Gabriel y yo comenzamos nuestra aventura de preparatoria en el grupo 1ero H. Nuestra amistad nació de la soledad que nos envolvía después del receso, cuando la mayoría de nuestros nuevos compañeros no regresaban a clases por irse de fiesta a otros lugares en donde terminaban ebrios y envueltos en escándalos de índole sexual. Ya sabes: que Fulanita y Menganito se besaron en la tarde, pero Fulanita y Zutano se habían besado más temprano y resulta que Zutano ya tiene novia y su novia los vio y casi se pelearon y sabe qué más.
Lo creas o no, así se formaron los grupitos de amigos en nuestro salón, por lo tanto, Gabriel y yo, al vernos excluidos de todas esas situaciones, no tuvimos más remedio que hablar entre nosotros, y, en ocasiones especiales, con Rebeca.
Al principio las pláticas se sentían un tanto forzadas por la incomodidad de ambos, pero después perdimos la vergüenza y comenzamos a ir de un lado a otro juntos. Congeniamos tan bien que tuve que prometerme que jamás me enamoraría de él, pues no quería arruinar la amistad que estábamos construyendo porque esta misma se había convertido en mi refugio favorito dentro de la escuela. Y, aunque no tardé mucho en darme cuenta de que la mirada verde de Gabriel era encantadora, y que su cabello hacía buen contraste con su tono pálido de piel, y que su altura me parecía la apropiada para que, cuando me saludara de beso, él tuviera que agacharse para encontrarse con mi mejilla, no hice mucho al respecto más que babear secretamente por él.
De modo que, sí. Me enamoré Gabriel en tan solo medio semestre. Y para mi desgracia, él no daba indicios de haberse enamorado de mí, sino todo lo contrario: Gabriel, el muy idiota, se enamoró de Rebeca, así que, como buena perdedora, decidí que esto no iba a ser un obstáculo en nuestra relación de mejores amigos, pero eso no quiere decir que no hubo un evento que obstaculizó nuestro lazo, porque sí lo hubo, y aunque no nos mantuvo alejados del todo, sí lo hizo en su mayoría.
Dicho evento se llevó a cabo al inicio del tercer semestre y fue un rumor entre muchos que terminó convirtiéndose en una realidad casi tan catastrófica en mi vida como lo habría sido un meteorito. Verás, ya sabes que, de vez en vez, cuando un grupo pierde varios estudiantes, los directivos se dan a la tarea de disolverlo, y los alumnos que han sobrevivido a la disolución del mismo terminan mezclándose en otros grupos, tal como me pasó a mí, que terminé en 2ndo G mientras que Gabriel se fue a 2ndo I junto a Rebeca, su novia.
El cambio de aula no solo me hizo alejarme de mi mejor amigo de la manera más cruel y dramática en mis dieciséis años de vida, sino que también me trajo nuevos vientos, y uno de esos vientos fue Alex, con quien tú platicabas de vez en cuando como si se conocieran de otra vida. Creo que por esta razón puse una distancia entre él y yo desde el momento en que me perdí en lo oscuro de sus ojos cafés y en su aura nihilista, la cual concordaba con la mía casi a la perfección. Fue como si él y yo estuviéramos destinados a deprimirnos por nuestra insignificancia juntos. Sin embargo, creí, muy equivocadamente, ahora lo sé, que tú y él tenían una relación física-amorosa a escondidas de los demás. No imaginé que tú y él se conocían desde la secundaria y que su pasado como compañeros era lo único que los mantenía unidos porque Alex siempre fue una persona huraña y tú mantienes diálogos largos hasta con Nospurratu, de modo que aprendí que sus personalidades opuestas solo se soportan en raciones pequeñas y esporádicas. No me mires así, Alma; es la verdad.
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Misión cliché
RomanceLa vida no le ha resultado tan bien a Nina Fuentes desde el avistamiento de un fantasma en la casa de sus abuelos. Ahora, con el susto en el pecho y una fractura de muñeca por la impresión, Nina regresa a casa con la cola entre las patas. La única b...