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El día se veía realmente hermoso, aunque el joven Ciel se la pasaría encerrado en su cuarto. Su hermano mayor al igual que su madre se habían preocupado demasiado por la hemorragia de su ojo el día anterior, razón por la que le pidieron que hiciera reposo y se quedará allí.
Hace unos años, aquello lo podría haber hecho sentir excluido y olvidado... Sin embargo, ahora adoraba cuando le pedían aquello... Mientras menos tiempo pase con su familia, más tiempo podía pasar con su amigo.La cama estaba repleta de lápices coloridos y pedazos de carbón. El niño estaba sentado, con un cuadernos grande en sus piernas... Dibujando tranquilamente. Por su parte, el monstruo se encontraba en el suelo, con la mitad del cuerpo debajo de la cama y la otra mitad afuera, también tenía un cuaderno, y él dibujaba usando solo el carbón, el color rojo, el azul y el morado.
-¿Y Porque Hacemos Esto?- Quiso saber el mayor, quien no quitaba la vista de su hoja.
-Asi evitamos que un pensamiento feo o una pesadilla vuelva a nosotros.- Explico el niño, mirando su dibujo y tratando de recordar bien que le faltaba.
-Una Técnica Realmente Interesante... ¿Podría Saber Quién Se La Enseñó?
-Tanaka... Cuando era más pequeño y las pesadillas eran algo constante.- El menor tomó otro lápiz y continuo coloreando.
-Interesante... Ya Terminé.
El monstruo salió de su escondite, sentándose junto a al niño, quien mantenia su cuaderno abrazado a su pecho. El mayor le entrego su cuaderno al jovencito, para que esté viera de que se trataba... Y en cierto aspecto, el niño no se encontraba listo para lo que vió.
El dibujo, de manera anatómica y estructural era espectacular, una pieza hermosa... Cómo si Sebastián habría dibujado como un profesional desde siempre... Más era lo que estaba plasmado en la hoja lo que tanto aterraba.Se trataba del joven Ciel, eso era evidente por la marca en su ojo derecho, del cual brotaba sangre como si se tratan de lágrimas. Su ropa estaba hecha pedazos, dejando al descubierta su cuerpo desnudo, ensangrentado y lleno de golpes, rasguños y mordidas profundas. De su ojo izquierdo caían un sinfín de lagrimas, sus piernas mostraban un camino carmesí que llegaba a sus pies, su mirada reflejaba miedo y dolor...
El dibujo entero estaba a hecho con carbón, por lo que casi no tenía color... Salvo por el rojo de la sangre y los ojos bicolor. Era tan realista que parecía que lo había estado viendo en el momento que lo plasmó.
-¿Esto cuando lo viste?- Quiso saber el pequeño, quien seguía observando con detalle de aquella hoja.
-Ayer Mismo... Cuando No Pude Hacer El Amor Con Usted.- Confesó el monstruo, con la mirada pérdida en el rostro del niño
Aquella revelación llenó al infante de sentimientos confusos. Por un lado, ahora sí podía ser capaz de entender el por qué su amigo había tenido aquel ataque de pánico tan escandaloso la noche anterior... No podía creer que un pensamiento tan aleatorio como aquel lo había alterado tanto, como Sebastián proceso el sentimiento del miedo en su máximo esplendor con la sola idea de poder llegar a herirlo en un ataque de euforia... Aquello le pareció, en cierto aspecto, lo más lindo que alguien puedo haber pasando por él... Cómo si su sola existencia y bienestar fueran suficientes como para hacer feliz a alguien, y eso lo hizo sentir completo.
Apartó su mirada del cuaderno para poder ver a su bestia una vez más, se acercó a él, dejando en su frente un suave beso, mientras sus manos tomaban su rostro y lo acariciaban con amor.
Después, arranco la hoja con el dibujo del cuaderno, doblando esté varias veces en si mismo, hasta que quede solo como un cuadrado de papel.-¿Usted Que Dibujo?- Quiso saber el mayor, extendido su mano para recibir el cuaderno del niño, quien se lo pasó lentamente.
La mirada del monstruo cambio al instante que vió la hoja, como si se tratara de estar viendo un fantasma de su pasado.
El dibujo presentaba un lugar... Uno un poco oscuro, como si estuviera debajo de un enorme pozo. El centro era el único lugar donde se veía una luz, un claro, donde se encontraba un enorme árbol de hojas rojas y gigantescas ramas. Al pie del árbol, justo debajo de este, había una sombra, lo que parecía ser una creatura espantosa y maligna, sobre un charco de sangre... Para ser más específicos, su propia sangre.
-¿Donde Y Cuando Vió Esto?- La voz del mayor era firme, fría y monótona... Sin expresión alguna.
-¿Donde? En mis sueños, o pesadillas... ¿Cuando? Muchas veces.- Respondió el joven, sin ningún tipo de gracias en su voz tampoco.
El niño ya tenía su teoría, y la mirada del monstruo lo confirmaba... Si era él. Solo debía preguntar. ¿Porque no podía hacerlo? ¿Porque le daba tanto miedo saber un poco más? No era nada difícil, y aún así, no se atrevió.
Por su parte, el más grande se percató de la mirada de su niño, sabía que estaba pensado en demasiadas cosas en ese momento.
-¿Algo Que Deseé Saber?- Pregunto el adulto, dando el pase perfecto para que el azulino se quitará las dudas... Sin embargo.
-No...- Respondió, sintiéndose apenado de si mismo por tanta cobardía.
Sabía que estaba mintiendo, por su puesto que Sebastián sabía que era mentira, y aun sabiéndolo... No dijo nada.
Arrancó también el dibujo del cuaderno, doblando esté hasta que quedará como un cuadrado.
El monstruo extendió su mano izquierda, dejando su palma a la vista... Tanto él como el niño dejaron sus dibujos sobre aquella... El mayor cerro su puño, y pocos segundo después, se pudo apreciar por un breve perdido de tiempo como de esté salía una llamarada de fuego. Al abrir su mano otra vez, solo se pudieron apreciar unas cenizas... Las cuales fueron entregadas al menor.-¿Y Ahora Que Hará Con Eso?-
El niño se puso de pie, caminando en dirección a la ventana, cuidando que las cenizas no cayeran en el suelo... Al llegar a dónde quería, tiró lo que había quedado de las hojas, mientras el viento se las llevaba lejos.
-Asi evitamos que nos vuelvan a atormentar.
La mirada del mayor se perdió en el niño por un rato más, apreciando como este volvía hasta él para tomar sus manos.
-¿Quieres jugar ajedrez?
-Me Encantaría.
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×Ese Monstruo× (Sebaciel) Kuroshitsuji AU
ParanormalImagina ser alguien casi invisible para el resto de las personas... Estar ahí, pero que a nadie le importe o siquiera le sirva de algo tu presencia. Ambos eran parecidos en ese aspecto... Quizás fue su misma soledad la que los llevo a unirse. H.P...