Sometida por un Kappa

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Entonces, detecta la presencia de otro ser en las cercanías.

No es capaz de explicarlo, pero algo dentro de ella levanta todas las alertas para prepararse en el caso de que se produzca un ataque inesperado. Mira a su alrededor, pero no encuentra a nadie. Entonces planea ir hasta donde se encontraban sus cosas y defenderse tomando su gran espada.

Antes que esto suceda, sale del agua una criatura humanoide que salta directamente hasta la espalda de Cattleya. Pero, contrario a lo que creía, aquel ser se mantiene sujeto a su espalda aferrándose con sus piernas, mientras que toca y juega con las grandes tetas de Cattleya con sus manos.

Sin darle oportunidad de sacárselo de encima, el ser salto hasta la orilla, tomando la ropa de Cattleya y comenzando a olerla.

- Oye... deja mis cosas...

Cuando la luz de la luna volvía a iluminar el lugar pudo darse cuenta de que clase de ser se trataba. Era un Kappa, un ser que vive cerca de los cuerpos de agua, en lugares algo remotos. Su apariencia es como la de un anfibio humanoide de color verde, no mayor al metro y medio de altura. Suelen jugarle travesuras a los viajeros que llegan cerca de su territorio, pero en casos en donde se encuentren en peligro pueden ser criaturas muy feroces en combate.

Este Kappa supo que la ropa era de la mujer y luego de olerla se la puso sobre su cabeza, soltando una escandalosa carcajada mientras hacia un baile ridículo. Se trataba de un ser juguetón y pervertido que sorprendía mujeres que llegaban hasta su hogar para manosearlas y llevarse su ropa.

Limitándose solo a eso.

Pero al haberse sentido tocada, Cattleya reactivo los deseos carnales que vinieron persiguiéndola desde que le inyectaron aquel afrodisiaco. Ella se sienta sobre una roca, relajando su postura.

- ¿Por qué te quedas tan lejos? – Dice Cattleya, mientras abre las piernas y hace una invitación al verde ser para acercarse. - ¿No te gustaría divertirte un poco?

El Kappa quedo tan sorprendido que tardo un tiempo en poder creérselo. Era la primera vez que pasaba algo como esto y no esperaba tener tanta suerte, sobre todo teniendo en cuenta las generosas proporciones de la humana que lo seducía.

Entonces, salta hacia ella como un maniaco que ha consumido sales de baño.

Utiliza su larga lengua para humectar el sexo de la mujer, saboreando los liquidos y la escencia que ella ya estaba produciendo naturalmente. Puede notarse en él una gran erección, teniendo una coloración verde igual que el resto de su cuerpo. Era el tercer sexo de ese color que Cattleya tenía dentro de ella.

Él la penetra de inmediato, haciéndola gemir desde un inicio.

Ella rodea sus manos en el cuerpo del Kappa, pensando en acariciar su espalda mientras hacen el amor, pero en su lugar se encuentra con un caparazón tosco y duro. Ya que la kappa era más pequeña que ella, pudo ver que sobre su cabeza había un pequeño charco, cuya agua se movía de un lado a otro mientras él la penetraba.

El ser verde estaba bastante entusiasmado, pues era la primera vez que una humana se le ofrecía de esta forma, siendo lo más normal que las mujeres lo ataquen o salga huyendo del lugar a toda prisa. El esfuerzo que hacía por mantener el ritmo hizo que el tuviera la lengua fuera de su boca, la cual parecía más el pico de un ave o la boca de una tortuga.

Cattleya ofreció al kappa uno de sus pechos, poniéndolo cerca de su rostro. De forma natural, este ser comenzó a saborearlos, chupándolos con algo más de fuerza de la que debería. Pero Cattleya toleraba el dolor, pues todo el sexo que tuvo desde que entro en la mazmorra fue de todo menos delicado.

Luego de un rato, logro hacer que la humana se corriera.

Tras notar que el Kappa podía ocasionar esto en la mujer humana, continuo haciéndoselo con aun más ganas. La naturaleza traviesa de este ser hacia que las posiciones que hiciera durante el sexo sean de lo más extravagantes. En ocasiones hacia poses parecidas a las de los superhéroes orientales, mientras que en otras parecía bailar mientras se la follaba. Lo que ocasiono que, a veces, la propia Cattleya se riera de sus payasadas.

Pero hacían tanto ruido que alguien noto su presencia.

Esta vez no era más que una joven campesina que vivía cerca del lugar y se perdía caminando por las noches en las que no podía conciliar el sueño.

Al verlos soltó un fuerte grito, ya que pensó que el Kappa era el que estaba abusando de la mujer. Este grito irrito al verde ser, quien familiarizado con el desprecio que sentían las humanas ante se presencia, tomo una actitud amenazante y enfurecida para ir directamente a atacar a la joven.

La joven se llevó las manos a la boca, sabiendo recién que no fue buena idea llamar la atención de esta criatura. Pero antes que pudiera ponerle un dedo encima, Cattleya tomo a la kappa del caparazón impidiendo su ataque.

- Deberías irte. – Dice Cattleya, mostrándole seguridad a la joven. - Tengo esto bajo control.

Haciendo caso a la mujer, la joven se retira rápidamente.

El kappa aun esta intranquilo y si ella lo soltara es muy seguro que iría tras la joven. Así que Cattleya trata de amansarlo, dándole besos y caricias para retornar lo que habían dejado. Asi el verde ser se va calmando y vuelven al rio para continuar con lo suyo.

Siguieron haciéndolo en el lugar, aun siendo bastante tarde.

La temperatura comenzaba a bajar bastante, notándose en el aliento parecido a humo que exhalaba Cattleya cada vez que respiraba. Pero en una situación en donde la mayoría de humanos normales moriría de hipotermia, Cattleya puede soportar estas condiciones sin mayores problemas.

En un hipotético caso en que la joven trajera a la gente de su aldea para atacar a la kappa ella se metería para defenderlo, pues ahora solo le interesaba continuar con lo que estaban haciendo.

Solo que en este momento ya no sentía que debía ser completamente obediente o sumisa ante su pareja, todo lo contrario, hasta le detuvo para que no atacara a la chica que les vio.

Luego de unas horas haciéndolo, el kappa comenzó con la última parte de su proceso reproductivo. Al eyacular no introducía dentro de Cattleya su esperma, sino los huevos fertilizados que había estado almacenando dentro de él, aferrándose con fuerza a la mujer para que esta no se soltara durante el proceso.

Los huevos, de un tamaño un poco más grande que el de las aves de corral, iban entrando de uno en uno hacia el útero de Cattleya, quien sentía como su vientre se iba llenando poco a poco. Este nuevo tipo de dolor le era completamente placentero, no haciendo nada para liberarse. Y esto era doloroso para él también, pues tenían que pasar por su pene uno por uno hasta su pareja.

Al terminar, Cattleya tenía nuevamente una gran panza de embarazada, que al agitar podía sentir como los numerosos huevos de kappa estaban dentro de ella.

Ya satisfechos con todo lo que hicieron durante horas la pareja decide descansar, ella tenia planeado hacerlo en la orilla y cubrirse con su ropa, pero el kappa no quería dejarla marchar teniendo que dormir con él en una zona no muy profunda del rio.


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⏰ Última actualización: May 11 ⏰

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Cattleya: Prisionera de las circunstanciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora