso, mi corazón latía con fuerza, impulsándome hacia el único pensamiento que me guiaba: él.

Lancelot, tendido entre las sombras y la agonía, luchaba por mantenerse aferrado a la vida, cientos de hadas lo tenían rodeado, pero él no mostraba debilidad en su rostro solo arrogancia, fuerza y determinación. Su armadura estaba manchada de sangre, su rostro pálido y ensombrecido por el sufrimiento. Pero al verme note como los sonidos de la guerra se desvanecían a su alrededor mientras su mente se aferraba a una sola imagen: yo.

Lancelot aparta a aquellos que le estorban para poder llegar a mí, me abraza con fuerza, pero su cuerpo se tumba sombre el mío, lo tomo con fuerza para recostarlo en el suelo mientras sostengo su cabeza con uno de mis brazos y acaricio su rostro con mi mano.

En medio del caos ensordecedor de la guerra, donde el estruendo de las armas y el clamor de la batalla llenaban el aire, nuestros corazones se encontraron en un momento de desesperación y esperanza.

—Sabía que me buscarías, no puede evitarse, soy encantador —se ríe.

—Guarda silencio estas demasiado débil.

—Luna... tus alas ¿Quién te hizo esto? —sus ojos irradiaban furia— me encargare de matarlo, debe pagar por el daño que te ha causado.

—Olvídalo...

—No, necesitan pagar.

—No importa, puedo vivir sin ellas, pero no sin ti. —tomo un gran suspiro— Lancelot, hare el hechizo de sanación que me enseñaste.

—Es demasiado riesgoso no has aprendido a manejar bien tus poderes, mírame, sé que va pasarme, no desperdicies tus fuerzas en mí, lucha y escapa de aquí.

—Pero... ¿quién te hizo esto?

—Los caballeros del Reino de las Hadas, pero no puedo culparlos, nuestros Reinos se han odiado por años —Lancelot toma con fuerza mi mano— pero ahora tú eres lo único que importa y no puedo evitar preguntarme porqué tardaste tanto en llegar a mi vida.

Lancelot suelta un suspiro y la fuerza que tiene su agarre en mi mano se vuelve débil. Mi cuerpo no dejaba de temblar mientras sostenía su cabeza con delicadeza, la respiración de Lancelot se volvió entrecortada mientras luchaba contra el inexorable avance de la muerte.

Los sonidos de la batalla se desvanecieron a mi alrededor, como si el universo entero se detuviera para presenciar el momento de despedida entre nosotros, dos amantes destinados a encontrarse en medio del caos y la tragedia.

Acaricie su rostro con infinita delicadeza, memorizando cada línea, cada rasgo que tanto amaba. Nuestros ojos se encontraron, reflejando el dolor de la despedida y el amor eterno que compartíamos.

—No te vayas —susurre, con la voz quebrada por la angustia— Quédate conmigo, por favor.

Lancelot tomó mi mano con debilidad, aferrándose a mi presencia como si fuera su única ancla en un mar de tormentas.

—Te amo —susurró Lancelot con un último aliento, sus palabras llenas de amor y gratitud por haber encontrado el consuelo de nuestro amor en sus últimos momentos.

Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras lo abrazaba con fuerza, como si pudiera contenerlo en este mundo un poco más de tiempo. Pero el destino era implacable, y el hombre que amaba se deslizaba lentamente hacia la oscuridad, dejando atrás un vacío insondable en mi corazón.

Entre sollozos bese su frente con dulzura, prometiendo recordarlo por siempre, llevando su amor conmigo hasta el final de mis días.

Pero no planeaba dejar las cosas así, no sin antes intentarlo, no me iría sin haber dado todo de mí para poder salvarlo, debía hacer mi mejor esfuerzo antes, así que decidí sanarlo, tenía que hacerlo, su corazón estaba demasiado débil y latía sin fuerza, pero seguía vivo todavía tenía una oportunidad.

Al reunir todas mis fuerzas y realizar el hechizo sentí como un nuevo poder comenzaba a crecer dentro de mí, palabras desconocidas comenzaron a brotar de mis labios, mis alas volvieron a crecer, ahora más grandes y hermosas, mi cabello se volvió más largo y mi vestido desgarrado estaba siendo cubierto por flores hermosas, sentía como mi poder se volvía cada vez más grande que el anterior.

Las heridas de Lancelot comenzaron a curarse, su piel se volvía menos pálida y su respiración regular y tranquila. La alegría inundaba de emoción a mi corazón.

Un aura hermosa como el oro y tan deslumbrante como el sol comenzó a surgir de mis manos y se volvía cada vez más grande mientras continuaba con el hechizo de sanación. Curar a alguien es difícil y curar a un Rey Demonio era casi imposible, pero no conmigo, no con este poder que surgía de mí.

El aura dorada repleta de energía, se volvió tan inmensa que cubrió a ambos ejércitos iluminando todo con su resplandor cálido y reconfortante, todos se detuvieron y comenzaron a observar, mis manos estaban temblorosas, pero firmes y mi voz resonaba en medio del caos.

Finalmente, el hechizo llegó a su conclusión, dejando con ello un aura de paz y renovación. Observe maravillada a Lancelot que yacía ante mí, ahora libre del peligro inminente de la muerte.

Ambos nos pusimos de pie y con lágrimas de alegría en mis ojos, me incline hacia él y lo abrace con ternura, sabiendo que juntos habíamos vencido a la oscuridad, nuestro amor era más fuerte que cualquier adversidad, yo era más fuerte, incluso en medio de la guerra más despiadada.

Fue entonces que me percate que la guerra se había detenido, había logrado sanar no solo a Lancelot sino también a todas las hadas y demonios que estaban heridos, todos observaban asombradas sin decir una sola palabra, fue entonces que uno por uno se arrodillaron ante mí para mostrar su respeto y gratitud.

—Bien hecho, mi Reina —Lancelot me toma con fuerza como si temiera que ahora yo desapareciera.

—Tenía tanto miedo.

Lancelot rosa mi labio con su pulgar y me beso, es como si hubiera querido ayudarme a confirmar que él estaba aquí, vivo y a mi lado.

—Descuida, no te dejare ir nunca mi Reina, eres mía.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 04 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

luz y sombra. La leyenda del Reino de las Hadas +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora