Día 2: Sobrenatural

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A los quince años, Itadori Yuji fue expulsado de la manada de lobos por no cumplir con el estándar de un híbrido normal. El chico de cabello rosa tenía la capacidad de concebir a pesar de que era un hombre; los miembros de su clan lo consideraban un castigo divino infligido por las acciones de sus antepasados, e incluso pensaron que esa anomalía podría ser una aberración de la naturaleza. Simplemente, no encontraron una respuesta lógica al recibir semejante pena. Desde pequeño, habían entrenado al joven para que se convirtiera en el futuro líder. Sin embargo, al revelarse su insólito don, desistieron de mantenerlo entre sus filas y optaron por abandonarlo, borrando así todo rastro de su existencia como aliado.

Afortunadamente, Itadori logró sobrevivir. Ahora, con veinte años, había formado su propia manada de lobos. Él no hacía distinción; protegía a niños, mujeres y hombres por igual. Con el tiempo, el número de integrantes crecía, y las hazañas del joven eran conocidas en cada rincón del bosque. Siendo un adulto, era de ley que Yuji tuviera su familia, pero el chico no tenía esos planes en mente. Prefería recorrer los innumerables senderos de la selva con su gente. Para el atractivo muchacho de ojos marrones, ese era su único motivo, hasta que conoció a aquel individuo que yacía herido de apellido Fushiguro.

Megumi vivió una situación similar a la de Yuji, aunque con ciertas diferencias. En su caso, el Consejo había ordenado que debía casarse con una loba de su misma sangre, ya que los miembros de su familia mantenían vigente la tradición de contraer matrimonio entre sus integrantes con el fin de conservar el linaje puro de sus antepasados, pero Fushiguro se negaba a seguir los preceptos arcaicos de su estirpe. Por esa razón, su padre, junto con el resto de parientes, se aseguró de enviar un mensaje contundente a todos aquellos que se oponían a sus deseos. Prácticamente masacraron al joven y dejaron su malherido cuerpo a la intemperie, sin importar que fuera presa fácil para otros depredadores.

Durante uno de sus frecuentes recorridos, Itadori encontró a Megumi inconsciente y sangrando profusamente en el frío suelo. Incluso pensó que no lograría salvarlo, así que tomó la difícil decisión de permanecer en una improvisada guarida dentro de sus dominios hasta detener la hemorragia. Si trasladaba al moreno hacia su hogar, el joven no soportaría el viaje, ya que era evidente que Fushiguro no podía transformarse en humano debido a sus lesiones. Pasaron días en los que Yuji cazó para alimentar al lobo de pelaje negro y lo cuidó sin conocer la procedencia del hombre. Cuando vio sus llamativos ojos verdes, no fue capaz de explicar el vínculo inmediato que surgió entre ellos.

Con el paso del tiempo, fue inevitable que Yuji se enamorara de Megumi. Ambos compartían tantas similitudes que no sabía cómo frenar el amor que estaba naciendo, y Fushiguro se sentía de la misma manera. Cuanto más convivían, se desarrollaba esa atracción instantánea y sus sentimientos florecían. El joven de cabello negro decidió cortejar a Itadori unos meses después; el género, no tenía mayor peso para él, y descubrir que el chico de ojos marrones podía embarazarse fue una noticia maravillosa que los terminó de unir. Durante el celo del actual líder del Sector Norte, concibieron a su primer hijo, al que llamaron Haruki.

—¿Crees que deberíamos formar una alianza con los lobos del Sector Sur? —preguntó Yuji mientras acariciaba los cabellos rebeldes de su cachorro en su forma humana—. Necesitan apoyo; están siendo atacados por los miembros del Clan Zenin.

—Esa gentuza siempre será un dolor de cabeza —murmuró Megumi, sentándose a un lado de su esposo—. Estaré de acuerdo con lo que decidas, Yuji.

—Entonces le diré a Choso que se comunique inmediatamente con su líder —expresó Itadori, besando la mejilla de su pareja—. Por cierto, he notado que el bebé está intentando cambiar a su forma de lobo. Generalmente lo hacen al cumplir el año, pero Haruki, con solo siete meses, está tratando de hacerlo.

—Nuestro hijo es muy listo para su corta edad —respondió Fushiguro, tomando con delicadeza el rostro de Yuji para besarlo en los labios—. Estoy seguro de que se convertirá en un gran hombre.

Yuji sonrió con ternura; adoraba a Megumi por aparecer de forma sorpresiva en su vida. Sabía que, siendo su esposo y el padre de su hijo, ahora contaba con el apoyo de una familia propia. Jamás el hombre de cabello negro lo rechazó al enterarse de su condición; todo lo contrario, Fushiguro se encargó de amarlo sin restricciones y se convirtió en su mano derecha. Los dos lideraban una manada de lobos en la que todos procuraban cuidarse mutuamente. No había nada que Itadori pudiera reprochar; tenía lo que siempre deseó: encontrar a su pareja destinada.

Nota de la autora:

Este drabble fue inspirado en un doujinshi FushiIta sobre lobos que se encuentra en la página Pixiv.

Gracias por leer.

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