4. Trance

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Segundo de bachillerato empezó con todos y cada uno de sus profesores advirtiendo a la clase de que iba a ser el año más duro de sus vidas. Un poco dramáticos si Martin pudiera opinar al respecto.

Después de todo, no necesitaba una nota altísima para la carrera de sus sueños. Sin embargo, la realidad era más complicada. Aunque no tuviera que preocuparse por obtener una nota extraordinaria para acceder a una universidad tradicional, la sombra del conservatorio se cernía sobre él. Era consciente de que el nivel requerido para ser aceptado en una institución de artes escénicas era increíblemente alto, y eso lo abrumaba. Dividir su tiempo entre las clases del instituto y las exigentes horas de ensayo y clases de danza lo mantenía en un estado constante de ansiedad.

Dividir su tiempo entre las clases del instituto y las exigentes horas de ensayo y clases de danza lo mantenía en un estado constante de ansiedad. Además, tenía menos de una semana para la audición del ballet en el que soñaba participar, y a pesar de sus incansables prácticas, sentía que no era capaz de mejorar nada. Sabía cada paso, cada giro, cada entrada de los instrumentos, y cada movimiento estaba grabado en sus músculos, como un reflejo automático. Y aunque todo le salía bastante bien, no podía evitar la sensación de que no era suficiente.

Las sesiones de práctica, después de un breve descanso, habían sido mucho más productivas, y se dio cuenta de cuánto había necesitado ese respiro. Pero ahora, el tiempo de relajarse había terminado. Las audiciones estaban a la vuelta de la esquina y en menos de un año tendría también las pruebas de acceso al superior, y no podía permitirse distracciones. Eso significaba abandonar por completo sus intentos de captar la atención de Juanjo. Le suponían demasiado esfuerzo y un gasto de tiempo que realmente no podía permitirse.

Iba a ser difícil. Sobre todo cuando lo veía los sábados por la mañana en la cocina de su casa, con su hermano Álvaro. Juanjo, con su sonrisa perfecta y su aspecto desaliñado pero encantador, era una distracción difícil de ignorar.

Tal vez debería volver a hablarle a Cris.

Había estado dándole largas desde la conversación que tuvieron después de acostarse la última vez. Cris era un buen chico y Martin le gustaba, tal vez más de lo que merecía, considerando las características de su relación.

Quedaban, follaban y luego cada uno seguía con su vida. No es que le apeteciera demasiado quedar con él, pero era una buena distracción cuando lo necesitaba. Se lo pasaba bien con él. No podía quejarse, pero simplemente no era lo que estaba buscando. No era quién estaba buscando..

Ruslana, por su parte, llevaba prácticamente desaparecida casi un mes. Chiara y él habían llegado a un acuerdo tácito para no mencionar el tema. Fingían que no sabían el motivo por el que su amiga pelirroja nunca tenía tiempo después de clase. Según ella, pasaba las tardes estudiando para poder alcanzar la nota de corte de la carrera de Audiovisuales.

Ni Martin ni Chiara eran tan tontos como para creérselo.

Suspiró mientras cerraba "La casa de Bernarda Alba" y lo dejaba sobre su mesita de noche. Tendría que volver a leerlo más tarde; no había retenido nada de lo que acababa de leer. De repente, sintió la necesidad de salir de su habitación y se dirigió al salón, donde encontró a Álvaro tumbado en el sofá viendo "MasterChef". Sin pensarlo dos veces, Martin se acurrucó junto a él.

—¿Y Bea y Juanjo? —preguntó Martin, al no ver a los amigos de su hermano, que acostumbraban a pasar cada momento de sus vidas con él.

—Bea está con Claudia, y Juanjo ha quedado con Guillem. —respondió Álvaro casualmente, sin darse cuenta de la curiosidad exagerada que había provocado en su hermano.

Make it to me. JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora