Capítulo 13

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Mi ropa estaba desgarrada, cubierta de tierra y sangre, solo quería recostarme y dormir, pero, aunque sabía que no podía mi cuerpo me jugo en contra y caí en un sueño profundo.

Al abrir mis ojos estaba en un lugar diferente era un enorme campo de flores todas eran hermosas, el clima era agradable, el cielo tan azul y las pequeñas mariposas que volaban tenían sus alas transparentes las cuales con el reflejo de la luz se miraban torna sol provocando que pareciera que eran de cristal.

No había nada alrededor, me puse de pie y caminé unos minutos, pero lo único que logré ver era una infinidad de flores, curiosamente no me ponía inquieta, al contrario, este lugar me transmitía paz.

–¿Cómo te sientes?

Escuche una voz cálida a mis espalda, tan dulce y tranquila, me recordaba a la voz de este cuerpo, pero resultaba más agradable la que estaba escuchando.

Me di la vuelta y había una mujer idéntica a mí, pero incluso teniendo el mismo cuerpo al contrario de mí ella sí tenía sus alas, estaba limpia, un vestido blanco y largo la cubría dejando descubierta su clavícula, su cabello era más largo que el mío y estaba repleto de flores, las mariposas volaban a su alrededor y su mirada era tan agradable.

–¿Reina Serephina? –las palabras salieron de mi boca sin darme cuenta, era como si mi subconsciente ya supiera quién era, pero quería confirmarlo.

–Luna... –ella camina hacia mí y pone una de sus manos en mi mejilla– ¿qué ha pasado?

–Espera, tú... por fin te encuentro, quiero regresarte tu cuerpo, pero también quiero quedarme en este mundo con un cuerpo propio, solo dime qué tengo que hacer y yo –Serephina me interrumpe.

–Tranquila, yo no quiero regresar, fui yo quien te dio mi cuerpo, quitártelo ahora no es correcto.

–¿Qué? No entiendo...

–El día que yo te di mi cuerpo morí...

–Pero ¿Cómo? Es decir, eras la Reina Hada, una de las criaturas más poderosas, leí que las Reinas Hadas solo suelen morir de vejez

No lograba entender como Serephina había muerto si era alguien sumamente poderosa, joven y muy hábil, además su cuerpo estaba intacto, el único problema era que su alma no estaba en su cuerpo o eso quería pensar.

–Luna, si leíste sobre las Reinas Hadas entonces ya debes saber que nunca ha sucedido que la nueva Reina Hada sea la hija de la anterior, una Reina Hada vive siglos y se dedica por completo a su pueblo no tiene familia, hijos, pareja o amigos y es así hasta sus últimos días cuando por fin muere y su alma descansa, pero los poderes, la magia, la fuerza, todo se hereda aquella bebé que haya nacido justo al mismo instante en que la Reina muere.

Yo no fui la excepción, era joven, pero ya estaba cansada y no quería imaginar el resto de mi vida así, siempre luchando y protegiendo este Reino, los amaba a todos, pero me sentía encarcelada y aun así no podía decir nada... no era correcto. Quería ver a mi familia, enamorarme, tener hijos, amigos.

Así que decidí acabar con mi vida, pero al ser tan poderosa era difícil cumplir mi objetivo, así que utilizaría mi propia magia para realizar un hechizo que debía secar mi corazón.

Una Reina Hada muriendo tan joven y antes de ser coronada, sería algo histórico.

–Yo... también había decidido acabar con mi vida, estaba cansada de todos los tratamientos, el dolor, el nulo progreso de sanación, todo, así que decidí saltar por la ventana. –Serephina toma mis manos y se sienta en el campo de flores por lo que yo hago lo mismo.

–En mi caso, una noche mientras estaba acostada decidí que lo haría y justo en ese instante sentí el alma de alguien más con los mismos deseos –Serephina estaba tan relajada mirando el campo de flores que teníamos frente a nosotras, pero de pronto, se giró para verme directo a los ojos– la diferencia era que ella había luchado por tanto tiempo para poder seguir viva y yo luchaba para ya no estarlo, así que con mi último aliento transferí su alma a mi antiguo cuerpo y con ello mi magia.

–Entonces arrastraste mi alma justo en el momento que había muerto a tu cuerpo justo antes de morir –digo asombrada.

–Perfecto, lo entendiste muy bien –Serephina toma mi mano y sonríe– Ni siquiera yo sabía que era posible, recuerdo que incluso me despedí de mi sirvienta más cercana, ya que nunca antes había pasado algo así.

–¿Y no te gustaría regresar? Mi objetivo era encontrarte y regresarte tu cuerpo.

–Luna, yo soy feliz aquí, he podido conocer el alma de las antiguas Reinas y de muchas otras criaturas, me siento en paz.

–No sé cómo usar tu magia -confieso.

–Luna... esa ya no es mi magia, ni mi cuerpo, ni mi vida, ahora todo eso te pertenece, no lo veas cómo algo ajeno a ti porque es tuyo, tal vez más de lo que alguna vez lo fue para mí.

Al escuchar esas palabras las lagrimas empezaron a salir de mis ojos era como si lo que realmente hubiera estado buscando todo este tiempo era su permiso para quedarme porque sentía que todo lo que estaba viviendo no me pertenecía.

Serephina sonríe, tiene una mirada cálida, se acerca y me abraza, siento una enorme alegría, es como si fuera una hermana, pero no creo que sea posible verla de nuevo y eso me ponía triste.

No quiero ni imaginar cómo tuvo que ser su vida para que tomara la decisión de no querer seguir con ella, espero que algún día su alma reencarne y pueda vivir su vida con toda la libertad que su corazón desee.

–Me hubiera gustado conocerte más... ser amigas –digo desanimada.

–Hubiera sido, lindo – dice Serephina mientras sonríe.

Una gran puerta tallada en mármol blanco aparece, se abre y de ella resplandece una luz cegadora, no logro ver qué hay del otro lado, pero mi instinto me dice que ahí esta ese gran mundo de fantasía del que acabo de salir y al cual deseo regresar.

Miro a Serephina, ella tiene una mirada triste, pero no deja de sonreír cruzo la puerta, pero antes giro rápido mi cabeza y logro entender como los labios de Serephina dicen "suerte"

Miro a mi alrededor, estoy tirada en el suelo, la guerra continúa puedo notarlo por los incesantes gritos y choques de espada que se escuchan cerca. Mi cuerpo me dolía, pero por suerte mis alas rotas habían dejado de sangrar, aun así, estaba cubierta de tierra y sangre estoy segura que de no ser porque soy la Reina hada ya estuviera muerta.

Comencé a correr y había cientos de cadáveres tirados en el suelo, demonios y hadas estaban luchando hasta la muerte, podría sonar egoísta, pero lo único que me importaba en ese momento era ayudar a Lancelot, sería más fácil detener a los demonios y las hadas si sus Reyes se lo ordenaban.

Una enorme explosión de magia negra lanzo a ciento de hadas provocándoles heridas graves, corrí a ver de dónde había venido tal fuerza y ahí estaba Lancelot con heridas grabes, a punto de caer mientras se apoyaba en su espada quien a juzgar por los cientos de cadáveres que había a su alrededor había estado luchando contra miles de caballeros hada.

luz y sombra. La leyenda del Reino de las Hadas +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora