~|• III •|~

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El monarca miraba cansado y estresado los pasillos, caminaba mirando el suelo, ya había tenido bastantes reuniones con respecto a los "exterminios" que se harían cada año para mantener a "raya" al infierno. Al llegar a su oficina volteo a ver a los lados asegurándose de que no haya ni un mísero ser despreciable para molestarlo al final de su ajetreado día.

Sin darse cuenta que una sombra se forma atrás de el, se dio la vuelta para querer sentarse y llorar frustrado, pero se choco con un cuerpo mas alto que el mismo, retrocediendo estando a punto de caer de espaldas.
Una mano lo detuvo, sostenido por la cintura antes de caer, pegándole a su cuerpo.

Suspiró más tranquilo al notar de quien se trataba, nada más ni nada menos que su amado demonio radio, el gobernante suspiró por decime vez en el dia, esta vez mas relajado.

– Hola querido, ¿tarde ajetreada? – Pregunto él demonio tan sonriente como siempre.
El monarca no dijo nada y bajo la mirada. – Entiendo – Fue lo último que dijo, para tomar con ambas manos la cintura del pequeño hombre y acurrucarle en su pecho, por respuesta, los brazos de Lucifer lo rodearon por el cuello y un delicado beso fue depositado en la gran sonrisa del demonio radio.

Alastor, sonrió más grande y devolvió el beso con amor, pasión y cariño sincero, las piernas de Lucifer rodearon su cadera y se quedo abrazado a el como un Koala. Ambos sonrieron a gusto, felices y completos con la compañía del otro.

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Quién lo diría. Lucifer Morningstar se enamoró de un alma mortal y de un demonio no tan reconocido, uno al que no tomaban en serio aún. Alastor, el demonio radio, quien transmitia gritos de agonía a traves de su medio de comunicación, como dice su nombre, a través de la radio.

Todo había comenzado hace tan solo tres décadas atrás, en medio de una reunión entre nuevos Overlord y el recuento de las almas que habían muerto durante el exterminio, reuniones que no le llamaban para nada la atención al monarca, eran pecadores después de todo, lo merecen. Pero tenía que aparentar.
En una de la reuniones, llego el enigma del infierno, aquel ente que estaba en boca de todos, la presencia de quién había logrado captar la atencion del monarca.

Las miradas constantes y compartidas movieron sentimientos dentro de estos demonios, que poco a poco se enamoraban.
Una simple, bella y cliché historia de "amor prohibido". Lucifer casado, Alastor un demonio considerado de la baja categoría.

Desde entonces, compartieron muchos momentos agradables de amistad, hasta un día donde Alastor se tomó el atrevimiento de besar con pasión al monarca, quien no se molesto en corresponder el beso de igual e incluso con más intensidad.
Su amorío ante espaldas de todos era fugaz, y en tan solo un día...





Charlie miraba expectante al demonio radio, atenta a lo que narraba con tanto esmeró y cariño, en unos momentos solo se quedo callado, en su desesperación por saber más, habló – ¿Y que sucedió? – Alastor bajo sus orejas de cervatillo inconscientemente, las orejas de Charlie imitan la acción.

– Me aleje. – Dijo Lucifer, evitando que Alastor siguiera – No hay nada que explicar, fue para nuestro bien. Estamos mejor asi – Él silencio reino en el salón.

Charlie no sabía como bajar la tensión de la sala, al demonio radio se le notaba decaído, aquella sonrisa sacarrona que siempre adornaba su rostro, temblaba ligeramente, siendo apenas visible, pero claros para ambos monarcas.

Se levanto de la silla repentinamente – Como dijo tu padre querida, estamos mejor así – Fue lo ultimo que pronunció, para retirarse de la sala, dejando solos a ambos rubios. En un profundo e incómodo silencio.

Charlie miro el suelo por unos momentos, aun con sus orejas de Cervatillo inclinadas hacia atrás – ¿Por que no me lo dijiste? –

Lucífer, al ver el estado en la que se empezaba a sumergir Charlie, se levanto de su asiento y se le acerco a paso suave – Charlie, amor. Esto es más complicado de lo que crees, me enamore de Alastor mucho antes de tenerte a ti, no lograba ver el tiempo o el modo de decirte que...– Esas palabras no eran dirigidas a Charlie. Prefirió cambiar el tema de su cabeza.  – Después de que cumpliste los quince años tu madre desapareció y estuvimos muy abrumados, nunca logre contarte la verdad y...

– Alastor, ¿es mi padre? – Interrumpió abruptamente la joven.

El monarca sorprendido observo a su hija con confusión – ¿Qué?... – Charlotte le señalo las orejas de ciervo que se encontraban en su cabeza – Oh... si. El es tu padre también, pero quiero que tengas en claro querida, Alastor no tuvo nada que ver con la situación de tu madre, incluso ahora, Alastor a estado contigo, cuidándote – Hablo al instante, sintiéndo las malas energías y enojo que sumergía del corazón de la joven heredera.

Charlie respiró más tranquila ante las últimas palabras de su padre – ¿Pero, por qué ocultarlo? – Tomó las manos de su padre contra las suyas con delicadeza, transmitiendo una sensación de comprensión y apoyo.

– Eso... eso es algo que no puedo responderte aún querida, pero agradezco a Alastor de haber respetado mi decisión hasta ahora de no haberte dicho nada, quería ser yo él que te lo contara todo – Agacho la cabeza apenado Supongo que llegue tarde para este momento también, todo lo que necesites saber llegara adecuadamente Char-Char – El rubio beso la frente blanquecina de su hija con amor, acaricio la cabeza, mirando por algunos minutos aquellas orejas de ciervo que sobresalían de su cabeza, desordenando algunos cabellos y tocando leve las orejas de esta, haciendo a Charlotte reir y dejarse acariciar tan complaciente por su progenitor.

Le Sonrió con cariño, tomó su abrigo y salio de la habitación – Eres tan idéntica a Alastor – Susurro en medio de su caminar sin rumbo.

El demonio radio, escuchó los susurros del monarca, sin su típica sonrisa y con penumbra en sus ojos, se desvaneció en su sombra y desapareció de la escena...

~|• III •|~

Our Past (Radioapple)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora