El sol se ocultaba tras las montañas, tiñendo el cielo de tonos rojizos a través de las nubes mientras Oscar Hernández cabalgaba a través del polvoriento camino que serpenteaba entre los campos de agave y las casas de adobe y madera del pequeño pueblo cerca del valle de la Cuidad de México. El aire cálido, llevaba consigo el aroma seco de la tierra y del picante perfume de las plantas que avivaban el paisaje mientras su caballo galopaba con determinación por el sendero, dejando un rastro de una nube de polvo oscuro con cada paso que daba. Sus pensamientos estaban turbios, consumidos por la traición de su ex compañero, a quien le había descargado todas las balas de su revolver hace apenas unos minutos.
El revolver que Oscar portaba consigo siempre ya no estaba cargado, las balas del cartucho completo, ya tenían dueño: Marco Reséndiz. Solo había bastado un disparo en la cabeza y los cuatro restantes, en el abdomen.
Ciertamente, al llegar a esa vieja casa abandonada en las afueras del pueblo, Oscar esperaba encontrarse con el hombre que le ayudaría a ejecutar su plan esa noche y hablar sobre los últimos detalles para que todo saliera según lo planeado, con el compañero que había estado a su lado, combatiendo fuego con fuego en cada uno de los golpes que habían enfrentado juntos, a su amigo con el que había crecido.
Jamás pensó que terminaría apuntándole a quemarropa, traicionándolo y abriendo fuego en su contra, repitiendo una y otra vez que la recompensa de este gran plan sería solo para él y que no estaba dispuesto a compartirla.
Y no le quedó más remedio que defenderse.
—Tengo más lealtad yo en un dedo que tú en todo el cuerpo, cabrón... —fueron las últimas palabras que, mientras se ajustaba el sobrero, Oscar le dedicó al cuerpo inerte del hombre que una vez creyó, iba a ser su mejor amigo para toda la vida. Los agujeros que las balas le hicieron en el torso, habían formado ya una enorme macha espesa y carmesí que se esparcía por la tela de su camisa.
Sin perder tiempo en remordimientos, Oscar centró su vista al frente, golpeando el lomo de su caballo para que comenzara a andar con más velocidad. Se alejó rápidamente del lugar, sin mirar atrás, con la luna llena naciente a sus espaldas, haciendo sonar las espuelas de sus botas y galopando hacia su objetivo, su gran golpe: el secuestro de la prometida del gobernador.
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Esencia a Rosas y Rebelión (Oscar Isaac y tú) [EN CURSO]
RomanceEn el México del Porfiriato, donde la opulencia y la corrupción tejían una red de intrigas, la prometida de un poderoso gobernador se convierte en el objetivo de un audaz ladrón. Cuando Amelia Mendoza es secuestrada por el enigmático Oscar Hernánde...