Capitulo 7. ¿Y Dios?

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Crecí en la cuna de una familia religiosa católica,  creyente de Dios y de todos los santos,  una familia que creía en el matrimonio y en la iglesia, así que claramente yo era educada de esa manera, cuándo cumplí 6 años me ingresaron a una escuela de catecismo en donde aprendería sobre la palabra de Dios, la biblia, oraciones y cantos que lo alababan, donde me enseñarían lo bueno y bondadoso que era él, sin embargo, para mí nada de eso tenía sentido porque si existía un Dios tan bueno, poderoso y bondadoso en el mundo pasaban cosas tan malas a personas inocentes.

Claramente los cuestionamientos y protestas no eran una opción en mi familia, ellos creían en él y yo debía creer también, nunca exprese lo que pensaba acerca de sus ideologías, asistía al servicio de fin de semana, cantaba en el coro de la iglesia, realizaba las lecturas y ayudaba en la recaudación de fondos, trataba de convencer a cada persona que me rodeaba de mis creencias falsas, en muchas ocasiones incluso trate de convencerme a mí también, pensaba que tal vez la existencia de Dios era verdadera pues después de todo debemos de creer en algo, ya que si las creencias no existieran el ser humano se volvería loco.

Cómo buena católica realicé mis sacramentos y después de 6 años de formación religiosa comencé a enseñar a niños más pequeños, me tocaba inculcarles la palabra de Dios, tenía que hacerles creer en aquello que incluso yo no creía.

Durante muchos años desconocía mi relación con las creencias, en un tiempo platicaba con Dios, o más bien le reclamaba, recuerdo que cada noche le preguntaba llorando por qué se había llevado a mi padre, por qué mi hermano no era bueno, por qué yo estaba sola, y muchas cosas más, llegó un momento en el que me trate de convencer sobre mi vocación religiosa, pensaba en entrar al convento y ordenarme como religiosa, era la idea más estupida, pero en aquel momento parecía una solución, al menos en ese lugar estaría a salvo.

Después de cumplir 16 años me alejé de la iglesia poco a poco, mis cuestionamientos eran tales que no encontraba una respuesta, nunca tuve una fe poderosa como para detenerme a realizar oraciones cada día. Lloré, suplique y le imploré, realizaba oraciones cada noche para que mi hermano cambiara, para que dejara de hacerme daño, 6 años de mi vida le pedí algo a alguien que nunca hizo nada para ayudar a una niña que apenas empezaba a vivir. Cada persona tiene una fe diferente y nadie tiene el derecho de cuestionarla, cada uno sabe lo que cree y el por qué de esas creencias, sin embargo,  las personas que no tenemos una fe poderosa también tenemos un por qué , ¿Cómo le explicas a una persona que fue violada y golpeada durante seis años que existe alguien bueno que ayuda a los demás, si cuando esa persona necesito ayuda ningún ángel de la guarda estuvo en su vida para auxiliarla?

Hoy puedo decir abiertamente que no creo en la iglesia, sin embargo creo en que debe existir algún tipo de Dios en algún lugar, porque si no creo en Dios¿en qué voy a creer?, toda persona necesita una fuerza religiosa, una fuerza poderosa, física o invisible que lo guíe por un camino, probablemente a mí no me guía hacia ninguna dirección pero me tranquiliza saber que hay algo más allá de mi propia comprensión, muchos años lo cuestioné, algunos hablé con él y otros los ignoré, sin embargo no le guardo rencor, tengo que reconciliarme con mis creencias a pesar de lo difícil que eso sea, pues aún muy en el fondo me pregunto ¿Por qué?

Aún no he muertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora