Capítulo 4

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      -Adam-

      Pasó casi un año desde que la gira empezó. 

      Casi un año sin Jade. 

      Aunque no me lo crean, estar con ella cambiaba completamente mi humor. Deseaba volver y estar sólo con ella. Esta chica fue la única que estuvo en los mejores y peores momentos de mi vida, desde el principio. 

      Y ella siempre me vio como un hermano, pero yo no la veía de esa manera. Me gustaba Jade. 

      Todos siempre me dijeron que era idéntica a su madre, pero para mí ella era única, y... no existió ni existe nadie en la vida, que haya sido o sea igual a ella. Esos ojos marrones y esa mirada intensa, me derretían. Su cabello largo y bien negro, me gustaba. Era divertida, astuta y a veces tan inocente... me gustaba todo de ella. Hasta cuando estaba de mal humor, me encantaba. Era bastante enojona y antipática a veces, igual que mamá.

      Dirán que soy masoquista, pero para mí, las personas así son las que tienen el corazón y los sentimientos más puros. 

      Aunque, no siempre me gustó. Puede que suene raro o atrevido, pero me empezó a gustar cuando yo tenía aproximadamente catorce años y ella once. Si, nos llevamos tres años.

      No me juzguen, pero fue ahí cuando me empezó a llamar la atención. Cuando me di cuenta de que sus gestos eran hermosos y su sonrisa era perfecta. 

      Mi padre siempre fue muy observador. Él fue el primero en darse cuenta de eso. O quizás, yo no sabía disimular, al verla. Blas, muchas veces me dijo que si quería algo, no importaba lo que fuese, tenía que esforzarme y luchar por eso. Quería luchar por Jade, pero... rápidamente me rendí. 

      ¿Saben por qué? 

      Porque ella me veía como un hermano. Porque Jairo y mi padre, tenían una muy buena amistad, y no quería arriesgar todo eso, por hacer algo que no estaba seguro de que iba a funcionar. Además, nuestra diferencia de edad hacía que eso se viera como algo fuera de lugar. Entonces, me rendí.

      También, pensaba que no había forma de hacer que Jade me dejara de ver como su hermano.  Así que, decidí olvidarme de esa idea, y conformarme con tenerla a mi lado, como una hermana. Iba a ser difícil, pero no tenía otra opción. 

      Ese mismo año, conocí a una chica. 

      Estaba en tercero de secundaria y en la escuela habían aceptado a una chica que venía de otra ciudad.

      Estábamos en plena clase de historia, la cuál fue interrumpida por el preceptor, quién entró después de golpear la puerta. Detrás de él, entró Nicole. Una chica pelirroja, con el cabello lacio, ojos verdes y unas bonitas pecas que le cubrían todo el rostro y se notaban a simple vista por su piel blanca. La presentaron y luego, la mandaron a sentar. 

      Qué casualidad que sólo había un lugar libre, al lado mío. 

       Ella se sentó y la clase continuó. Sacó su carpeta y comenzó a buscar algo en su mochila que al parecer, no encontró. Entonces, dejó caer sus brazos y suspiró. Luego me miró.

      —Perdón, ¿tendrías una birome para prestarme? —me preguntó—. Me olvidé mi cartuchera... 

      Comencé a buscar en la mía, sin mirar a Nicole. Cuando saqué una lapicera, se la di sin mover mi rostro y ella la agarró.

      —¿Cómo te llamás? 

      —Adam... —respondí, todavía sin mirarla. Aunque de reojo pude ver que sonrió.

~Sueños, Amores y vueltas del Destino (Segundo Libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora