Cap VIII: Anillos en San Francisco

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Ya habían llegado a la pirámide Transamérica, el auto de Rachel estaba algo golpeado y lleno de abolladuras por culpa de Sonic, quien estaba conduciendo.

–Recuérdame no dejarlo conducir para la próxima.– La felina estuvo de acuerdo.

–¿Y porque manejó el extraterrestre?– Preguntó Maddie bajándose del auto.

–¡Hey, los traje hasta aquí! Y por favor, cinco estrellas.– Dijo mostrando sus cinco dedos. –Así que, aquí es.–

–Ahí, esa es su pirámide.–

–Wow. Miren eso.–

–¿Qué hacemos ahora?–

Sonic salió corriendo para ver si había alguna forma de llegar a la cima de la pirámide.

–Ya… no está.

–Sip, suele hacer eso.–

–Con el tiempo te vas acostumbrando.– Comentó la de mechones rosa.

El cobalto regresó. –No pude. Hay una llave especial para la azotea.– Miró a Lightning.

–Dudo mucho que pueda usar mis garras para poder trepar por el edificio.–

–¿Y ahora?–

Tom miró hacia arriba. –… Es momento de que abuse del poder que se me fue conferido.– Los presentes voltearon a mirarlo.

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Sonic y Lightning estaban dentro de una bolsa de gimnasia para evitar que los vieran. Pero el problema es que el espacio era estrecho y trataban de acomodarse todo lo posible. Tom y Maddie entraron al edificio para conseguir la llave a la azotea.

–Hay un suicida allá arriba, debemos subir rápido o habrá un pastelazo en la acera.– Mostró su placa a la recepcionista.

–¿Y vinieron hasta acá desde Montana?–

–Sí, así de serio es el asunto.–

La recepcionista miró con duda a los adultos pero al final les creyó y les entregó la llave que lleva a la azotea.

–Usted salvó una vida.–

Entonces Tom y Maddie se dirigieron al ascensor y empezaron a esperarlo. Y dos empleados se pararon junto a ellos también para esperar a que el ascensor subiera…

–¿Cuánto falta? ¡No podemos respirar aquí!... ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?– Los empleados los miraron con extrañeza.

–¿Cuándo piensas callarte?–

–¿¡Lleva a sus hijos en esa bolsa!?–

–No… si son niños pero, no son mis hijos.–

–¿No son sus hijos?–

–Oigan, soy policía sé lo que hago. ¿¡Y les gusta estar ahí, o no amigos!?– Sacude la bolsa.

–¿¡Porque habría de gustarnos!? ¡Esto es peor que la jaula para perros de ayer!–

–Es tan juguetón.–

Entonces Maddie se acercó y subió más el cierre de la mochila.

–¡No no! ¡Me da miedo la oscuridad! ¿Hay alguien ahí?–

–¡Sonic, silencio por favor!–

Entonces los empleados se alejaron incómodamente causando alivio en Tom y Maddie, aunque a partir de ahora algunos en el edificio iban a considerarlos psicópatas.

Sonic y Lightning (Oc): La película (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora