Día 1: Omegaverse

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Disclaimer: ninguno de los personajes de Jujutsu Kaisen me pertenecen, son de su creador Gege Akutami, yo solo los utilizo para mi entretenimiento.

...

Una vez que Megumi se graduó del Colegio Jujutsu, tenía la intención de confesar sus sentimientos a Yuji. Sin embargo, no estaba seguro de ser correspondido; existía cierto temor que lo imposibilitaba a arriesgarse, quizás porque con el transcurrir de los días, notó una extraña cercanía entre el profesor Gojo e Itadori. El Alfa de cabello negro era inseguro, dudaba mucho de sí mismo a pesar de ser el actual líder de uno de los clanes más importantes en el mundo de la hechicería. Desde que Fushiguro conoció al Omega de ojos marrones, fue una atracción instantánea; no había forma de explicarlo con palabras, simplemente todo lo relacionado con el chico era de su interés.

Fushiguro estaba dispuesto a dar su vida por su amigo, incluso cuando el Rey de las Maldiciones lo poseyó con el objetivo de asesinar a Itadori. El moreno hizo hasta lo imposible para repeler a Sukuna de su cuerpo; jamás toleraría que sus manos se mancharan con la sangre del Omega, su único amor. Finalmente, la batalla llegó a su fin, y Yuji, junto con los pocos hechiceros que quedaban en pie, lograron la victoria, pero el amargo sabor de ver al joven adolescente siendo más efusivo con Satoru, quien volvió de la muerte, lo atormentaba en demasía. No es que Megumi fuera insensible ante el regreso de su tutor, sino que el Alfa albino sabía lo que él en realidad sentía y se prestaba a responder al mismo tipo de afecto.

No podía reclamar nada. Yuji únicamente mantenía una amistad con él, y Gojo era todo lo que cualquier Omega deseaba tener. Cómo sería posible que el antiguo contenedor de Sukuna lo aceptara, cuando no había punto de comparación al lado de Satoru. Una vez más, Megumi se cuestionaba sin mirar más allá de su baja autoestima. Si tan solo su severa crítica hubiera sido dirigida hacia el plan bastante descarado que Itadori y el albino idearon para provocar una muestra de celos por parte de Fushiguro, probablemente el Alfa de ojos color esmeralda se habría terminado riendo de lo iluso que fue durante años.

—Ya no sé qué más hacer. Es como si a Megumi no le importara que esté cerca de usted —susurró desilusionado Yuji, peinando sus rebeldes cabellos hacia atrás—. Estoy dudando mucho de si realmente le gusto.

—No debí decirte esto porque no me compete a mí divulgar los sentimientos de mi pupilo, pero si no intercedo, Megumi es capaz de aceptar casarse con cualquier Omega por el bien de su clan —argumentó Gojo, cruzando los brazos—, sin importar que esté irremediablemente enamorado de ti, Yuji.

—En vista de que Fushiguro no va a tomar la iniciativa para confesarse, lo haré yo —dijo con seguridad Itadori, mirando fijamente el rostro inexpresivo del Alfa albino—. Seré el Omega de Megumi, aunque él niegue lo evidente.

Satoru tenía razones suficientes para querer que sus alumnos fueran pareja. Si tan solo él no se hubiera ahogado en su dolor, quizás ahora estaría disfrutando de una vida próspera en compañía de Suguru. Desgraciadamente, el Omega murió por su propia mano y no deseaba que el par de jóvenes vivieran separados por absurdas inseguridades. Gojo tuvo que aprender, a través de circunstancias radicales, que el orgullo no lo era todo. De alguna manera se veía reflejado en sus estudiantes, por lo que no dudó en ser el supuesto Alfa interesado en cortejar a Yuji y así provocar un atisbo de molestia en Megumi, llevándolo a tomar partido por Itadori.

—Vivimos en otros tiempos, es bastante normal que los Omegas se confiesen a los Alfas —animó Satoru, revolviendo los mechones rosados de Itadori—. Espero recibir buenas noticias dentro de poco.

Yuji se sonrojó ante el comentario de Gojo y lo vio partir con un saludo de mano. El Omega estaba dispuesto a cumplir con su cometido; sabía que Megumi había regresado de una misión y ahora entregaba su informe al nuevo equipo directivo de la escuela. Se dirigió hacia los amplios pasillos, esperando que el Alfa saliera de la oficina. No se movería de ahí hasta hablar con Fushiguro. Las manos de Itadori no dejaban de moverse en sus costados; caminaba de un lado a otro y sentía su garganta seca. Aunque era consciente del amor que le profesaba el moreno, los nervios le carcomían las entrañas.

—¿Qué estás haciendo aquí, Yuji? —preguntó Megumi con su característica voz calmada—. Tenía entendido que habías pedido unos días de incapacidad por tu próximo celo

—Sí, pero no es por eso que estoy aquí —inició el Omega, humedeciéndose los labios con la lengua para mitigar la resequedad—. Necesito hablar contigo, Megumi.

El moreno asintió con la cabeza y caminó junto al Omega sin saber exactamente hacia dónde se dirigían, mientras Yuji pensaba en las palabras precisas que iba a utilizar. De repente, escuchó la voz del Alfa y no le quedó otra opción que detenerse abruptamente para encararlo.

—¿Sales con el profesor Gojo? —cuestionó Fushiguro sin mirar al Omega—. He notado que son más cercanos cada día, como si te estuviera cortejando.

—¡No, eso es imposible! —vociferó Yuji asustado, tomando la mano de Megumi para que se detuviera—. Justamente quiero hablar sobre ese tema.

—Te escucho —murmuró el Alfa viendo que Itadori no lo iba a soltar.

—Todo fue un plan que organizamos para que decidieras confesarte —expresó Yuji, apretando sutilmente la mano de Fushiguro—. Me gustas mucho, Megumi, pero al ver que pasaban los meses y no veía ninguna intención de acercarte a mí, pensé que la mejor alternativa sería fingir un ridículo cortejo.

El estoico rostro de Megumi cambió a una expresión llena de sorpresa al desmotivarse anticipadamente por haber pensado que perdería al único Omega que había amado. No sabía cómo reaccionar. Escuchar las palabras de Yuji alegraron su alma e incluso era capaz de oír los aullidos de su animal interior al saber que era un prospecto de Alfa para el más joven. Fushiguro soltó el agarre de Itadori y solo atinó a abrazarlo, inhalando el aroma natural a fresas que desprendía el de cabello rosado. Por primera vez, sintió ganas de llorar de felicidad al ser correspondido.

—Me sentía desbastado por creer que te convertirías en el Omega de Gojo —habló conmovido el Alfa, colocando su perfilada nariz en la glándula de olor de Yuji—. Hueles tan bien. Pensé estúpidamente en rendirme. Ahora sé que no puedo dejarte ir

—Hemos sido tan tontos —respondió Yuji con una sonrisa en sus bonitas facciones, dejando que Megumi tuviera mayor acceso a su cuello—. Solo quiero que tú me cortejes, no necesito a otro Alfa.

Instantáneamente, ambos se fueron acercando y no les importó estar a la vista de todos; deseaban tanto besarse que el primer contacto de sus labios fue una explosión maravillosa del anhelo que siempre habían imaginado. Megumi se dejó llevar por su instinto, sosteniendo con delicadeza el mentón del Omega mientras profundizaba la muestra sincera de su amor, siendo correspondida con la misma intensidad por Yuji.

—Nos conocemos desde hace tanto que realmente podemos dejar los protocolos tradicionales de lado —sugirió Yuji una vez se separó de la boca del Alfa—. Quiero pasar mi celo contigo, Megumi.

—¡Me encantaría, Yuji! —esbozó una pequeña sonrisa Megumi, acariciando la mejilla sonrojada del Omega.

Desde la distancia, Satoru celebró en silencio que sus queridos estudiantes hubieran afrontado sus miedos para iniciar una relación, y él estaría allí apoyándolos incondicionalmente.

Nota de la autora:

El reto es organizado por la página de Facebook: @Itafushi 虎伏. Consiste en hacer drabbles y one-shots durante la última semana del mes de abril con diversos temas.

Gracias por leer.

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