Shigeo kageyama

368 13 0
                                    

(En esta historia Hoyuelo es humano)
La secundaria había terminado, su maestro había prosperado su negocio y sus amigos eran ciudadanos decentes.
Desde que eso sucedió, cada uno había tomado su rumbo. Algunos siguieron sus sueños, otros solo obedecían lo que sus padres decían, otros no habían tenido la misma suerte.
Pero ahí estaba el, echado en su recámara, mirando el techo con tanta quietud, mientras otros se esforzaban por ser sobresalientes en su trabajo, el no sabía ni que podría hacer.
Muchas veces veía a su hermano Ritsu, contándole a su madre sus experiencias en su trabajo; mientras lo felicitaba por sus logros, el solo veía, no participaba en esa amena conversación entre madre e hijo, sabia que si participaba no tendría mucho que decir, Ese sentimiento abrumador.
Sentia que tu vida se está yendo en picada, sentirte insuficiente para ti mismo, sentir que lo que haces es insignificante comparado con los demás logros.
Ese sentimiento que te hace querer llorar de frustración, que te da un impulso de intentar salir de ese vacío, pero al final no saber cómo lograrlo.
Eso es lo que uno llama la etapa de la adultez.
Era de mañana, las cortinas estaban levemente abrieras y los rayos de luz solar reflectaban en sus párpados, abrió los ojos con cierta vagancia y se sentó sobre la cama, se dirigió al baño y se aseó correctamente, al salir se dirigió a su armario con una expresión decidida y esperanzada, rápidamente lo abrió y se colocó la camisa más limpia que encontró; con unos pantalones negros y sacó una de sus corbatas de secundaria.
Salió de su habitación con el cabello ordenado, completamente aseado, un hombre trabajador, bajo las escaleras y vio a su madre prepararles el desayuno, como siempre vio a Ritsu, esta vez no se sintió abrumado al verlo.
El, al dirigirle la mirada, le correspondió con una leve sonrisa; acercándose y sentándose en la mesa junto a él.
-Buenos días Shigeo, te noto algo raro hoy, ¿te encuentras bien?.  Su rostro se notaba extrañado e serio, mirándome mientras mordía su tostada lentamente.
-Sí, solo que hoy me buscaré un trabajo..
-Trabajo?, me alegro por ti, te deseo suerte encontrando uno.
-Si...Gracias Ritsu.

Al acabar el desayuno, agarre mi maletín; arregle mi corbata en el espejo; acomode bien mi cabello y me dirigí decidido a la puerta, apresurado me despedí de mi madre y me dirigí a la dirección opuesta de Ritsu.
Caminaba nervioso, apretando mi maletin levemente, la verdad es que no sabía a donde dirigirme, solo veía a las personas a mi alrededor caminar seguras de su destino, ellos caminaban con la fermenté en alto, no veían a su alrededor solo seguían su transcurso, yo solo veía a los locales de comida; farmacias; restaurantes, o algún establecimiento de trabajo de medio tiempo.
Con alguna esperanza miraba sus letreros, pero en ninguno decía que requería ayudantes, todos sus trabajadores seguían su rol monótonamente, no miraban a su alrededor, solo seguían su transcurso de vida naturalmente, por un momento me sentí deprimido al pensar que ese era el destino de todos, seguir un estilo de vida según tus decisiones, restringirte al seguir eso, debido a que es nuestra obligación generar dinero, ya que este mundo se mantiene de eso.
Agache mi cabeza y di media vuelta y camine a paso lento, ¿de verdad este es nuestro destino?, trabajar tanto hasta envejecer, pero en ese transcurso vivir los momentos más felices de tu vida, después envejeceremos y después..
Me senté en los asientos del parque, eche mi cuerpo hacia atrás, suspire profundamente, esto no salió como esperaba, me siento ridículo, esperaba que en algún local me aceptaran pero todo ya tiene su orden, yo no podría alterarlo.
Desganado saque mi teléfono del maletín, entrando a mensajes con alguna esperanza de encontrar algo que me subiera el ánimo.
Revisaba mis contactos, como Serizawa y Tome-chan seguían trabajando con el maestro Reigen, como Sho ya había establecido una relación estable con su padre, como los del club de físico culturismo seguían su vida independientemente, mi dedo se desplazaba por decisión propia, hasta que tope con un contacto.
-Hoyuelo...
Murmuré inconscientemente, hace tiempo no sabía de él, desde que terminó la secundaria nuestra comunicación disminuyó considerablemente, pero no acabamos en malos términos, presione su contacto y vi nuestra última conversación.
-Oye Shigeo, tu maestro quiere que vengas para que lo ayudes con un señor que tiene problemas con fantasmas en su baño
-Gracias por avisarme hoyuelo, enseguida llego.
Solté una pequeña risilla, tampoco tenia mucho contacto con el maestro Reigen pero supe que su negocio se hizo conocido, intenté deslizar más abajo pero eso era nuestra última conversación, derrepente vi la fecha de los mensajes y fue unas 3 semanas antes de que terminara la secundaria, hace tanto tiempo deje de comunicarme con el?, aún recuerdo cuando trabajábamos juntos a exorcizar espíritus, ayudarle al maestro Reigen, y claro, sin olvidar los momentos de convivencia como amigos cercanos.
Levante levemente la mirada de la pantalla y vi la hora.
-Ocho y cuarto...
Tenia que llegar a casa, seguro cuando llegue le pregunten cómo le habría ido, y seguro no sabría que responder.
-Mejor voy a comprar algo..
Se levantó con desgana y lentamente se dirigió a la tienda.
Compro lo necesario para una cena simple y volvió a su casa, al abrir la puerta vio las luces apagadas, suspiro aliviado y sigilosamente se dirigió hacia arriba.
-Asi que...como te fue?. Ritsu, asomando desde la pared del piso de arriba, lo observaba subir curioso, se sobresaltó al sentir su voz y lo miro nervioso.
-Me fue....bien, supongo.
-Supones?
Dijo con una ligera sonrisa sarcástica, solo agache mi mirada y seguí mi camino a mi habitación.
-Si..buenas noches Ritsu.
-Bueno, descansa bien Shigeo. Dijo mientras se daba media vuelta y volvía a su habitación, hice lo mismo, adentrándome a mi habitación.
Deje las cosas en mi cómoda y me tire a mi cama, suspire profundamente y saque mi celular una vez más.
Presione en contacto de hoyuelo y empezó a teclear en mi pantalla.
-Hola hoyuelo, hace tiempo no hablamos, ¿Como estas?.
Mire el mensaje, veía el contacto, no estaba en línea.
Apague mi celular y me acomode en mi cama, cerré mis ojos lentamente, este día había sido un fracaso.

Un minuto de tu tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora