Capítulo_2

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Ava:

Genial.

Mi primer día en la universidad.

- ¡ Mamá ! - vocifero a todo pulmón - ¡ deprisa, se nos hace tarde !

- ¡ Deja de gritar niñata de los cojones ! - escucho a Tyler protestar desde su cuarto - ¡ Algunos intentamos dormir !

Me acerco lentamente a su puerta y:

- ¡¡ AHHHHHHHHH !! - continuo gritando - ¡¡ UN TERREMOTOOOOOO EVACUEN EVACUEN AAAAAAAAAAAAHHHHHHH !!

- ¡ Enana babosa como te pill-

- ¡ Dejen de gritar ya cojones que son las ocho de la mañana y esta casa parece la final de la champions ! - ahora es papá el que interviene con su característico sentido del humor, aunque evidentemente molesto.

De la habitación de mis padres sale mamá con su pijama de flores y el cabello mal recogido.

- ¿ Empacaste las maletas ? - me pregunta todavía considerablemente adormilada - ¿ te aseguraste de llevar todo lo necesario ?

- Sí mamá, pasé todo el día de ayer en eso - sonrío al darle un vistazo a su apariencia tan desaliñada - saca a papá de la cama y hazle encender el coche.

- Vale cariño, baja las maletas hasta la entrada...

Sin dudas iba a extrañar mi hogar. Mi estilo monótono de vida, a mi familia, al idiota de Tyler, a mi instituto ( a pesar de no tener más amigos que Helen ), a mis libros... ya se había convertido en mi hábitat, en mi propia zona de confort. Por decirlo de alguna forma me había acostumbrado a las mismas personas.

Siempre he sido una chica simple, que le gusta leer, escuchar por horas y horas las mismas cuatro canciones, ojear Pinterest de vez en cuando, ver videos de Instagram... cosas por el estilo. Sin embargo, mi pasión siempre se inclinado por la filosofía y la literatura clásica, podría pasarme días enteros leyendo un buen libro o ensimismada pensando en la profundidad que aparentan tener las cosas simples. En resumen, siempre he sido el bicho raro para todos, incluso para mi familia sólo que ellos lo disimulan mejor y evitan cuchichear cerca de mi rango auditivo.

Quizá esto no sea tan mala idea después de todo.

Un cambio de aires, un reinicio, independencia, no suena tan mal.

(...)

— La residencia no tiene mala pinta — dice papá mientras le echa un ojo a través de la ventanilla del coche.

— ¿ Segura que estarás bien por ti sola ? — la voz de mamá suena con cierto tonito que se me antoja de súplica.

— No creo que sea la gran cosa — río nerviosa — me las arreglaré por mi cuenta.

— Recuerda que en autobús estás a una hora de casa.

— Sí mamá — la tomo de la mano — estaré bien.

— Recuerda llamarnos de vez en cuando.

— Sí papá — les sonrío a ambos — cada que pueda lo haré.

Y ahí se marcha mi única vía de escape.

El autobús te deja en casa.

Es sábado.

¿ Y eso qué ?

Que el autobús no pasa los sábados.

¿ Quién dijo que no ?

Te lo digo yo, investigué al respecto.

Okay, debo dejar de tener conversaciones con mi ansiedad. No es de gente cuerda.

Tomo las maletas y las arrastro hasta la entrada de la recepción.

La residencia lucía antigua pero con cierto toque de elegancia que parecía caracterizar a todo el campus desde las primeras vistas que tuve de él al entrar en auto.

— ¿ Hola ? — le hablo a la recepcionista.

Es evidente que no te va a escuchar.

¿ Por qué ?

Lleva audífonos ¿ eres lela ?

Ya, claro.

¿ Hola ? — repito un tanto más alto al no recibir respuesta.

Era una chica más o menos de mi edad, de cabello corto y pintas de punk.

Golpeo ligeramente el cristal.

— Oh, lo siento — dijo avergonzada al voltear  hacia mí.

— No, descuida.

— Es que no estamos acostumbradas a recibir visitas los sábados — miró a mis maletas junto al mostrador — ¿ Eres nueva ?

— Algo así — su tono de voz gentil sin dudas no va con su aspecto  de chica ruda de los noventa.

— ¿ Nombre ? — dirige su atención hacia la pantalla del ordenador.

— Ava — coloco un mechón de  cabello detrás de mi oreja — Ava Jones.

— Que nombre más curioso — me sonríe amablemente — ¿ Cómo se escribe ?

— AVA — deletreo.

— Listo — clickea — Facultad de Filosofía... piso tres, habitación cinco, escaleras a la derecha.

— Gracias.

— Mi nombre es Claudia y me encontrarás fuera de ese horario... — me extiende un juego de llaves y señala el cartel que había pegado en el cristal — en la primera habitación de la primera planta a la izquierda, para cualquier duda o lo que necesites.

Sigo pensando que es más agradable que la primera impresión que da.

Me despido con una sonrisa y tomo las maletas escaleras arriba. Al llegar a la tercera planta las ruedo hasta quedar frente a la puerta que tiene un cinco marcado. Tomo las llaves y entro.

En resumen, dos camas, dos armarios. Un cuarto de baño, algo pequeño.

Mi compañera de habitación aún no ha llegado.

¿ Qué clase de persona será ?

Espero que no sea rara... Al menos no más rara que yo.

Escogí la cama de la derecha y dejé las maletas junto a ella.

Me disponía a vaciarlas en el armario cuando la puerta se abrió.

Una chica de cabello castaño y lacio, de baja estatura y ceño fruncido entró.

Parece seria.

¿ La experiencia de antes no te enseñó nada ?

¿ Sobre qué ?

No juzgues a un libro por su portada.

Ah, cierto.

— Hola — al igual que yo, dejó las maletas a los pies de su nueva cama y compañera por los próximos cinco años — soy Ava, Ava Jones.

— Hola, Ava — su ceño fruncido se relajó al poner su atención en mí — me llamo Lucy.

— ¿ Pasa algo ? — pregunté indiscretamente al notar su cambio de expresión.

— La recepcionista...

No es lo que aparenta ser.

— No es lo que aparenta ser.

Tengo la ligera impresión de que Lucy y yo nos llevaremos bien.

— Lección del día... — añadió ella — No juzgues a un libro por su portada.

Río ante la graciosa casualidad.




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