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No era gracioso. Él estaba en todas partes. Cada lugar al que iba, lo encontraba ahí, siempre presente, siempre observando cada uno de mis movimientos. Era como si nunca pudiera escapar de su mirada.

“Aunque te coloques maquillaje, sigues siendo el mismo patito feo, Ikeu,” susurró Heeseung contra mi oído, con una crueldad que perforó mi corazón.

El dolor que sentí fue intenso, pero me negué a demostrarlo. En su lugar, tomé una botella de crema y comencé a hidratar mi piel, intentando convencerme de que yo también podía ser bonito. Solo necesitaba resaltar mis mejores facciones. Sunoo siempre hablaba con entusiasmo sobre productos de belleza, y esta vez, me dejé llevar por su pasión. Compré cada crema, cada suero, con un anhelo renovado.

Nuestras noches se llenaron de rituales. Hacíamos pijamadas de skincare, aplicando mascarillas y leyendo revistas de celebridades. Veíamos juntos cómo esos famosos que antes no destacaban lograban transformarse en figuras irresistibles, escalando hasta estar entre los 200 más hermosos del mundo.

Sunoo se había convertido en más que un amigo; era mi guía. Me ayudaba a elegir mi ropa cada mañana, ajustando detalles para que todo quedara perfecto. Juntos, desayunábamos comidas saludables, compartiendo trucos de belleza. Era nuestro pequeño mundo, uno en el que, por fin, sentía que pertenecía.

El primer día que fuimos juntos a la escuela después de mi transformación, las miradas eran inevitables. Todos me observaban, incrédulos ante el cambio. El chico nerd al que nadie prestaba atención ahora brillaba con su propio "glow up".

Pero, mientras los demás me miraban con admiración, algo dentro de mí seguía roto. Sentía un peso en el pecho, una incomodidad que no lograba comprender. ¿Este soy yo realmente? Hacía todo esto para sentirme mejor conmigo mismo, para dejar de ser la burla. Quería saber qué se sentía ser amado, ser uno de los "bonitos". Desde pequeño, siempre había querido ser lindo.

“Ikeu, eres hermoso tal y como eres,” dijo Sunoo, con su habitual entusiasmo. “Cambiaste mucho desde la última vez que salimos juntos a la escuela. ¡Eres una persona completamente diferente!”

“Lo sé, Sun…” respondí en voz baja, sin atreverme a levantar la vista del suelo.

“¿Te pasa algo? Te ves desanimado… ¿Es por el idiota de Lee Heeseung? ¡Dímelo para ir a romperle la cara!”

Reí suavemente, negando con la cabeza. “No es por él, Sun. Es por mí… Estoy asustado. Este no soy yo… No soy el mismo de antes.”

Sunoo me miró preocupado, su rostro dulce y sincero. "Tienes razón, pero ahora te ves más saludable, hyung," sonrió, intentando levantarme el ánimo.

"Lo sé… Y siempre ha sido mi meta," susurré, sintiendo el nudo en mi garganta. “Pero quiero sentirme bien… Quiero aceptarme a mí mi mismo..."

“Sabes que si yo fuera más bonito, todos querrían ser mis amigos y cuidar de mí… Pero nadie lo ha hecho,” dije, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos.

“Todos parecen tenerme asco y les aterra que los demás los vean conmigo. Porque no soy bonito. Solo soy alguien que pretende serlo, y aún con todo este maquillaje… Ya no sé quién soy. Ya no amo leer, ya no me gusta estudiar… Lo único que quiero es dormir y verme bien. Yo nunca deseé esto para mí…”

La voz se me quebró al finalizar la frase. Miré a Sunoo, esperando que lo entendiera. En su rostro, vi la empatía brotar, y me sentí un poco menos solo. Con un gesto suave, limpió mis lágrimas con su pulgar y me sonrió con esa calidez que siempre me reconfortaba.

“Hyung, tú eres muy fuerte,” dijo Sunoo, su voz suave y tranquila. “No solo por soportar este dolor, sino por darte cuenta de lo que realmente quieres en tu vida y de lo que no.”

“Fue por Heeseung…” murmuré, avergonzado. “Quise negarlo, pero simplemente no puedo. Él parece fascinado conmigo, por mi lindo rostro. Pero lo único que quiere es tenerme en su cama para luego… borrarme de su lista para siempre. Como a todos, Sun. Yo no soy diferente para él…”

Sunoo me abrazó con fuerza, como si quisiera protegerme de todos los males del mundo. Permitiéndome sollozar lo suficiente, aunque en el fondo sabía que no era suficiente. El vacío en mi pecho no desapareció; era un dolor persistente que se negaba a desvanecerse. Lloré tanto que, finalmente, el cansancio me superó, y me quedé dormido en sus brazos.

El calor de su abrazo me envolvió, y en ese momento, sentí que tal vez no todo estaba perdido. Quizás había algo más allá de la superficialidad que me atormentaba. Pero en mi corazón, la batalla por encontrarme a mí mismo aún estaba lejos de terminar.




Mientras tanto heeseung:

﹉﹉﹉Mientras tanto heeseung:

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⏰ Última actualización: Sep 29 ⏰

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