27⌉ Droga que ataca el cerebro

745 106 64
                                    

Elizabeth

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Elizabeth.

Después de eso seguimos patinando por un rato más, hasta que nos cansamos y decidimos salir de la pista. Mientras caminamos, Tom nota que se me hace algo difícil hacerlo, así que me agarra de la mano para no volver a tropezarme como hace rato. Porque si, casi caigo de culo en la pista si no fuera porque (de causalidad) también me sostuvo a tiempo.

Terminamos de caminar, tomamos asiento en unas bancas y empezamos a quitarnos los patines de los pies. Tom pudo terminar con facilidad, pero yo aún sigo en el primer par, ya que se me hace casi imposible poder sacarlo de mi pie, por más que jalo el patín, parece que no quiere salir de mi pie y se siente pesado seguir haciendolo.

Tom nota que se me está haciendo difícil y obvio que sabe que necesito ayuda, pero el decide preguntarme antes de todo.

―¿Quieres ayuda?―Me pregunta en un tono muy gentil e inocente.

Le dedico una mirada de reojo. Pues claro que necesito ayuda. Pero fíjate que no te la voy a pedir.

―No, puedo sola. Distraete por ahí o yo que sé, no voy a tardar en sacarme esta mierda de los pies. ―respondo, y obviamente estoy mintiendo, porque mi orgullo es más grande que todo.

El me sonríe con burla y diversión.

―¿Segura?―pregunta con diversión. ―. Puedo hacerlo, si quieres, solo tienes que pedirlo.

Le sonrío con ironía y suelto una risa de la misma.

―Pues, efectivamente, no quiero. Así que vete.

―No me iré. Me quedaré aquí viendo con mis propios ojos como te quitas los patines sola. Y que bueno, porque tengo todo el día libre para verte solo a ti. ―dice, manteniendo la burla en su sonrisa y voz.

Lo miro de abajo hacia arriba con una mueca en mis labios. A veces me cae mal.

Miro el patín que atrapó mi pie e intento retirarlo de un jalón, pero no lo consigo así que empiezo a intentar hacerlo con movimientos bruscos y golpes fuertes. Al final nada funciona, suelto un bufido de molestia y luego me giro a ver a Tom, quien estaba viéndome con diversión pero luego fingió estar viendo a una de las chicas que está patinando sobre la pista.

Mi mirada se desvía hacia ella y siento desilusión cuando me fijo que es rubia, patina bien y es guapísima, totalmente lo contrario a lo que soy yo. Ella le dedica sonrisas estúpidas a Tom cuando pasa por nuestro lado, afortunadamente la larga valla nos separa de ella. Entonces antes de que ella tenga la valentía de hablarle, llamo la atención de Tom.

𝘍𝘪𝘯𝘨𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘢𝘮𝘰𝘳 ; 𝘛𝘰𝘮 𝘢𝘯𝘥 𝘉𝘪𝘭𝘭 𝘬𝘢𝘶𝘭𝘪𝘵𝘻 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora