1•Vida por vida

1.2K 100 10
                                    

Narradora

Siendo ya de noche, lo único que acompañaría ese oscuro bosque serían los animales.

O tal vez el llanto de un recién nacido en el regazo de su madre. En una pequeña cabaña lejana a la ciudad del pentagrama.

Tal vez Rossie no podía creer que ahora tenía un sobrino, uno tan lindo como su madre. Escuchando una risita del pequeño, el mismo ya no estaba llorando, reía, esa pequeña vida reía.
Por otro lado estaba el primer humano con un parte de la cabeza sin cabello.

Al parecer el locutor se pasó de fuerza cuando estaba en labor de parto.

Estaba claro, a ese pequeño no le faltaría nada mientras el estuviera presente.

Era bastante obvio que ya tenía un álbum lleno de escritos, inclusive cartas. Era algo nuevo para el, pero no se arrepentía de nada.

Sin olvidar a las dos cachorras que por curiosidad fueron a ver al nuevo miembro de la familia.

Papá... ¿el no es un chico malo? Pregunto la cíclope.

-No mi niña, no lo es -respondio el locutor-

La menor miro al pequeño, y le sonrió.

Bueno, el será el lindo chico bueno hablo con una sonrisa.

Emily solo podía verlos, le agradaba la idea de tener una familia de verdad. Alguien con quien compartir recuerdos, guardar memorias.

Ojalá esa felicidad durará bastante, ¿o no?

El niño que antes reía por la gente a su alrededor se quedo callado en los brazos del omega. El ciervo miró a todos lados con una respiración agitada; intento ver si el bebé respiraba.
Al parecer tomó una mala decisión, el niño ya no presentaba signos vitales; la dama intento reanimarlo, pero nada.
Adam tuvo que sacar a la cíclope y la ángel de la habitación, cerrando la puerta y abrazando al cervatillo que entraba en un ataque.

Adam pero hace unos momentos estaba riendo, solo fueron segundos.

Rossie no pudo decir nada.

El humano también se quedó callado.

La mayor entrego el pequeño cuerpo de vuelta a su madre, quien lo abrazo fuertemente intentando darle su calor corporal y pudiera volver a reír.
Pasaron segundos. minutos, horas....

Se sabía que un omega al perder a su cachorro perdía una cierta esencia. Y su llanto rompía cualquier corazón aunque fuera de un completo desconocido.

Como recordarlo.

Recién se había enterado de su embarazo cuando abandono al hotel hazbin, meses luego de quitarse la marca.

Esa criatura que tenía en su vientre, que sostuvi en sus brazos; no pudo resistir más tiempo recordando todo antes de ello. Rossie fue la que le ayudó con la prueba de embarazo; el sabía, el sabía lo que podía pasar, sabia que tendría complicaciones.

Pero... Quie tendría el corazón tan podrido como para apagarle la esperanza a una madre primeriza.

Alastor, por favor, ¡gritame! ¡golpearme si quieres! Pero no sufras solo.

Sentía que le hablaban pero no escuchaba, sentía como el humano lo abrazaba, como lo consolaba.

Pero el estaba fuera de si.

Solo veía sus recuerdos en el transcurso de su embarazo. Solo podía pensar en ello, y cada vez que llegaba hasta donde estaban. Pues... Volvía al inicio.

Una vez cuando Adam se entero, le preguntó que haría luego de que el bebé naciera. ¿Saben que le respondió?

Le daré todo mi amor y lo cuidare, como mi madre hizo conmigo en vida. Nada le faltara ¿crees que será niño o niña?

Su madre lo crío solo, peor nunca le faltó nada. Ojalá ella pudiera estar con él en esos momentos, de seguro sabría que hacer.

Adam lo dejo por un momento a solas.

Habían enterrado el pequeño cuerpo en una parte del bosque.

Ahora solo tenía su pequeña manta en mano y fin.

Rossie le negaba con la cabeza cada vez que el humano preguntaba por alguna indicación de su mejora.

¿Tal vez su bebé murió por la herida en su pecho? ¿Tal vez por que era un omega defectuoso?

Esas preguntas vagaba por la mente del cervatillo.

No quería comer. Cada madrugada se despertaba con el alfa dormido a la orilla de la cama. Siempre lo tapaba con una fresada.
Su amiga lo visitaba seguido, muy bien sabia que estaba mal.
Pero ¿podrían dejarlo por esta vez?

Cerro los ojos, y al menos por esta noche pudo conciliar el sueño.

Y así siguieron con los demás días, semanas, meses y años.

Un cierto brillo en sus ojos se había perdido para siempre. Pero tal vez volvía por unos instantes cuando veía a sus cachoreas.
No sentía un pesar en su corazón, y si su bebé no debía nacer en el infierno, al menos esperaba que estuviera en un lugar mejor.

¿Confusión Y Dolor? Ay Por FavorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora