A veces la vida es tres mil veces más cruel de lo que nosotros somos a veces, y es que ella ni siquiera pensó cuando decidió fingir amor por él. Inconscientemente decidió crear falsos sentimientos por caricias que resultaron ser besos que nunca dese...
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Hace algunos largos minutos que llegaron hasta aquél mar al cual Tom la trajo por primera vez, hoy es la segunda vez y Elizabeth no puede evitar sentir nostalgia al recordar como hace más de dos meses inició todo esto.
Ambos siguen sentados en la orilla del mar, encima de una piedra mientras que a la misma vez también tienen sus piernas sumergidas bajo el agua.
La castaña mira la naturaleza de su alrededor con una sonrisa en sus labios, relajándose al sentir la fría brisa acariciar su rostro y los rizos de su cabello. Por otro lado, Tom todavía la sigue mirando con un peculiar brillo en sus ojos café y una tierna sonrisa en sus labios.
Su mirada detalla cada parte de la piel de Elizabeth, cada facción del rostro de la chica para el son perfectos y hermosos. ¿Como puede ser tan hermosa? ¿Como nunca pudo aprovechar el pasado, donde las cosas estaban distintas con ella?
Si el la hubiera acompañado a su fiesta de graduación en vez de irse con su ex novia, ahora las cosas estarían completamente distintas. Porque Elizabeth planeaba confesarle sus sentimientos en aquella noche, y seguramente Bill habría permitido el amor de ambos.
Nadie sufriría y nadie moriría, pero ahora su destino está escrito y tiene un final.
―Ese vestido de flores te queda muy bien... ―habla Tom de repente, haciendo que Elizabeth gire su rostro para verlo.
La tierna sonrisa en los labios de Tom aún permanece ahí, y cuando Elizabeth la ve, no puede evitar regresarle la sonrisa.
―Gracias. ―susurra Elizabeth, y sin que ella pueda sentirlo sus mejillas se sonrojan.
Tom lo nota y se inclina ligeramente hacia ella, siendo controlado por sus impulsos. Golpea su cálido aliento contra su piel, haciendo que los nervios empiecen a atormentar a la castaña por dentro. Ambos se miran fijamente a los ojos por varios segundos y en silencio.
En el fondo, Elizabeth espera que Tom junte sus labios de una buena vez, y se siente cada vez más desesperada cuando Tom decide no hacerlo.
El simplemente se inclina hacia su mejilla y termina pegando sus labios contra esta, plantando un dulce beso que dura más de lo esperado, y que por supuesto, también le roba un suspiro a la castaña.
―Tom...
Tom la interrumpe antes de que ella pueda continuar.
―Te quiero. ―susurra contra su oído, para luego alejarse lentamente de ella y esbozar una sonrisa ladina al notar el color rojo en las mejillas de la chica.
Elizabeth solo reprime una sonrisa y guarda uno de los mechones de su cabello detrás de su oreja. ¿Así es sentirse en las nubes? Todavía no imagina lo que le espera.
El tiempo termina pasando con rapidez, después de eso ambos se las arreglan para cambiar el tema y entablar una conversación, que aunque no sea tan creíble, en realidad parece ser una conversación de amigos.
