VII

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La haré mía como ella quiere.

Mis manos bajaron a su trasero lo apreté a mi gusto. Esta mujer está comenzando a ser mi adicción, quizás que esto sea prohibido me hace desearlo mucho más.

— Te gusta lo que ves vecina, se ve que tenías ganas —  ella solo me beso, impidiendo que siga hablando.

— Ya no hables más — aparte su cuerpo de la pared, volví a besarla mientras iba en dirección hacia la cama donde deje con cuidado su cuerpo.

Ella debajo de mí, su blusa se había levantado dejando ver su abdomen desnudo, mi mano se dezliso por sus piernas, hundiendo la yema de mis dedos en ellas, el placer que siento de volverla hacerla mía es tan intenso que estoy segura que si me interrumpen  podría enloquecer.

¡Soy tuya!

Una simple frase que es capaz de provocar, que mis ganas de hacerla gritar mi nombre sean más intensas, lleve mis labios
a su cuello, dejando pequeñas marcas de mordidas.

Nueng agarro mi mano y la puso encima de su pecho, como si estuviéramos sincronizadas, le quite su blusa y brasier, apreté su pecho con mi mano, los gemidos de Nueng se volvieron la melodía que me iba acompañar el resto de la noche.

Ya estaba muy mojada, mi pierna podía sentir la humedad de su intimidad, al introducir dos dedos dentro de ella sus gemidos aumentaron. Aunque su intimidad recién está comenzando a ser explorada por mí ya conocía algunos puntos débiles de su cuerpo.

—  Lo estas haciendo bien cielo... Levanta tu cadera.

— ¡Ah! sí vecina.

Tengo que admitir que Ar-Nueng sabe lo que hace, es la segunda vez que lo hacemos pero ella parece que ya conoce mi cuerpo.

sentir su respiración chocar contra mi cuerpo hace que mi piel se erize, sus movimientoss rápidos y precisos en mi interior me hacen sentir en el paraíso, encorve mi espalda para tener el primer orgasmo de la noche.

— La noche recién empieza pequeña mujer.

Fui descendiendo mi cuerpo, dejando besos en el abdomen de Nueng cuando estaba frente a su intimidad  ella intento cerrar sus piernas, mis manos actuaron rápido impidiendo que esto sucediera, estaba más que segura que ella estaba muy avergonzada, aunque esta también es mi segunda vez teniendo sexo de esta manera, investigue un poco antes para poder darme una idea de lo que podría querer mi vecina.

Estaba por probar el néctar de su intimidad pero, una idea se me vino a la mente.  Me aleje de la cama seguramente dejándola confundida, busque y una vez obtuve lo que quería regrese.

— Mataste el momento de pasión — había cubierto mi cuerpo desnudo con la sabana blanca.

— Solo calla y obedece —  deje el recipiente con cubos de hielos en la mesa de noche.

Me subi encima de Nueng, agarre sus manos y las levante para amarrarlas con una corbata, también me decidí por poner una en su boca.

—  Quiero que sepas que si quieres que me detenga lo haré, me importa como te sientas, podemos parar cuando deje de gustarte.

Mi pequeña vecina solo movió su cabeza dándome a entender que me haría saber si quería que nos
detuviéramos.

—  Ahora estas vulnerable a mí —  agarre un cubo de hielo y comencé a sobarlo por todo el abdomen de mi vecina, el calor que emanaba de su cuerpo comenzaban a derretir el cubo.

Sus gemidos ahogados eran melodía para mí. Deje el cubo de hielo en su ombligo, me puse encima de ella y comencé a moverme de arriba hacia abajo, el hielo también provocaba en mí una clase de excitación.

Agarre otro hielo y lo empecé a frotar en la piel de sus piernas.

— Lo estas haciendo bien pequeña —

Deje que mi imaginación me guiará, me era difícil decidir que parte de ella acariciar porque quería tocarla toda.






vecina ardiente (𝘉LANK 𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘦𝘳𝘪𝘦𝘴) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora