VII

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Tres meses habían pasado desde que aquella familia había invadido su propia prisión personal... Más no se sentía molesto en lo absoluto, no desde que el más joven de aquellos intrusos había tomado el atrevimiento no solo de verlo, sino también de desear pasar su condena junto a él.

En aquel momento, el pequeño azulino se encontraba frente al espejo, temblando mientras contemplaba el reflejo.

Era un día especial, estaba vestido con un pantalón de vestir negro, unos centímetros sobre la rodilla, medias largas sostenidas por unos arneses, botas negras con unos bordados de rosas azules y trenzas del mismo color, una camisa platinada de mangas globo y sobre este un chaleco azul de botones plateados, bordados de rosas negras del lado izquierdo y la extensión de la parte de la cola que llegaba casi hasta el largo del pantalón. También contaba con una joyas, con un par de broches en el cuello de su camisa, los cuales eran el pequeño dige de la cabeza de un ciervo de plata, unos uno por el otro con una cadena que atravesaba elegantemente su cuello y un par de aros con unas pequeños diamantes azules.
Por más hermoso que se viera, se sentía nervioso.

Una sombra acompañada de extraño líquido semi espeso se hizo presente detrás suyo, mientras poco a poco iba tomando la forma de aquel inusual monstruo con el cual le gustaba tanto pasar las horas.

Durante estos días había descubierto algunos detalles interesantes de aquella bestia... Uno de ellos era que aquel ser tenía la habilidad de cambiar de formas, más él no lo dominaba del todo... Sus pensamientos implicaban mucho en la forma en la que su apariencia final se vería.

Últimamente, su figura no cambio demasiado de aquella noche que lo vio por primera vez... No estaba tan delgado, lo que era agradable para el niño, también al rededor de sus cuernos contaba con unas rosas negras y otras rojas, mezclándose como una corona de flores.

Al ver el reflejo de su amigo detrás de él, dió media vuelta, tratando de sonreírle y verse más tranquilo.

-Luce Usted Encantador Está Noche- Mencionó con respeto el mayor, tomando con delicadeza la mano izquierda del infante y haciendo que esté diera una vuelta en si mismo, como si bailará.

-Desearía quedarme contigo.- Confesó el más pequeño, dando unos pasos adelante para estar más cerca de la criatura. -¿Porque tengo que ir?

-Por Que, Mí Señor, Se Trata De Su Fiesta De Cumpleaños- Le recordó aquella voz dulce.

Un suspiro cansado de escapó de la boca del más chico.
Era verdad, era su cumpleaños... Pero no disfrutaba de estar rodeado de gente que ni siquiera conocía, aquellos invitados que traía su padre a la casa solo para introducir un poco más a su heredero al gran mundo de los nobles... Tampoco estaba encantado con el ruido de la gente... Y a nadie parecía importarle del todo que él estuviera ahí. Sentía que solo iba para hacer quedar bien a la familia, más no aportaba nada.

Cómo si fuera capaz de leer su mente, el mayor se agacho para poder besar la mano del jovencito, siendo cuidadose que sus dientes no rozaran ni por un poco de su suave piel.
Aquel acto activó en el pecho del azulino cierto calor, acompañado de un fuerte golpe... Dolía, pero de la forma linda.

-Lo Esperaré Aquí Mismo... Después De Todo, Yo También Tengo Un Obsequio Para Darle.

-¿De verdad? ¿Que es? Quiero saber- Como si su angustia no existiera... El ánimo del menor cambio en un instante, viéndose emocionado y sumamente feliz.

×Ese Monstruo× (Sebaciel) Kuroshitsuji AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora