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! Mención de depresión.

Suguru no se presentó a clase durante una semana después de lo que pasó

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Suguru no se presentó a clase durante una semana después de lo que pasó.

Y Satoru se sentía más muerto que vivo.

Gojo cerró los ojos con fuerza y suspiró, deslizando dos de sus dedos masajeando así su frente, arrugándola y frotándola a su vez, cruzó las piernas por debajo de su pupitre.

Quería morirse, de hecho, la tentativa de la ventana abierta a su izquierda estaba apoderándose de él. La brisa corría por todo el salón congelando sus brazos pálidos y provocando que su vello corporal se erizara, el cielo estaba nublado y gris, anunciando que iba a emerger una tormenta, deslizó su vista desde la ventana hasta el pupitre de su izquierda, vacío desde hace una maldita semana, desde lo que ocurrió en su primera y única sesión de matemáticas, cuando intentó besarle.

Y, joder, quería desaparecer completamente.

Era repugnante, asqueroso, indigno del toque de su amigo por lo que le quedase de vida después de atreverse a tocarlo así aprovechando su amistad para lucrarse, como un depravado, sus instintos más carnales lograron apoderarse de él y toda la adrenalina después de poder sentir las yemas de los dedos de su amigo después de tantos días alejados lo volvió loco, quería apegarse a él, fusionarse, sentirlo, impregnarse de él.

Satoru pensó fugazmente que Suguru le pertenecía y su corazón se aplastó en su pecho por la culpa, daba asco, después de todo lo que ha provocado en su amigo, en la de situaciones incómodas en las que le había envuelto, cómo borró su sonrisa de cuajo al arrebatarle su puesto como delegado, la manera en la que el azabache tuvo que trabajar por él en la reunión del consejo escolar, y, joder, la manera en la que se había masturbado pensando en su amigo, como su entrepierna se aplastaba contra su pantalón al verle con el cabello suelto o jugando a algún deporte, cómo quiso degollar el cuello de Mahito al ver que tocaba al pelinegro, cómo lo acarició desvergonzadamente, cómo lamió sus dedos mientras sus ojos zafiro brillaban, como se corrió con tan solo el tacto; lo único que ha estado ofreciéndole a su mejor amigo estas últimas semanas ha sido dolor, problemas y tristeza. Suguru ni tan solo estaba asistiendo a clases, poniendo en riesgo su futuro estudiantil por su puta culpa, Satoru estaba perjudicando el futuro de su mejor amigo y de tan solo concienciarse la bilis de su vómito se alzó desde su garganta.

''Yo tengo la puta culpa de que Suguru haya tenido una recaída''.

—¡Oye, Gojo! Si vas a vomitar, no lo hagas aquí —el profesor Yaga apretó el libro que sostenía en su diestra mientras su entrecejo de cruzaba en dirección al adolescente—. Ve al baño los cinco minutos que quedan de clase, de todas formas aunque pienses que no me doy cuenta por tus gafas de sol, sé que no estás prestando nada de atención. Recuerda que la semana que viene hay un examen, chiquillo.

Satoru se levantó erguido de la silla y se dirigió a la puerta entre zancadas, obviando todas las miradas silenciosas del resto de sus compañeros incluyendo la de su amiga Shoko, que surcaba las cejas inquieta y se mordía el interior de su mejilla.

Delegado [Satosugu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora