Sus ojos se abrieron con dificultad gracias al polvo a su alrededor. El maldito idioma de los invasores se adueñaba de sus oídos, haciéndolos zumbar; no sabía si por eso le dolían, o el dolor causó el zumbido.
Quería levantarse, pero cada inhalación volvía su cuerpo más débil; sólo podía comparar ese aroma tan repugnante al de un cadáver abandonado por días, a la deriva de la tierra y los carroñeros, pero de alguna manera que no quería descubrir, era peor.
Pensó que tendría las extremidades amarradas, con velocidad absurda que tal vez tendrían los avatares, pero no tenía nada ni en sus piernas ni en sus muñecas que lo hicieran quedarse postrado en la tierra. En su mente ya aturdida, se preguntaba por qué se sentía inmovil.
"Tenemos a otro macho con útero", entendió por una voz detrás de él. No podía voltear ni aunque quisiera, por las vueltas que daba su cabeza.
Puntos negros y un especie de halo de desenfoque devastaba su mirada, aunque abriera bien sus ojos, nada más que varios pares de botas y el verde de su hogar se distinguía.
"Un momento, ¿acaso éste no es el hijo de Sully?", escuchó otra voz en inglés, pero la afirmación que venía con ella lo hizo sentirse aún peor.No, no tenían que saber que era el hijo de Jake. Estaba mejor aún cuando sólo le sacarían los órganos, pero dejarían a su familia en paz.
Decepcionará a su padre.
Soltó un grito de agonía cuando una mano tomó su trenza y lo hizo levantarse. Veía otros ojos amarillos, pero artificiales, llenos de maldad; el cabello estaba recortado, como si no parecieran su unión con la tierra, y tenían más ropa de la necesaria para andar en el bosque.
"¡Suéltenme o les saco los ojos!", exclamó en Na'vi, pretendiendo que no entendía el inglés.
"Efectivamente, es el chiquillo Sully", rió el avatar, pellizcando su mejilla, "idéntico a la loca de su madre, pero parece que resultó omega. Hoy Dios nos ha regalado un pez gordo, muchachos".
Las risas victoriosas lo enfurecieron más, intentando hacer algo para salirse de esas manos, pero sus músculos se sentían derretidos e inútiles por las nauseabundas sensaciones del aroma que venía de alguno de ellos.
"Sueltenlo y amordácenlo, Jake Sully sabrá de inmediato por qué su niño desapareció".
Cayó al suelo en un golpe duro, que lo hizo sentir sangre en su boca y un estruendo en el colapso.
Sin otra idea, empezó a olfatear como podía, apoyando todo su peso en su antebrazo con tal de encontrar al alfa que desprendía el olor, pero todos parecían castos.
Hasta que a su panorama llegó la figura de una granada.
Más pequeña, pero ahí estaba. A varios metros de él, el incoloro aroma iba hasta sus fosas nasales y lo hacía querer vomitar, dándole la sensación de muerte.
Ahora que tenía a la vista lo que lo hizo ser inútil, ¿qué debía hacer?
"Ay no", trató de decir, pero un sólo quejido salió de su garganta al saber que caería desmayado.
Sus brazos se rindieron sin que su mente lo dejara, mientras que desde su corazón, los escalofríos se adueñaban de su cuerpo. Iba a vomitar pero también se desmayaría, y su naríz lo hacía pensar que en algún momento empezaría a sangrar.
Un par de manos lo alzó y ahora estaba sobre el hombro de alguien, sabiendo que tenía la necesidad de defenderse, pero la incapacidad se hizo vencedor.
Antes de caer desfallecido, escuchó el grito iracundo de su madre, pero no sabía si era su ilusión de ser salvado, o la realidad.
[...]
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Kantseng | Aonunete
FanfictionSu peor error fue pensar que tenía las cosas bajo control. Era un alfa, estaba comprometido con otro alfa que lo amaba, y sería un guerrero adorado por su clan hasta el momento de pasar por el Ojo de Eywa. Nada de eso era ni sería una realidad. Era...