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—Shoko, ¿te importa que te mire las tetas?

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—Shoko, ¿te importa que te mire las tetas?

A Satoru Gojo nunca le habían gustado los lunes, pues la vuelta a la rutina después de dos días seguidos de descanso nunca se le hacía llevadero, y menos ahora que su mejor amigo no quería saber nada de él desde el jueves cuando se presentó como delegado y como guindilla del pastel, el viernes al tratar de solucionarlo lo único que logró fue empeorarlo todo con un público delante. Definitivamente había pasado un fin de semana del horror.

Aunque el albino fuera un fanático del deporte, las dos horas de educación física que debía afrontar todos los lunes como primera clase hoy parecían un tipo de tortura medieval, estaba totalmente desganado. Decidió sentarse en las gradas del gimnasio de la escuela, abriendo sus piernas para apoyar ambos codos en éstas dejando caer su mentón sobre sus puños, mientras contemplaba como la mayoría de alumnos de la clase jugaban a baloncesto libremente, pues el profesor les anunció que la última hora de clase hicieran lo que les viniera en gana mientras él acababa de organizar un papeleo pendiente, algo que alegró bastante al pálido.

—Gojo, desde que te has peleado con Geto cada día te veo menos cuerdo que el anterior —respondió Ieri con una mueca asqueada, la joven estaba sentada de igual manera, haciendo compañía a su estúpido amigo. No giró su cuello para responderle, se limitó a observar con desdén a sus compañeros jugando.

Ambos estaban sentados sin ganas de participar en clase, el más alto con un pequeño helado de uva entre sus labios. Satoru entrecerró los ojos mientras saboreaba el dulce, cruzando levemente las cejas hacia abajo.

La adolescente hizo un pequeño chasquido con la lengua y desvió su oscura mirada para examinar la de su amigo, cosa que se le dificultó por las características gafas de sol que el albino solía llevar cuando el sol molestaba sus azules ojos, la morena supuso que en esta ocasión los utilizaba por la vista algo cansada que portaba debido al estrés acumulado o simplemente para evitar el contacto visual con los demás.

—¿Por qué me has preguntado eso, Gojo?

—Pues, no sé, por nada en especial.

El muchacho parecía responder en modo automático, sin ser consciente de la conversación mientras miraba al frente, la compañera intentó como pudo seguir su mirada hasta llegar a sus compañeros jugando baloncesto amistosamente, percatándose de que Suguru Geto parecía estar absorbiendo la atención del alto.

Satoru estaba mordiendo ansiosamente el palo de madera del helado que justo había terminado de saborear, cruzando los brazos e inclinando su espalda hacia atrás con las piernas abiertas de par en par, parecía frustrado y desesperado.

No pudo conversar con su azabache amigo desde el maldito jueves, estaba desesperadísimo. Era consciente de que había lastimado a Suguru y se encontraba profundamente preocupado por él, pero por otro lado no podía evitar cabrearse con el menor: ¡Venga ya, ni siquiera le había dado la oportunidad de excusarse! ¡Lo estaba complicando todo demasiado! Lo había estado evitando más de cinco días; cinco días horrorosamente desesperados para el muchacho de tez nívea, considerando que jamás ha estado tantos días sin hablar ni tocar a su amigo, empezaba a añorar sus robustas manos acariciando su cuello cariñosamente.

Delegado [Satosugu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora