— Todo el mundo ve lo que aparentas ser.
— Pocos experimentan lo que realmente eres, Maquiavelo.
— ¿ Crees que te irá bien ?
— No es muy díficil — bajo la maleta del coche — no será distinto del orfanato.
— Estoy ansioso por saber cuánto serás capaz de absorber fuera de ese antro — arroja el cigarrillo por la ventanilla.
— Antro o no, es mi hogar.
Hoy, diez años después de nuestro primer encuentro, sus intenciones y su nulo sentido de la moral siguen siendo un misterio para mí. Esta sensación desagradable que me deja ser consciente de que soy una especie de conejillo de indias no desaparece de mi paladar.
— ¿ Sabes usar uno de estos ? — saca de uno de sus bolsillos un celular.
— Me las arreglaré.
— El único contacto que hay registrado es el mío — me lo entrega en las manos — quiero un informe semanal de lo que aprendas en este lugar.
— Lo tendrás... — frunzo el ceño ante las vistas de la residencia — cumpliste tu promesa.
— Te dije que te sacaría de allí cuando cumplieses la mayoría de edad y te haría entrar a la universidad que escogieses. Aunque no me sorprende que hayas optado por esta.
— De tal palo.
— Tal astilla.
Cierro la puerta del auto.
— Ashen.
—¿ Qué ?
— ¿ Cuál es tu apellido ?
— Noir.
— Te adopté y te di un apellido para poder sacarte de allí — su inexpresivo rostro me increpó — no me decepciones.
— Lo tendré en cuenta.
Agarré mis cosas y las llevé hasta la entrada de la recepción.
— ¿ Cuál es mi habitación ?
El tipo me miró extrañado.
— Hola a ti también...
— Ashen, Ashen Noir.
Su rostro volvió a tornarse extrañado.
— Habitación dos, cuarta planta a la izquierda.
Tomé las llaves y subí escaleras arriba.
Al entrar a la habitación me recibió un tío de metro setenta, cabello rubio y aire alegre que toqueteaba la pantalla de su celular con cierta agilidad. No parecía importarle mi presencia, cosa que agradezco enormemente.
Puse la maleta sobre la cama y aproveché para echar un ojo al desorden de su lado de la habitación. Al notar mi mirada, el chico ladeó la cabeza duditativo.
— ¿ Nombre ?
— Ashen.
— Ashen... que nombre más raro — hizo una mueca — me llamo David.
— Intentaré recordarlo.
Comencé a ordenar mis cosas en el armario.
—Déjame adivinar — dijo con cierto tono burlón — ¿ Tus padres te dieron la chapa con lo de la despedida emotiva ?
— Lo más cercano que tengo a un padre está lejos de ser alguien emotivo.
— ¿ Por qué lo dices ?
Ignoré su pregunta y seguí ordenando el armario.
— Veo que no eres de hablar mucho — continuó.
Su actitud era típica del ser social por naturaleza, su apariencia física dice más de lo mismo. Un niño de mami y papi de personalidad extrovertida, extravagante y con tendencia a invadir el espacio personal cuando no se le da lo que quiere. Será un dolor de cojones pero tendré que adaptarme a su presencia en mi nuevo hábitat si quiero convivir con él sin cometer asesinato en primer grado.
— No. No soy de hablar.
— Venga tío... — me sonríe con cierto aire de confianza que me pone de los nervios — haya paz.
Saqué aquel viejo tomo de " El príncipe " y lo guardé bajo la almohada.
— Habrá paz siempre y cuando no toques mis cosas y te mantengas al margen de mí.
— En señal de buena voluntad... — pasa una mano por encima de mi hombro — querido Ash, te haré compañía en la fiesta de bienvenida para los de primer año.
Su tacto con mi piel me hizo erizar como gato con mala hostia.
— Tres cosas — quité su brazo de encima mío — una, me llamo Ashen. Dos, aléjate a dos metros de mi si no quieres que te saque los ojos mientras sueñas con los angelitos y tres...¿ qué parte de mis pintas te dice que me interesa esa mierda de evento social ?
En ese momento recordé la conversación que había tenido con Él donde me hizo prometer que haría todo lo posible por intentar empatizar y relacionarme con otros de mi especie.
Vaya mierda.
— Venga... se que no va con tus pintas de chico rudo y aire intelectual pero debes ir — se sienta sobre mi cama — Es obligatorio, ahí te presentarán a los profesores del primer semestre y hablarán del primer día de clases.
— Ya — fruncí el ceño al ver como arrugaba las sábanas de mi cama con su vulgar culo.
El hombre es un ser en busca del sentido, dijo Platón. Sin embargo, no encuentro sentido lógico a las personas que buscan pintar en cuadros con tonalidades distintas a las que posee en su paleta. En resumen, de mi parte queda encontrarle sentido a todo lo ajeno a mi mundo, incluido por qué este David logra resultar tan irritante al intentar involucrarse conmigo. En fin, se lo prometí a Él. Será mi primera fiesta.
Vaya comienzo.
— Tomaré eso como un sí — me sonrió con expresión de idiota.
— Por desgracia no me puedo negar — le di un golpe en el brazo para que se levantara de mi cama — ¿ a qué hora es ?
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Ashen
RomanceEsta, estimado lector, es una historia que cuenta el destino de dos almas con tonalidades distintas, una brillante y hermosa, otra oscura y opaca. De la cual un simple aroma a esencia floral hará que sus destinos se entrelacen sutilmente hacien...