Capitulo 1

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By ashRVNG

Entras al salón cabizbajo, viendo tus tenis gastados. El profesor te mira con mala cara por llegar tarde, pero decides ignorarlo y te pasas de largo, hasta que llegas a tu lugar, que es en la tercera fila, al lado de una ventana.


Sacas la primera libreta con la que te topas al meter la mano a tu mochila (que por cierto tiene más agujeros que tela) abriéndola en una hoja en blanco, y sacas un bolígrafo del bolsillo derecho de tu pantalón (que por cierto está en las mismas condiciones que tu mochila) y pretendes poner atención a lo que sea que el profesor esté diciendo, pero en realidad te pones a observarlo a él en silencio.


Está sentado en la otra esquina del salón con su bloc de dibujo afuera mientras dibuja algo que desde tu sitio no alcanzas a ver. Ni siquiera está tratando de pretender que escucha al maestro; él sólo está en su propio mundo, sin importarle la vida real.


Suspiras como una colegiala enamorada, porque esa es una de las cosas que te encantan de él.

Pero, ¡qué va! Si todo en él te parece perfecto.

Se rasca la nariz con dos dedos, y sabes que en medio minuto se va a despeinar el cabello, va a rascarse el cuello y después va a volver a lo que sea que esté dibujando.


Cuentas los segundos que faltan para que lo haga. 17… 16… 15… 14… 13… 12… 11… 10… 9… 8… 7… 6… 5… 4… 3… 2… y 1.


Y ahí está. Cabello, cuello, dibujo; justo como recuerdas, lo hizo el primer día que lo viste distraído en la clase de biología hace ya 4 años.


Algo que te parece extraño en él, es el hecho de que, desde hace ya 3 años, no lo has visto participar en ninguna clase o siquiera entregarle el trabajo a algún maestro. De hecho, crees que ni siquiera lo notan los maestros, porque ni siquiera para pasar asistencia lo nombran.


O tal vez es que estás demasiado distraído viéndolo, quién sabe.


Además, también todos en la clase lo ignoran. Ni siquiera hacen amago de voltearlo a ver. Pero eso sí; nunca nadie ocupa su lugar en la esquina más alejada del salón, porque desde el primer día él les dejó a todos bien en claro que ése lugar era sólo de él.


— Alumno Iero… Alumno Iero… ¡Alumno Iero!

— ¡Hey, Frank! – El chico del asiento de atrás (de quien ni el nombre recuerdas) te golpea el hombro. Lo volteas a ver con mala cara, por sacarte de tus pensamientos sobre Gerard. Él sólo se encoge de hombros, y señala hacia el frente.


Te volteas de mala gana otra vez, y ves que el profesor te está viendo con cara de si-no-me-haces-caso-te-mato, por lo que lo miras con duda.


— Párese, señor Iero – Te ordena, y le obedeces porque apenas caes en la cuenta de que por estar en las nubes pensando en él, le has dejado de prestar atención por completo.


— Bien, explíquenos por favor lo que acabo de decir – Te ordena.


Miras a tu alrededor, esperando a que alguien te dé una pista, pero todos se hacen los desentendidos. Otros hasta te miran con burla. Bah, si sabes de sobra que te odian…


Volteas a verlo a él, con la esperanza de que por tanto alboroto te esté viendo. Pero no. Él sigue en su mundo.


— No sé – Le dices al maestro, claro y conciso, pues no tiene mucho caso que fingas haberlo escuchado, porque sabes de sobra que medio salón se dio cuenta de que te estabas baboseando viéndolo.


Silence || FRERARDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora