~|• VII •|~

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Volvía la mañana en el infierno, ciertamente un calor cautivador para los demoníacos recientes, Alastor si bien despertó hace más de unas horas, no pudo moverse al notar semejante escena en la que se encontraba, encima suyo, el mismísimo Lucifer descansaba como si nunca en su vida lo hubiera echo, al menos, a los ojos del demonio radio.

Simplemente se negó a volver a la realidad de siempre, recuerda perfectamente el echo de haber ido a un lugar con su amiga Rosie para beber, si bien el alcohol hizo su trabajo, el demonio mantenía una buena resistencia ante su cordura, todo lo que había dicho, lo hizo de manera consciente a lo que muchos podrían contradecir en pensar de un borracho.

Lucifer no se había negado a su tacto, mucho menos negado aquel fogoso e imprudente beso que se atrevió a dar, sus cursis y empalagosas palabras fueron bien recibidas, al contrario de lo que el venado esperaba. No quería levantarse de la cama, no quería afrontar sus responsabilidades, las consecuencias de haber roto aquel trato a los cuales el mismo Alastor se dedicaba a seguir al pie de la letra.

Una mala jugada le costó el alma por el nublado juicio del amor, se comportó de manera imprudente y no tomó en cuenta sus acciones, ahora tendría que dar la cara frente a la reina infernal y seguramente, despojarse de su existencia a lado de los Morningstar.

Tendría máximo un par de días antes de que la mismísima Lilith diera a conocer su paradero frente al Hazbin Hotel y venir a reclamar su parte de aquel trato que, según Alastor, no debía fallarle, sin embargo, la imprudencia de su pequeña Charlotte le trajo más problemas de los que debería.

Un movimiento leve junto con un sonoro bostezo atrajo la atención del demonio radio, ambos pares de ojos rojos se toparon, fijamente en silencio, sin ganas de querer hablar o apartar la mirada una de la otra.

– Buenos días Alastor –

Sonrió con tristeza el monarca, sabía que apenas el venado escuchara su voz, se levantaría de la cama y se iría. O al menos, así paso en su mente.
Alastor sin decir nada, abrazó la cintura del gobernante y apego más el cuerpo, provocando que la cabeza de Lucifer volviera a su anterior posición, recostado sobre el peludo pecho del demonio de rojo.

El silencio volvió a inundar la habitación, no en un silencio incómodo, al contrario, se podría describir como reconfortante para ambos demonios. Lucifer se mantuvo estático en su lugar, sin saber cómo reaccionar ante la muestra de afecto inesperado por parte del venado, su cuerpo y mente se comenzaron a relajar por las caricias en su cabello provocadas por la grande mano del venado, el rubio podría oír claramente el palpitar del muerto corazón del más alto por la cercanía.

Alastor solo se dedicaba a ver el techo de su habitación mientras acariciaba los suaves cabellos dorados de su pequeño angel caído, tan ingenuo y desolado, deprimido e idiota.

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Charlie y Alastor conversaban de una manera más tranquila, dejando de lado pero no ignorando el echo de su conexión de sangre, si bien era importante, tenías otras cosas igual de importantes que resolver, pues el cielo no estaba contento de que uno de sus angeles favoritos y primer humano en la tierra haya muerto a manos de demonios, alimentando aún más su preocupación por el terreno celestial.

La última reunión que tuvieron Charlie y Lucifer con el cielo, al cuál este último se le permitió pisar el paraíso solo para discutir el tema de los exterminios, la muerte de Adam y la solución para que los demonios no se sublevaran ante Dios.

Alastor mantenía su típica sonrisa, tratando de calmar a la princesa ante su insesante parloteo preocupado de lo que pasará a futuro con el infierno y su población, diciendo un par de bromas respecto a la muerte del cabrón de Adán, las que de casualidad hacian reír a Charlie, pues si bien el primer humano era motivo de bastantes burlas y muchas con gracia.

A lo lejos, Husk se entretenía limpiando uno de los varios vasos del bar con su ya conocida cara amargada, al otro lado de la barra, Angel tomando un poco de licor ligero a petición del mínimo, a su costado, el gobernante, mirando con disimulo la interacción entre sus dos seres amados, sin poder evitar expresar una pequeña sonrisa por la escena.

Aún no podía olvidar su hermosa mañana, despertando con el ser demoniaco que tanto apreciaba, siendo recibido con caricias y un par de besos en su rostro, minutos después, Alastor simplemente desapareció en medio de sus sombras, dejando al rubio confundido y herido, con la sensación de rechazo, sobre el lecho perteneciente al demonio radio.

Lucifer no pudo evitar sentirse triste ante el echo de pensar que tal vez Alastor se está vengando al jugar con sus sentimientos, pero no se lo iba a permitir, no dejaría que le vuelvan a hacer daño, pero, ver un poco más al demonio no haría daño, daba igual, a quien le importaría donde carajo estaba mirando y en lo que estaba pensando.

Angel sonrió pícaro, siendo severamente regañado con la mirada por el bartender que ya sabía lo que la araña quería hacer, aún así, sin importarle.

– Entonces... El demonio radio, ¿verdad? –

El monarca dirigió su mirada al demonio afeminado con la expresión confundida, parpadeando de una manera lenta y descoordinada. Angel tuvo que hacer un gran esfuerzo para no poder mala cara ante la lentitud del rey.

– Me refiero, saliste con el señor sonrisas, ¿no es así? Qué es lo que atrajo la atención del gran y poderoso rey Lucifer como para ponerle los cuernos a su esposa y tener una hija de- –

Las palabras del arácnido fueron interrumpidas por una fuerte estática, un ruido insoportable que parecía afectar solamente al arácnido, pues los demás no parecían ponerle atención, Angel busco con la mirada al que estaba seguro era el responsable, recibiendo una mirada furiosa y que le transmitía miedo a todo su pálido cuerpo.

Lucifer notando este repentino cambio y el silencio sorpresivo, volteó a ver a la misma dirección que el demonio afeminado, encontrándose con Alastor y Charlie en su tranquila conversación, el monarca confundido volvió a dirigir su mirada al arácnido, el cuál ya no se encontraba en su silla, se giró una vez más para ver al felino, quién tampoco estaba en su lugar. ¿Qué había pasado?

Alastor se disculpó con Charlie y se retiró cuando comenzó a sentir la profunda y fija mirada que pertenecía al gobernante, a pasos tranquilos empezó a caminar a su propia habitación, esperando lo inevitable.

– Alastor. –

La voz de Lucifer provocaron un leve espasmo en las orejas del venado. Alastor dirige sus ojos al dueño de la voz angelical, su pequeña figura cruzada de brazos mientras lo veía con el seño fruncido, aparentando enojo, cuando claramente su mirada rojiza reflejaba nerviosismo y miedo, incertidumbre.

– Dígame, majestad.–

Fue lo que respondió el demonio radio, prediciendo las típicas palabras que traían siempre problemas por detrás.

– Tenemos que hablar. –

Y ahí está, aquella tan célebre frase anunciando los problemas.

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Primero, lamento la tardanza. Desde ya vengo avisando que me demorare en actualizar.

Segundo, saben que pueden dejar su comentarios, ideas y/o teorías. Yo siempre los estaré leyendo aunque no lo parezca. Por aquí –––>

Y tercero, capítulo dedicado a dos personas:

La-Gatita-en-Lluvia Feliz cumpleaños del 25, lamento el retraso y gracias por esperar y darte el tiempo de leer este fanfic.

Y a Good_Neko por haber echo una ilustración, que por cierto le quedo increíble, les invito a verlo y seguirla en facebook, el link lo pueden encontrar en la tabla de comunidad aquí en mi perfil.

Y nada más, muchas gracias a todos por esperar y acompañarme en esta historia, eso es todo. Tengan una buena mañana/tarde/noche.

Our Past (Radioapple)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora