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—¡Gojo Satoru! ¿¡Entiendes la gravedad de tus actos?!

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—¡Gojo Satoru! ¿¡Entiendes la gravedad de tus actos?!

—Sí, director.

—¿Eres consciente de que con tu potencial podrías acceder a la mejor universidad del país? ¡No, de hecho; podrías ir a la universidad más prestigiosa de todo el mundo! ¿Por qué eres tan conflictivo? ¿Has pensado en tu futuro? ¿Has visto cómo está tu cara, llena de golpes?

—Mahito estaba molestando a Suguru Geto, invadiendo su espacio personal llegando a tocarle, ¿en serio pretende que aparte la vista ante algo así? Creo recordar como todas las aulas tienen colgado un cartel que dice ''No al acoso escolar''—Satoru por primera vez levantó su vista hacia el hombre que se encontraba sentado en el sillón de su despacho, mientras que el adolescente estaba de pie.

—Oye, escucha.  Lo mejor en este tipo de circunstancias es que avises a algún profesor para que así podamos interferir, es nuestro trabajo. Es importante que...

Gojo hacía ya rato que había dejado de escuchar al director del instituto, dejándose llevar por sus pensamientos. Había golpeado ariscamente a Mahito por molestar a su amigo, poseído por la rabia consumiente en su interior, aunque en ese momento la cabeza del ojiceleste estaba en pleno cortocircuito reviviendo los hechos uno por uno en su cabeza.

Primeramente, su corazón estaba sintiéndose cual naranja exprimida al recordar la cercanía con la que Mahito tocaba y se acercaba al azabache, sus dientes chirriaron al imaginar algún tipo de contexto romántico entre los dos, pero tras una ojeada en perspectiva era estúpido: ¿Cómo podría Suguru estar interesado en alguien así de imbécil? ¿Por qué su mente maquinó tal teoría macabra?

Satoru era consciente de que los últimos días habían sido como el apocalipsis en sus entrañas y en su cabeza, pero la voz de su cabeza que gritó al ver al pelinegro con otra persona estaba perforándole cerebro; Suguru iluminaba sus días, llenándolos de luz y paz, Satoru se sentía cobijado y protegido ante él de tal manera que el simple hecho de que su amigo pudiera compartir un lazo así con alguien más lo mataba por dentro, Geto se había convertido en todos los pensamientos de la cabeza del albino, aunque se llenara de vergüenza con tan solo pensarlo y se sintiera algo culpable, lo quería solo para él, anhelaba que el suave tacto de las manos de su amigo fueran solo para él, que el timbre ronco de su voz al reír fuera un privilegio para solo sus oídos y que las arrugas de sus ojos al sonreír le pertenecieran en todas las ocasiones. Quería dejar marcas absolutamente en todo el cuerpo del moreno para dejar claro de una vez a quién le pertenecía y que los demás se alejaran lo más posible. Pero joder, Satoru sabía que ese pensamiento era totalmente obsceno e indebido, se percibía como el peor puto amigo del mundo, un asqueroso pervertido.

Debido a eso, con tan solo volver a recordar como el cabrón de Mahito se atreviera a palpar la frente del azabache tan desvergonzadamente carcomía todo su estómago, quería matarlo, pero la poca estabilidad mental que le quedaba no se lo permitía.

Delegado [Satosugu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora