Sometida por una esfinge

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El brujo estaba tan emocionado por su reciente adquisición que había olvidado haber prestado atención a lo que tenia cerca. 

De noche, mientras su carruaje lo dirigía a la remota torre a la que llamaba hogar, una esfinge ataco su carruaje. Este era un monstruo con la mitad de un cuerpo femenino sobre el cuerpo de un león, que contaba con unas grandes alas con las que podía desplazarse rápidamente en el aire. Su rara naturaleza mítica, y su repentino ataque, le hizo pensar al elfo que esta criatura había llegado hasta él para alimentarse de las grandes cantidades de magia que había utilizado en su ritual.

El brujo intento defenderse invocando a múltiples demonios, pero el uso reciente de su ultimo experimento en él mismo lo dejo con tan poca energía. Mientras que la esfinge no tuvo problemas en eliminar, o mejor dicho, devorar a cada uno de los demonios que le plantaban batalla. Con sus enormes garras de león despedazaba a cualquiera que se cruzase en su camino, mientras que la expresión de su parte humana tenia una sonrisa de satisfacción mientras ocurría toda esta carnicería.

Como ultimo recurso, el elfo intento atacar con los tentáculos que había obtenido tras su demonización, pero estos fueron destruidos por un zarpazo de la esfinge, quien comenzó a devorarlo en frente de Cattleya.

Tras haber comido a tantos demonios y al brujo que los invoco, la quimera vio a la humana, quien intentaba pasar desapercibida de todo lo ocurrido. Sin embargo, al tener tanta magia negra dentro de ella, Cattleya se convertiría en un aperitivo que se tomaría la molestia en llevar a su hogar para consumir después.

En su nido, la quimera se disponía a dormir, pero hubo algo que la hizo cambiar de parecer. El aroma de la mujer, quien había sido prácticamente resucitada con el objeto mágico que utilizo aquel brujo y, ademas, tenia dentro de ella toda la magia proveniente del feto del señor de la oscuridad, hizo que la esfinge se sintiera atraída sexualmente por ella.

Comenzó a lamerla, como lame un león a su presa antes de comerla. 

Cattleya pudo haber confundido esto con un minino de raciocinio por parte de la esfinge, así que actuó tal como lo hizo con sus demás amos: siendo sumisa y una amante dispuesta. La inestabilidad de su mente, sumada a el torrente de magia negra dentro de su cuerpo, hicieron que ella correspondiera el acercamiento de la esfinge dandole un apasionado beso en la boca.

La parte femenina de la esfinge, quien tenia en todo momento los pechos desnudos, comenzó a acostumbrarse a las caricias y besos de su compañera pese a ser una bestia que basa sus acciones en el instinto.

De cualquier forma, Cattleya comenzó a notar que la esfinge tenia una erección bastante particular.  En su parte felina, ella tenia un gran miembro que, ademas de su tamaño, también tenia una serie de pinchos o espinas alrededor de la punta.

Esto revelaría dos cosas: Primero, que la esfinge tenia tantas ganas de hacerlo con ella como sus otros amos; y Segunda, que la esfinge era hermafrodita.

Intento estimular el miembro de la esfinge, pero las espinas la terminaron lastimando.

- Es increíble... si esto termina dentro de mi va a destrozarme por completo. - Piensa Cattleya, mientras sostiene el gran pene de la esfinge. - Pero... aun así...

La esfinge, teniendo un carácter juguetón como los gatos, tumbo a la humana al suelo y comenzó a lamer su sexo. Primero lo lamia por encima, como lo hacen ellos mismo, para luego meter toda su lengua dentro de ella.

- Espera.... no la muevas tanto... - Decía Cattleya, mientras disfrutaba por primeras vez de algo así desde que entro en la mazmorra.

Luego de un rato, la esfinge intento penetrarla poniéndose encima de la humana, pero la posición era incomoda, así que termino girándola, haciendo que se ponga en cuatro sobre una roca para que se encuentre nivelada.

- No te precipites... -  Dice Cattleya, acomodando el pene de la esfinge para que se adentre dentro de su vagina pues hasta ahora había fallado en esa tarea. - Ya esta.

Entonces la esfinge enviste con fuerza su verga dentro de la mujer humana, quien da un salto de la impresión a causa de lo profundo que había llegado aquel miembro dentro de ella. Pero esto solo en un primer momento, pues al momento de retraer el miembro para volverla a envestir es que ella sintió como las púas de la esfinge comenzaban a desgarrara por dentro.

- ¡Qué dolor! ¡Muévete más despacio por favor! - Decía Cattleya, mientras apretaba los dientes intentando soportar el fuerte y profundo dolor.

Pero la esfinge continuaba con el mete/saca, tomando más intensidad en sus movimientos mientras su parte humana gemía como lo haría una mujer humana. Debido a su anatomía, la esfinge solo podía dedicarse a penetrarla, mientras que con sus garras sujetaba a Cattleya para que no se fuera a ninguna parte.

Penetrar a Cattleya con esta singular herramienta causo gran daño en su interior, pero la reciente mutación que sufrió su cuerpo fue lo suficientemente fuerte como para regenerar constantemente sus heridas en esta situación. Y al igual que paso con los minotauros, la potencia con la que era penetrada causo que perdiera el feto del futuro señor de la oscuridad.

Al terminar el clímax, Cattleya deja caer de su interior el feto, el cual es devorado por la esfinge de inmediato, sirviendole como aperitivo. Pero ambas querían más, así que pasaron todo el tiempo que les quedaba para continuar con este doloroso e intenso acto. Cattleya no sabia a ciencia cierta si podría quedar preñada de las esfinges, pero debido a su complejo de esclava, se terminaría quedando con quien fuera capaz de apoderarse de ella.


Cattleya: Prisionera de las circunstanciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora