Capítulo V

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"El silencio es el peor castigo"

Después de aquella noche, Melody y Cillian no volvieron a dirigirse la palabra, aun cuando el silencio les resultaba tortuoso y habían tantas cosas por decirse, sabían que era lo mejor que podía hacer era dejar las cosas como estaban, por el bien de todos y el suyo propio, sus sentimientos debían ser un secreto que esconderían bajo un trato amable frente al resto de la familia, al menos hasta que el viaje terminara y sobre todo ahora que las cosas parecían mejorar.

Los Beckham terminaron por aceptar la decisión de Melody, rendidos ante la idea que su hija no cambiaría de decisión y lo mejor que podían hacer era apoyarla y estar felices por ella. La conocían, lo suficiente para saber que no había fuerza humana que la hiciera desistir de sus decisiones, mucho menos una como esta.

Pero era Margaret Murphy quien, sin duda, disfrutaba el viaje más que el resto cuando su esposo comenzó a hacer lo que ella tanto quería; esforzarse por el matrimonio. El ojiazul le dedicaba toda su atención, su tiempo, era atento y cariñoso, tanto como en los primeros años en los que se volvieron esposos. Sin embargo, bastó el momento en que tuvieron intimidad para que Cillian se diera cuenta de que el amor que alguna vez sintió por su esposa se había esfumado por completo.

Disfrutaba del sexo con ella, claro, y sin duda existía un cariño, un cariño nostálgico que no era más que la sombra de lo que un día fue un deseo y un amor intenso y descontrolado por la pelirroja y que ahora, ya no existía. No podía ignorar el hecho de que, mientras se acostaba con su mujer, pensaba en Melody, deseando que fuera ella quien estuviera debajo de él gimoteando su nombre y clavando las uñas en su espalda.

Así que la mañana siguiente, cuando despertó más temprano de lo usual y vio a su mujer dormida en su pecho, él se sintió el ser más miserable del planeta. Se levantó de la cama sin levantar a Margaret, necesitaba estar solo y despejarse de los pensamientos que daban círculos en su mente.

La terraza en la parte trasera de la casa que se alejaba de todas las habitaciones, era el lugar perfecto para eso. Tenía una vista preciosa del mar y del amanecer, una explosión de naranja y amarillo que el cielo reflejaba en el agua. No había ruido alguno más allá de las olas rompiéndose en la orilla y las gaviotas.

Cillian dejó que sus pensamientos se quedarán en blanco mientras descansaba en las sillas que estaban frente a la piscina, cerró los ojos por un momento y se sintió en profunda calma, cosa que hace mucho tiempo no sucedía. Hasta que el ruido de la puerta abriéndose lo sacó del trance.

Detrás de él, entrando a la terraza, estaba Melody. Aún vestía un conjunto de pijama, que era un short, una blusa y una bata de color azul marino con tela de seda. El mayor la escaneó de arriba a abajo.

—Perdona, no sabía que estabas aquí— Dijo tímida mientras abría la puerta para irse.

—Puedes quedarte— Dijo el castaño.

—No quiero incomodar— Se excusó mientras se ataba la bata por enfrente, Cillian dejó de mirarla.

—No digas tonterías, ven aquí— Aquello era una invitación, pero la voz grave e imponente de Cillian lo hizo parecer una orden, una que Melody no iba a desobedecer.

Caminó hasta las sillas, no sé atrevió a tomar lugar junto a él, sino que se sentó en la silla aparte que estaba separada lo suficiente para no alterar su paz.

—Es un lindo paisaje— Habló finalmente el mayor rompiendo el incómodo silencio.

—Lo es— Afirmó ella sin levantar la mirada del suelo— Por eso es mi...

—Tu lugar favorito de la casa— Dijo Cillian terminando la frase por ella y captando la mirada atenta y sorprendida la chica— Te gusta estar aquí, porque te ayuda a aclarar tus pensamientos.

Secreto de Familia [Cillian Murphy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora