Our Past (Radioapple)

~|• IX •|~

Las heridas de Alastor tardaban en regenerarse, no recordaba que el poder de Lilith fuera tan grande como para evitar que un Overlord use sus poderes. A menos que dicho Overlord haya realizado un pacto con esa maldita mujer.

–Eres un idiota.– Susurró enfurecido, respiró hondo tratando de no hacer temblar el infierno por segunda vez, por culpa de aquel arranque de ira, los anillos de la avaricia, gula y media lujuria terminaron derrumbados.

Hace momentos antes, cuando Alastor había caído del techo por medio de un portal, el cuál había sido creado por la primera mujer creada, Lucifer alcanzó a ver a su ex esposa, aquella infame que lo había abandonado por siete años, gritó y reclamó a la humana por respuestas, las cuales se les fue negadas, o más bien, ignoradas.
El portal se había cerrado en un silencio tenso entre monarca y conyugue.

Cuando terminó de cerrarse el portal, Lucifer se agachó para estar a la altura del suelo donde se encontraba el padre de su hija, herido y muy al borde del desmayo.
Con ayuda de su magia, logró levantar a Alastor y postrar el cuerpo en la gran cama.

Y ahí se encontraban ahora, un demonio radio desmayado, respirando de una manera tranquila, muy diferente comparado con la que había llegado, a Lucifer no se le podria ocurrir que clase de atrocidades y torturas le habrá forzado a Alastor a cumplir y mucho menos tenia idea de que quiere esa mujer con Alastor, necesitaba respuestas y las queria en ese mismo instante.

La puerta de la habitación fue bruscamente abierta por su primogénita a la que se le veía la rabia en los ojos y justo detrás de ella llegaba Vaggie con la respiración agitada, como si hubiera corrido una maratón.
Charlie inspeccionaba la habitación con olfato, oídos y ojos, levantando y moviendo cosas, palpando las paredes y varios objetos, como si estuviera buscando algo o alguien de manera desesperada, hasta que finalmente se deuvo para dirigirse a la gran cama donde se encontraba Alastor dormido, junto a Lucifer sentado a su lado, viendo y esperando a wue su hija hablara.

–¿Dónde está?– Charlie miró a Lucifer esperando una respuesta mientras regulaba su respiración. –¿¡Dónde esta ella papá!?– Volvió a preguntar con un tono de voz desesperado e insistente al ver el rostro perdido y confundido de su padre.

Lucifer se levantó de su lugar para acercarse a la rubia y tomaba ambas manos. –Manzanita cálmate un poco, ella ya no está aquí. Ya se fue.– Por primera vez quería mantener la calma y poder ser el pedestal de su pequeña.

Charlie al notar las intenciones del rubio, solo asintió varias veces, abrazo de manera rápida y sorpresiva al hombre bajito buscando confort
Después de varios minutos finalmente se separaron, orbes rojos se observaron detenidamente, como si se lograran leerla mente a traves de la mirada, un ruido proveniente de la cama llamó la atención de ambos rubios, quienes voltearon al mismo tiempo para ver al despertaste venado, quejándose y moviéndose inquieto sobre el colchón.

–¡Alastor!– Gritó Lucifer antes que nadie, corriendo de la mano con su hija para aproximarse al pelirrojo, observando como este se adaptaba a la luz del cuarto, abriendo los ojos con dificultad, moviendo la cabeza con esfuerzo para observar a su pequeña familia y a la novia de su hija.

El demonio de la radio se sentó a fuerzas en la cómoda cama que evitaba que sus golpes terminen más lastimados de lo que ya se encontraban.
Apenas logró su cometido, dos personas muy sentimentales se tiraron sobre el para formar un gran abrazo, ambos rubios comenzaron a sollozar sobre su delicado y dañado cuerpo. Alastor no se iba a negar al contacto, sobre todo por los sentimientos que deben estar pasando su familia después de verlo herido.

–Esta bien. Amor, señor Lucifer, no quiero interrumpir el momento, pero deben tener cuidado, puede que se le abra alguna herida a Alastor.– Habló Vaggie, observando como el venado se retorcía de dolor y aún así extendió ambos brazos para tomar a Charlie y a Lucifer en el mismo abrazo.
De inmediato padre e hija se separaron con cuidado de manera apenada.