Uno

581 30 22
                                    

El constante trote sobre las ramas y hojas del suelo no provocaban el ruido suficiente para ser una molestia, al menos comparado con la inmensidad del bosque, el lugar donde sólo criaturas inofensivas vivían, y las risas alborotadas de los dos muchachos que llamaban toda la atención que lo demás no lograba.

El más bajo iba a la delantera, aprovechando su maravillosa figura de extremidades largas y delgadas para moverse en torno a su selvático hogar, sin parar de reírse de su compañero, por su ineptitud al moverse en la tierra con todo su cuerpo simplemente más grande de lo necesario para ese lugar.

"¡Vamos, Fishlips! ¡No seas lento!", gritaba el de la piel más oscura, mirando por segundos hacia sus espaldas.

"¡Ya verás cuando te atrape, syaksyuk!", exclamó el otro, y por más que sus palabras sonaron amenazantes, la extensa sonrisa decía otra cosa.

Él no podía molestarse si era recompensado por la melodiosa risa de dialecto boscoso, poco importándole que cada cuantos pasos se tropezaba con alguna raíz suelta o piedras que le estorbaban al alzar su pesadas piernas aptas para el mar. Lamentablemente estaban muy lejos del mar.

Siguió persiguiéndolo, como si tuviera una oportunidad de atraparlo, hasta que su cansancio se volvió más evidente para el Omatikaya, quien frenó su carrera con tanta elegancia que pudo hacer desmayar al Metkayina. Él se acercó a pasos largos al jadeante muchacho, riendo en cierta son de burla, acompañada de ternura.

"¿Y bien? ¿Quién volvió a ganar?", preguntó con cinismo el más delgado, moviendo su cuello junto a su cabeza, y moviendo su cadera para mirar mejor a su agotado compañero, quien no pudo evitar ignorar su garganta seca y extremidades doloridas por el movimiento etéreo de las trenzas contrarias.

"No dices lo mismo cuando estamos en el agua, Neteyam", sonrió, forzando a recordar a Neteyam lo penoso que fueron sus primeros pasos en el mar del hogar de Ao'nung, durante la infancia de ambos, en la isla de Awa'atlu.

"No eres divertido, skxawng", rodó los ojos, sin dejar de sonreír, para fortuna de el otro na'vi.

Extendió su mano hacia la más grande, dotada de una aleta de ayuda para desplazarse en el mar, tímidamente rodeandola con la suya, apreciando cómo el calor mutuo se fundía en uno sólo. Ao'nung no dudó en acercarse, estabilizando su postura para hacer más efectivo el apreciar toda la extensión en frente suyo, apretando el agarre, entendiendo que el deseo de iniciativa surgía repentinamente en Neteyam, algo que no iba a desaprovechar.

Sonrió aún más, provocando una risita nerviosa del más bajo. Ninguno ignoró los sonrojos que algo tan simple como tomarse de las manos provocó.

"Ven, puedes hidratarte en algunas hojas que capturan el agua de lluvia", lo jaló, señalando con la otra mano un ejemplo de una de esas grandes palmas, fuertes para no gotear ni escurrir el líquido del que hablaba.

Ambos aprovecharon la sombra prestada por los gigantescos árboles para posarse y descansar, después de tomar agua y comer algunas bayas que Neteyam encontró cerca. Claro que no era la primera vez que Ao'nung estaba en el bosque, pero había pasado tiempo desde que se había concretado una visita de la familia del Olo'eyktan y Tsahík a Na'ring, y viceversa hacia los arrecifes.

Todos esperaban que ellos pasaran todo el tiempo posible juntos, siendo muy obvia la atracción que los dos jóvenes alfas mutuamente. Si bien, sólo Ao'nung había tenido su primer calor donde se descubría como un alfa fuerte, todo el mundo daba por hecho que el hijo mayor de Toruk Makto también sería uno.

No había espacio para duda. Estaban las estadísticas de la familia de Neytiri, las grandes posibilidades de que un avatar contribuya a la concepción de un alfa, y la naturaleza de Neteyam que iba completamente encaminada a ser el próximo Olo'eyktan de su hogar. Ese era su destino, y estaba dispuesto y emocionado por cumplirlo nada más que su padre renuncie a la labor por el paso infrenable de los años.

Kantseng | AonuneteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora