Laila era una chiquita que había nacido en un barrio de Buenos Aires, la pequeña rubia siempre acompañaba a su padre a ver las carreras que el automovilizmo argentino podía ofrecer, y con su hermano iba todos los fines de semana a la cancha.
Pronto...
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Listen to your heart, and just in that moment you'll know what is best for you
Año 2009:
En el autódromo Óscar Galvéz (pronto Óscar y Juan Galvéz), una pequeña rubia de ojos verdes correteaba mientras su padre intentaba detenerla. Mariano, un hombre de más 35 años, no podía perder de vista a su hija, ya que sino su esposa lo mataría al llegar, pero él sabía muy bien como convenver a la criatura de quedarse quieta.
M: Laila, vení para acá que ya van a largar los autos y desde acá los vemos mejor, si los pilotos te ven corriendo no van a querer salir eh.
L: Ahí voy pa, perdon.
M: No pasa nada, pero vení para acá.
Unos minutos más tarde, aquellos enormes autos (por lo menos para Laila) estaban posicionados para largar. Su padre amaba el Turismo Carretera y le emocionaba tener la posibilidad de llevar a su hija con él para que pudieran compartir la misma pasión, aunque a su madre le seguía dando miedo y dudas que una niña tan chica vaya a ver ese deporte. Laila se había sentido conectada a los autos desde que tenía uso de razón, cerca de su casa, tenían un vecino que era mecánico y la niña siempre se le escaba a sus padres para poder saludar al señor y que este le enseñara lo que hacía, recibiendo luego los retos de su madre por ensuciarse la ropa de grasa y polvo. Su padre, por otro lado, la llevaba desde chica a unos kartings baratos cerca del barrio, en realidad su hermano era el que iba con sus amigos pero la niña no quería que la dejaran de lado y se metía a manejar igual. Su hermano perdio el intereses al enfocarse en el futbol, pero ella siguió yendo a los karts cuando su padre podía pagarselo. Cuando el semáforo dio la luz verde para arrancar, los autos rugieron y aceleraron sin piedad. A la rubia le daba un poco de ansiedad esa parte, ya que contaba con el miedo de que suceda algún choque entre los autos, para su suerte esa vez no hubo ningún accidente y la carrera se dio con tranquilidad, pero la pequeña no podía sacarse una idea de la cabeza.
L: Papi, yo cuando sea más grande quiero manejar como ellos.
M: Pero Lai, vos sos una nena, no se si vayas a poder manejar ahí, aparte es re peligroso y tu mamá me mata.
L: Y que tiene que sea una nena? Hay veces que venimos y hay mujeres más grandes manejando también. Aparte yo no quiero manejar esos autos, son muy grandes, yo quiero ir en esos de Formula 1.