Luego de que Nickolas Russell, un joven que vivía en una granja junto a toda su familia, haya decidido viajar a Inglaterra en busca de nuevas oportunidades y con el fin de empezar a vivir una vida por su propia cuenta, termina conociendo a una famos...
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Esto… no era muy cómodo.
Estaba sentado en la mesa junto a la familia de Dhalia, y Dhalia. Y pensaba yo que esto iba a ser alguna cena amena y muy relajante.
Pero era todo lo contrario; el ambiente estaba tenso, todos estaban en absoluto silencio mientras comían y bebían. Y todos parecían estar… calmados, como si estuvieran acostumbrados ese ambiente; incluso Matteo.
No sé si era por mi expresión de incomodidad muy notoria, o porque este silencio ya había agobiado, pero al instante oí un carraspeo.
Todos alzamos ligeramente la mirada para ver quien había hecho tal cosa, y se trataba del papá de Dhalia, quien en cuanto obtuvo la atención de todos, se giró únicamente hacia mí.
— Nickolas Russell… —tras decir mi nombre, me erguí rápidamente—, tú siempre estás presente en las sesiones de fotos de mi hija, ¿verdad?
Aquella pregunta me agarró por sorpresa, tanto así que tardé unos segundos en contestar mientras la procesaba.
— Así es, señor Leroy.
El papá de Dhalia asintió, viendo de reojo a su hija, quien pareció ponerse aún más incómoda por tal pregunta.
— ¿Y qué tal va hasta ahora en sus sesiones?, ¿no ha causado problemas?
¿Problemas?, ahí si no entendí a que se refería. Y creo que notó mi confusión, porque luego decidió aclarar la pregunta:
— Me refiero a que si no le ha causado problema a los fotógrafos, o al equipo en general. Dhalia suele ser muy torpe, y casi no sabe hacer las cosas bien.
Eso último si me dejó sorprendido, y creo que no fui el único. De pronto las miradas de todos se dirigieron a los platos correspondientes y el ambiente se tensó mucho más.
Y a pesar de que ya _nadie_ nos miraba, sentía todavía unos ojos fijos en mí. Y no eran los del papá de Dhalia…
— ¿Y bien? —el señor me siguió presionando para que le respondiese, así que decidí hacerlo de la manera más firme que pude.
— No ha causado ningún problema, de hecho diría es que es experta en lo que hace.
El padre de Dhalia pronto se fijó en ella, y ahí me di cuenta de que los ojos que estaban fijos en mí eran los de Dhalia. Quien parecía querer salir corriendo del lugar.
— Me sorprendes, Dhalia. Quien diría que la niña que antes solo causaba problemas logró hacer algo bien.
Dhalia se quedó callada, y solo miraba a su papá como si quisiese llorar. Lo sé porque sus ojos se cristalizaron, y parecían querer dejar salir un mar de lágrimas.
Pero antes de que hiciese eso, se puso de pie lo más relajadamente que pudo y vio a todos oos que estaban en la mesa, a excepción de mí.
