Las cosas se volvieron diferentes después de la fiesta.
Martin no pretendía dejar que ese hecho le afectara lo más mínimo, pero la verdad es que lo hacía.
No podía evitar pensar en cómo todo había cambiado. O, más bien, en cómo Juanjo había cambiado.
Era sutil, casi imperceptible, pero para Martin, que llevaba más de una década estudiando cada gesto, cada movimiento y cada mirada de Juanjo, la diferencia era innegable. Era como si una brisa cálida que siempre lo rodeaba hubiera sido sustituida por un viento frío y distante.
Era imposible ignorar el vacío que la ausencia de su atención había dejado en él.
Juanjo evitaba mirarlo directamente cuando había más gente alrededor. Ignoraba su existencia como si no le importara en lo más mínimo. Sus ojos eran capaces de recorrer una habitación en la que el pequeño se encontraba y no mostrar ni un atisbo de reconocimiento al caer en la figura de Martin.
Si solo fuera eso.
Por si el tema de las miradas no era lo suficientemente raro, lo que más desconcertaba a Martin era la desaparición total de su cariño habitual, de ese contacto físico tan natural entre ellos. Ese toque que Martin siempre había codiciado y al que siempre se había aferrado en su deseo por el mayor.
Juanjo siempre había sido alguien afectuoso, de esas personas que no tienen reparo en demostrar con abrazos o toques que están presentes, que existen. Pero ahora, Martin no podía estar seguro de ello. Quizás siempre había sido su imaginación. Tendría sentido, no puede existir alguien tan perfecto.
Pero la realidad es que lo hacía, existía. Y parecía haber creado un muro entre ellos. Un muro invisible, pero firme.
Martin se dio cuenta de que llevaba semanas sin recibir ni siquiera un abrazo, un gesto que, hasta hacía poco, había sido tan común entre ellos. Juanjo seguía siendo el mismo chico pegajoso de siempre con todos los demás. Con Álvaro y con Bea. Incluso con las propias amigas de Martin seguía siendo igual de afectuoso.
Todos seguían recibiendo su calidez menos quien más la necesitaba: él.
La distancia le dolía mucho más de lo que quería admitir.
Martin lo había asumido desde hacía tiempo: nunca iba a tener nada con Juanjo.
Lo había aceptado, o eso creía. Había decidido que lo importante era mantener la amistad, la cercanía, incluso si significaba enterrar profundamente los sentimientos que llevaban años creciendo en silencio. Podría dedicarse a codiciar la atención de Juanjo como siempre había hecho con la tranquilidad de que nada iba a pasar. Sin embargo, este cambio, esta barrera que Juanjo había erigido, le estaba haciendo cuestionarse todo. Porque ahora, lo único que le permitía seguir anhelando en silencio, había desaparecido. Perder ese contacto físico, esa familiaridad, esa atención, se sentía como un golpe en el pecho. Como si, de repente, le hubieran arrancado algo que ni siquiera sabía que necesitaba tanto.
Y claro que lo sabía.
Por supuesto que sabía cuánto significaba para él cada roce, cada abrazo, cada vez que Juanjo pasaba su brazo por sus hombros en medio de una conversación. Siempre había algo en esos gestos que lo hacía sentir importante, querido, aunque fuera de una manera platónica.
No podía dejar de darle vueltas.
Ni siquiera entendía el porqué del cambio.
¿Había sido demasiado evidente?
Quizás Martin lo asustó en la fiesta, todo coqueto y pegándose a él.
No tenía mucho sentido teniendo en cuenta que Juanjo lo había tocado, le había seguido el juego.
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Make it to me. Juantin
RomanceObsesión: perturbación anímica producida por una idea fija. Martin no recuerda el momento en el que empezó su pequeña (no) obsesión con el mejor amigo de su hermano.